martes, julio 17, 2007

LA REPRESIÓN COMO POLÍTICA.

El Norte, 16 julio 2007.
Ximena Peredo.
Aunque la lógica neoliberal indique lo contrario, hay cosas que no son negociables. Los gobiernos holgazanes tocan a nuestra puerta con sonrisa de vendedor ofreciendo seguridad pública a cambio de que cedamos en las garantías individuales.
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Lo peor es que ya han caído varios en sus redes que aplauden la propuesta, depositan en ellos los derechos que han costado sangre conquistar y los despiden como héroes. La pregunta más difícil no es qué les pasa a los gobiernos, sino qué les pasa a los ciudadanos.
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De las autoridades no me extraña nada el abuso, la mayoría de ellas están paradas ahí por un juego de grillas injustificables. Son "animales políticos", algunos de ellos depredadores políticos. Hacen mal su trabajo desde siempre, por eso ya no distinguen entre nobleza y bajeza.
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Del lado de la ciudadanía, se extraña la dignidad de quien no permite que se le confisquen sus derechos. Duele la ingenuidad y el pragmatismo con el que tantos ciudadanos han caído creyendo que es la única manera de eliminar la inseguridad de nuestros barrios y ciudades.
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No es así. Los gobiernos nos están chantajeando, ellos dicen que necesitan "el toque de queda", "la operación mochila" y "el antidoping en escuelas" para que puedan protegernos. Justifican el abuso sobre niñas, niños y jóvenes so pretexto de seguridad.
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El argumento es aberrante. ¿Cómo puede el propio Gobierno trasgredir la Constitución y varios acuerdos internacionales? Los derechos humanos no son materia que se negocie. El Gobierno que así lo entienda es represor y la sociedad que así lo acepte es una sociedad, finalmente, reprimida.
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Es un asunto de primera importancia combatir al crimen organizado, sin duda; pero, ¿por qué, si el objetivo son los criminales, se castiga a los niños y a los adolescentes, las víctimas más evidentes del narcotráfico?, ¿por qué los niños tienen que sentirse en sus escuelas sitiados y bajo investigación policiaca?, ¿no deberían sentirse así los traficantes ilegales?, ¿por qué los chavos son aprehendidos si se les encuentra caminando por su ciudad en la noche sin cometer delito alguno?, ¿no deberían de ser aprehendidos los delincuentes?
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El Gobierno castiga a los ciudadanos porque no tiene a quién más castigar, ya sea por ineficiencia o por confabulación con los delincuentes. Ha sido superado por las mafias y no tiene suficientes policías que apuesten su vida al combate con el salario que ganan y viendo, en algunos casos, que sus propios jefes son mafiosos.
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En lugar de purificarse al interior y estudiar estrategias legales, decide posar su dedo acusador sobre los jóvenes pobres que no tienen dinero para entrar a un establecimiento en el Barrio Antiguo o en el "Centrito".
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Criminalizar a la pobreza es el típico síntoma del Gobierno que, en materia de seguridad, cree que rendir cuentas a la ciudadanía es aprehender a la gente que le parece delincuente. Lo que hacen en los barrios marginales al detener a personas inocentes es una doble injusticia. El Estado, en lugar de responder a las necesidades de los jóvenes en zonas marginales, los sorprende con un chicotazo. Muchos ciudadanos gritan hurras a la "heroica" policía municipal que, paradójicamente, está invitando a los chavos a no obedecer la Ley.
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El ciudadano que permite que se le arrebaten sus derechos, o que pasen por encima de los de alguien más sin alzar la voz, está procurando un Gobierno más inepto e ilegal. En cambio, la ciudadanía que reclame el respeto irrestricto a sus derechos, promueve mejores prácticas gubernamentales.
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Es mentira que al ceder en nuestros derechos o en los de nuestros hijos obtendremos paz social porque ésta emana, principalmente, del respeto irrestricto de los gobiernos a las garantías individuales.

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