sábado, julio 02, 2011

USA: el gigante desleal



USA: el gigante desleal

Barack Obama, presidente de E.U. Foto: AP
Barack Obama, presidente de E.U.
Foto: AP
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Hace dos semanas el presidente Calderón dio el discurso central de la graduación de una generación de estudiantes de la Universidad de Stanford. Para tal honor suelen ser invitadas personalidades de talla internacional, y si el orador articula desde ese podio un discurso significativo para Estados Unidos, sus frases claves son reproducidas en las primeras planas de los periódicos y en los noticiarios, y suelen cambiar la discusión pública.

No fue el caso. Y no lo fue por un rasgo de carácter muy nuestro. La cortesía. Por cortés, por no irritar a nadie, por no incomodar en sus asientos a los estadunidenses, para no desalentarlos de venir a Cancún a tomar shots de tequila, el presidente de México achicó sus responsabilidades en la guerra mexicana, donde 40 mil mexicanos han recibido shots de plomo.
 
Es cierto, les dijo a los jóvenes que cada que fuman mariguana prolongan la guerra, y también mencionó que las armerías texanas arman al narco, pero como esa es información ya vieja en Estados Unidos, nadie se sorprendió, nadie se conmovió, nadie se indignó. Mucho menos alguien reclamó a raíz del discurso un cambio de política en relación a la guerra mexicana.
 
La verdad es que las responsabilidades estadunidenses en la guerra que nosotros padecemos son de tal dimensión y se combinan de tal manera explosiva, que la determinan. Y cierto es también que si Estados Unidos cambiara una sola de las condiciones que ha procurado, la guerra disminuiría drásticamente, o pararía.
 
Si no, considérense estas cuatro responsabilidades mayores estadunidenses, enunciadas sin miedo a la irritación anglosajona:

1.
Para empezar, ¿quién criminalizó la mariguana y la cocaína? Es decir, ¿quién decidió por primera vez que si una persona fuma un carrujo de mariguana o snifea una línea de coca eso es de interés para el Estado? Lo decidió el gobierno de Franklin Roosevelt, que al despenalizar el alcohol, trasladó la paranoia que lo había rodeado al entorno de las drogas. Trasladó la paranoia y al FBI que perseguía su tráfico.
¿Y quién por primera vez dio el salto cuántico de convertir el estatus criminal del consumo de drogas en un asunto de seguridad nacional? Nuevamente un presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, cuya administración en consecuencia orilló a los gobiernos latinoamericanos a imitar sus pasos –criminalizar la droga y combatir su tráfico como un asunto de la más alta prioridad nacional–.
Lo que a principios del siglo XX era considerado un asunto de salud personal, fue convertido por el puritano Estados Unidos en una guerra continental. Y aún hoy es la presión estadunidense la que impide a los gobiernos latinoamericanos legalizar la droga y regresarla al humilde ámbito de las decisiones personales.
 
2.
Es consabido: El mercado gigantesco de la droga se encuentra en Estados Unidos. Quítese del mapa del tráfico ese mercado de 40 millones de consumidores, y el tráfico desaparecería, o casi. Disminúyanse drásticamente esos millones y el tráfico por el continente languidecería.
Y lo cierto es que en el Estados Unidos de hoy no existe la voluntad de disminuir el consumo de droga. El presidente Obama ha sido explícito al indicar que el consumo, aunque nominalmente es criminal, se tratará como un problema de salud.

3.
Consabido igualmente: La guerra mexicana se libra con armas compradas en Estados Unidos. ¿A cuánto asciende el gasto del Estado mexicano en armas? La cifra no es pública, pero si se considera que el gasto total de la guerra rebasa los 10 billones de dólares, puede asumirse que debe estar cuantificado en billones de dólares. Más o menos el mismo gasto que los narcos mexicanos deben haber derramado en las armerías de Texas, donde compran desde pistolas hasta sofisticadas armas de asalto.
No sólo Estados Unidos no está dispuesto a prohibir la venta de armas a los criminales mexicanos: la protege celosamente, como al negocio billonario que es. Una nueva ley, cabildeada por los armeros y vigente a partir de este año, encripta desde ya la información sobre la venta de armas. En adelante nadie podrá enterarse de quién compró qué arma ni a qué precio.

4.
Y finalmente, ¿a dónde va a dar la ganancia de los narcos mexicanos? Mayormente, a Estados Unidos. Basta pasearse por McAllen, Texas, para verlo en maqueta. El alcalde de McAllen ha fraccionado los alrededores de la vieja ciudad, ha asfaltado anchas avenidas que cuadriculan los terrenos baldíos, mientras el dinero mexicano, el de los narcos o el de los ricos mexicanos que huyen de la guerra, va edificando ahí un McAllen nuevo y lustroso.

Mayormente, la ganancia del narco se invierte en Estados Unidos. Y si las leyes mexicanas que permitirán descubrir y penalizar el lavado de dinero se aplican en efecto acá, puede esperarse que todavía más dinero del narco irá a dar allá. A McAllen, a Atlanta, a Wall Street. ¿Cuándo hemos oído de un banquero de Wall Street procesado por aceptar dinero de un capo mexicano? Nunca, y probablemente nunca lo escucharemos.

Así que respecto a la guerra mexicana, Estados Unidos es un socio loco y peligroso, o simplemente un gigante desleal, según se le mire con enojo o con ánimo de comprensión. Verbalmente apoya la guerra y da y vende armas al Ejército Mexicano, mientras protege la venta de armas a los narcos y acepta su dinero en sus bancos. Nominalmente criminaliza el consumo de drogas y veta su legalización en México, pero permite que 40 millones de sus ciudadanos la consuman. 



El derecho a la alimentación hoy en México


El derecho a la alimentación hoy en México

Miguel Concha


A
l final de su visita oficial, realizada entre el 13 y el 20 de junio, el relator especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación, Olivier de Schutter, señaló aspectos positivos y negativos respecto del cumplimiento de este derecho por parte del Estado mexicano. El derecho a la alimentación es el que poseemos todas las personas para tener acceso físico y económico, en forma individual y colectiva, a una alimentación en cantidad y calidad adecuada y suficiente.

La realización de este derecho es además indispensable para la reproducción de la vida y el disfrute y ejercicio del resto de los derechos humanos. Sobre este aspecto, el relator expresó su preocupación, porque en México 18.2 por ciento de la población se encuentra en situación de pobreza alimentaria. Además, las diferencias entre las áreas urbanas y rurales, y entre las entidades del norte, sur y centro del país, dan cuenta de que aún existe un problema de desigualdad regional importante. Indicó asimismo que no se está cumpliendo el mandato constitucional de un salario mínimo suficiente para cubrir el costo de la canasta básica, pues aquel representa apenas 25 por ciento de lo que un trabajador o trabajadora requieren para subsistir.

Por otra parte, el relator manifestó que la desnutrición y anemia requieren de atención, pero subrayó que existe un estado de emergencia debido a los problemas de sobrepeso y obesidad que afectan a 35 millones de mexicanos; es decir, siete de cada 10. Frente a esto, el Acuerdo Nacional para la Salud Alimentaria resulta insuficiente, pues no es un instrumento vinculante de las políticas públicas, y tampoco ha tenido eco en el ámbito legislativo, donde la regulación para controlar la venta de alimentos chatarra en tiendas o cooperativas escolares fue elaborada con bastante laxitud, gracias a la presión de las empresas procesadoras de alimentos. Para su cumplimiento, el derecho a la alimentación requiere de la adopción de políticas económicas, ambientales y sociales adecuadas, orientadas a la erradicación de la pobreza y el hambre.

En este sentido, el relator fue muy claro al exponer que es necesario mejorar la coordinación entre las instancias gubernamentales y entre los diferentes niveles de gobierno, pues hay inconsistencia entre las políticas sectoriales implementadas en México.

Se detectó además que hay programas agrícolas que benefician a unos pocos agricultores, lo que aumenta la desigualdad en las áreas rurales. Y destacó que las políticas agrícolas favorecen a los estados, municipios y productores locales más ricos. “En 2005 –expresó–, los estados más pobres recibieron sólo 7 por ciento del gasto público agrícola, a pesar de que en ellos había 55 por ciento de la población en pobreza extrema”.

La alimentación debe ser también adecuada a las condiciones sociales, económicas, culturales, climáticas y ecológicas, ser sustentable y no poner en riesgo la salud de las personas. Sobre estas características, cabe destacar dos de las preocupaciones del relator: la siembra de semillas transgénicas y los megaproyectos. Respecto del cultivo de transgénicos, De Schutter, consciente de la importancia del maíz para la cultura mexicana, reconoció que el cultivo de maíz transgénico plantea graves riesgos a la diversidad nativa de esta semilla. Y, por ello, otra de sus recomendaciones al Estado mexicano fue el regresar cuanto antes a la moratoria de pruebas de campo y cultivo comercial de ese producto, con el fin de proteger la biodiversidad del maíz en su país de origen.

En cuanto a los megaproyectos, el relator externó su preocupación por los despojos causados por los grandes proyectos de desarrollo. En su visita a Temacapulín, Jalisco, donde la comunidad ha resistido durante seis años a la construcción de la presa El Zapotillo, el relator escuchó los reclamos de las personas, a propósito de que 1) la comunidad de 400 habitantes no fue consultada; 2) el proyecto implica inundar la zona, y por tanto desaparecerla; 3) no hay un pago justo por sus tierras; 4) existen amenazas y hostigamiento por parte de las autoridades, y 5) se pierde un modo de vida, pues la comunidad vive sobre todo de la agricultura.

El relator expresó que la realización de megaproyectos que afectan de tal modo la vida de una comunidad deben ser repensados por las autoridades. Y recordó que el Estado está obligado a respetar y garantizar el derecho a defender los derechos humanos, y por tanto a no amenazar u hostigar a las defensoras y defensores.

Los alimentos deben estar además disponibles mediante la explotación de la tierra productiva o por medio de sistemas de distribución, elaboración y comercialización. En torno a lo anterior, De Schutter considera que el Estado mexicano impulsó una especie de segunda reforma agraria para apoyar al campo ante la entrada del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, mediante programas de apoyo a la producción agrícola y a la comercialización de alimentos.

Sin embargo, recomendó emprender ahora una tercera reforma que incluya una reorientación del gasto público agrícola, para proveer de créditos, servicios financieros y orientación tecnológica a los pobres y pequeños productores. Mencionó igualmente como un avance la reforma constitucional reciente, que reconoce el derecho a la alimentación, aunque aún falta su aprobación por las legislaturas locales y su promulgación.

A lo que hay que sumar también la recomendación de elaborar enseguida una ley marco que impulse una estrategia nacional para la realización del derecho a la alimentación. Será importante mantenernos al pendiente de la presentación oficial del informe del relator a finales de este año, y no dejar de insistir en que la reforma constitucional que reconoce el derecho a la alimentación y la ley respectiva se concreten lo antes posible.




Nuevo vocabulario ciudadano frente a la violencia



Nuevo vocabulario ciudadano frente a la violencia

Mariana Mora
La Jornada

R
esulta inevitable asociar el intercambio de la semana pasada que se dio entre Javier Sicilia, las demás víctimas de la violencia y Felipe Calderón con otro acto de trascendencia nacional, el diálogo entre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el gobierno federal en San Andrés S’akamchen de los Pobres. Las condiciones actuales son muy distintas a 1996, y sin embargo de ambos diálogos se desprenden dos aprendizajes que vale la pena resaltar.

El primero, la gran distancia del gobierno y la esfera de la política oficial frente a las experiencias y los reclamos de la población. En San Andrés, el gran esfuerzo que el EZLN y sus asesores le dedicaron a hablar, interpretar y traducir la realidad de los pueblos originarios, sensibilizó a una sociedad que había olvidado a los pueblos indígenas, pero el gobierno se mostró incapaz de escuchar, renuente a ver al otro como igual, con tal perfidia que aún no se cumplen los acuerdos de San Andrés en materia de derechos y cultura indígenas.

Esa misma intransigencia reflejó la mirada de Felipe Calderón en Chapultepec, que hizo del dolor un informe de gobierno, que convirtió preguntas legítimas en un simulacro de rendición de cuentas, que respondió a la exigencia de justicia justificando el ataque frontal contra el crimen organizado y eludiendo los reclamos legítimos de las víctimas al echarle la culpa a agentes estatales y municipales o a gobiernos del pasado. Reiteró que la estrategia de guerra no es negociable.

El intercambio que mejor evidenció lo imposible del encuentro se dio entre Calderón y Salvador Campanur, de Cherán, Michoacán, pueblo que desde hace meses se protege y protege sus bosques de la tala de árboles por parte del crimen organizado, con mecanismos de autodefensa propios de los pueblos purépechas. Salvador describió la situación actual como parte de una larga política de exterminio, que si bien ahora llega al clímax porque el crimen organizado está pelando la montaña al grado de dejarla irreconocible, tiene una larga historia de represión, racismo y saqueo por parte de empresarios, paramilitares y políticos porque, a la agresión del Estado y sus cuerpos represivos, se suma una criminalidad que cuenta siempre con el cobijo de las autoridades y la impunidad del sistema de justicia.

La emergencia que vive su pueblo y la mayoría de los pueblos indígenas en el país tiene que ver con la sobrevivencia de la gente, con un peligro inminente a perder la vida humana y la vida social y cultural de sus comunidades. Frente a la compleja realidad dibujada por Salvador, la estrategia mediática del Presidente fue responder en purépecha que juntos trabajaremos para resolver el problema y enfatizar que también le preocupan muchos los bosques de su tierra natal, por eso ha peleado por fortalecer a la policía forestal.

Si el simulacro del gobierno para entablar un diálogo es una dura lección, hay otro aprendizaje que nos llena de nuevo aliento: la capacidad de la sociedad civil de crear espacios de diálogo donde emergen lenguajes novedosos y dinámicos que permiten imaginar otras formas de actuar, otros caminos y futuros posibles. En San Andrés la burla al diálogo por parte de los representantes del gobierno contrastó con las dinámicas entre el equipo de asesores del EZLN y debates en los encuentros de la sociedad civil. En Chapultepec, las intervenciones de las y los portavoces de miles de víctimas de esta guerra apuntaron hacia otro vocabulario, arma necesaria para buscar salidas a este aparente callejón del encierro. Aportaron letras nuevas al alfabeto social.

Separaron lo admisible de lo inadmisible. Expusieron enfáticamente que son ellos, las familias agraviadas de las víctimas, quienes se plantan dignamente ante los criminales y ante la omisión y colusión de las autoridades para declarar ya no queremos más muertes. Expresaron lo que consideran adecuado y lo que es inadecuado. Fueron ellos y los que nos sumamos al reclamo quienes establecemos el criterio que distingue lo aceptable de lo inaceptable.

Julián LeBarón aportó otro elemento a la construcción de un nuevo sentido común, el reclamo por todas las víctimas: todos los muertos son nuestros, todos nos confrontan al fracaso del modelo social en el que sobrevivimos día a día. Ustedes nos dirán que esas víctimas son criminales, pero hay que ver quiénes fueron estas víctimas, dónde vivieron, bajo qué condiciones, en qué les fallamos. Vean bien nuestros rostros. Escuchen bien nuestras palabras. ¿Parecemos bajas colaterales, criminales?

Por último, las palabras de Norma Ledezma agregaron otro componente a este nuevo imaginario público, dotando de contenido la palabra justicia, al explicitar que no se puede construir la justicia sepultando el pasado. La justicia se inicia con una afirmación colectiva que asume a todos los muertos como nuestros, establece un mandato, un ¡ya basta!, y afirma criterios para que lo que sucede simple y sencillamente no siga sucediendo. Este vocabulario, producto de los encuentros y diálogos entre víctimas, sirve como una plataforma inicial para asumir los retos que tenemos por delante.



Este texto fue elaborado mediante un proceso colectivo de la Red de Feminismos Descoloniales




viernes, julio 01, 2011

Desde siempre ha presumido Calderón de este país que "a las maravillas gobierna"



Calderón en el ‘país de las maravillas’

Calderón. Un inquilino en Los Pinos. Foto: Octavio Gómez
Calderón. Un inquilino en Los Pinos.
Foto: Octavio Gómez


MÉXICO, D.F., (apro).- En el mundo de Felipe Calderón hay una lógica de poder que, en la medida de los resultados y de frente ante la realidad, es todo lo contrario. Algo así como Alicia en el país de las maravillas.

A lo largo de su gobierno hay señales que marcan este estilo de pensar y de gobernar. Por ejemplo, ahora que se alza como un presidente demócrata, contrario a las viejas formas del presidencialismo priista, que es capaz de abrir las puertas del poder para que entre la sociedad civil a dialogar en la misma mesa, se olvida que su primer pacto político lo hizo con Elba Esther Gordillo, quien le alzó la mano ungiéndolo como el triunfador en el 2006, a pesar de que el Instituto Federal Electoral (IFE) aún no daba los resultados finales de los comicios.

Otro ejemplo igualmente memorable es la declaración de guerra que Calderón hizo al narcotráfico y que ahora niega rotundamente, a pesar de que en varios medios salieron a relucir sus propias palabras aludiendo a esta afirmación que hoy ha corregido, al señalar que se trata de una lucha contra la inseguridad.

Pero quizá lo más reciente sea el diálogo que tuvo en el Castillo de Chapultepec con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza el poeta Javier Sicilia.

Al concluir ese encuentro, Calderón ha querido capitalizarlo a través de entrevistas y en varios eventos como el mejor momento de su gobierno, sin ver que fue lo contrario: el momento en que la sociedad civil, las víctimas de su guerra absurda, hicieron el reclamo más fuerte de seguridad y justicia, que son las principales deficiencias de su gobierno.

En su mundo, Calderón vio el encuentro de Chapultepec como una oportunidad de lucimiento y no como el diálogo al que está obligado con un sector de la sociedad lastimado por su empecinamiento.

Es decir, en su mundo, Calderón tomó el reclamo de las víctimas para que cambie su política militar y policiaca de combate al crimen organizado, como una oportunidad para ratificar su voluntad de seguir el mismo camino de la guerra con miles de muertes civiles a las que ha llamado “daños colaterales”.

Desde su lógica de poder, tomó el encuentro con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad como un gesto bondadoso de su parte, como una buena acción de samaritano, como una señal de buena fe ante quienes no están de acuerdo con él.

Así, de la tragedia relatada en la misma mesa que compartió con mujeres y hombres dolidos por la muerte de uno de los suyos, vio la oportunidad de salir airoso como el presidente de la democracia y que, a diferencia de los mandatarios autoritarios del Partido Revolucionario Institucional (PRI), él si es capaz de sentarse a escuchar a sus adversarios, aunque sin tomar en cuenta lo que éstos propusieron.

Desde los jardines de Los Pinos, Felipe Calderón mira al país con un talante distinto. Por ejemplo, de las historias de terror, abandono e impunidad que fueron expuestas en Chapultepec, al día siguiente dijo que se había tratado de un diálogo “franco, emotivo y muy difícil”, sin darle el sentido real al reclamo que le plantaron en la cara, entre ellos y uno de los más fuertes, el que hizo Julián Le Barón, quien pidió en vano que modificara la estrategia anticrimen para no pasar a la historia como “el presidente de los 40 mil muertos”.

Desde su burbuja, Calderón tomó con aires de héroe la tarea histórica de ser el responsable de estas miles de muertes, como lo hiciera Gustavo Díaz Ordaz en 1968, cuando, al dejar la Presidencia, asumió la responsabilidad por la matanza de Tlatelolco. Sólo la muerte lo salvó de ser llevado a juicio por tribunales internacionales.

Desde su posición, Calderón mira todo a su conveniencia y cuando explica la evolución del poder de los narcotraficantes mexicanos, cobrando impuestos, dominando territorio, imponiendo su ley frente a las autoridades, lo que describe sin darse cuenta es el fracaso del Estado ante el crimen organizado.

Pero quizá lo más grave es que, queriendo pasar como demócrata, se cierra ante la demanda ciudadana de cambiar su estrategia militar y policial de combate al crimen organizado, y sostiene que, “hasta con piedras”, enfrentaría a los malos, echando mano de la violencia en lugar de la inteligencia.




miércoles, junio 29, 2011

La otra ... lucha de clases

La otra lucha de clases





El pueblo: ese no sé que que nadie termina de definir, tal vez porque éste se define a si mismo y eso sería demasiado sencillo. Esa masa necesaria pero, por indomable, incómoda; ese conveniente comodín político, sabio o tarúpido según el discurso del momento lo requiera.
La voz del pueblo es la voz de Dios, pero eso no le sirve a ciertos ateos evangelizadores. El pueblo, único dueño del cacareadísimo poder popular por el cuál nos hemos venido agarrando de las greñas con quienes son capaces de negarlo. El sabio pueblo -cuando no coincide con los expertos revolucionarios- parece que no lo es tanto, así que necesitará intérpretes hasta que alcance la civilización y pueda decidir su destino como otros quieren que decida. Opinar lo contrario, creer que el pueblo decide y manda, es ser populista y todos sabemos que el populismo es el más imperdonable pecado intelectual.
Lo malo es que el pueblo se empeña en no dejarse civilizar, pueblo terco que está convencido de saber lo que quiere, y lo que quiere no es más que buscar soluciones propias a sus propios problemas. Problemas concretos, impostergables, barrigas que hay que llenar, noches de lluvia que necesitan techos, niños que serán doctores, maestros, poetas y que no saben poner su desarrollo en stand by mientras definimos abstracciones ideológicas.
Mientras no tengamos la formación ideológica que por falta de la misma nos negamos a tener debemos dejar que ilustrados salvadores, con la barriga llena el corazón contento, nos guíen en la tarea de hacer la revolución de verdad verdad. Porque por mucho que elevemos nuestra calidad de vida matando el hambre o el frío, incluyendo a los excluidos, creando colegios, universidades, centros de salud, o pensionando viejitos eternamente olvidados, por mucho que trabajemos por una patria justa, libre y soberana, si no pensamos como los pensadores pensantes, aquí no habrá revolución.
De la necesidad creada por ellos mismo surge la nueva clase dominante: una especie de oligarquía moral, que sabe, que desespera ante la terca necedad del pueblo de no querer entender que las revoluciones no se hacen así ¡carajo!.
Los que se empeñan en desdibujarnos para que encajemos en sus esquemas. Los que nos dicen qué tenemos que querer comer, vestir, bailar, soñar… Los que por no sacar la nariz de libros traducidos dejaron de mirar su realidad, los que ignoran la opinión de la señora chavista en la puerta del Mercal porque esa señora no quiere entender lo que le quieren explicar. Los que pretenden dictarnos instrucciones talla única en nombre de nuestra salvación… ¡Sálvese quien pueda!
Otra lucha de clases en la que el pueblo, otra vez, no sirve, no sabe, no está a la altura y necesita tutela, esta vez no de los dueños del capital sino de los dueños de la verdad.


Mitos económicos enraizados en la cosmovisión de mucha gente



El retorno de los brujos

Alejandro Nadal


L
os economistas conservadores han salido desprestigiados por la crisis. Después de todo, prometieron prosperidad, igualdad y hasta un mundo menos enfermo desde el punto de vista ambiental. Lo único que nos entregaron fue un colapso económico gigantesco, con desempleo y pobreza. Deberían estar escondidos, llenos de vergüenza.

Pero no es así. Todo lo contrario. Los economistas conservadores han tomado más fuerza. ¿Por qué? La razón es que los mitos en los que se fundan sus posturas están profundamente enraizados en una cosmovisión elemental de una gran cantidad de personas, por no decir de la mayoría de la gente.

En el arcón de mitos en los que se funda la economía conservadora o neoclásica existen tres particularmente importantes. No importa cuanta evidencia empírica en sentido contrario pueda usted encontrar, nunca podrá convencer a los fieles de estos dogmas. De todos modos, aquí les ofrecemos unas cuantas piedras para lanzar a las relucientes vitrinas de los que tienen estas creencias.

El primer mito está basado en la idea de que el mundo de lo económico forma un sistema autónomo que se regula a sí mismo. La metáfora más exitosa (y peligrosa) es que lo económico es una especie de máquina. Y como se autoregula, hay que dejarla trabajar sin estorbar su dinámica.

La teoría económica se ha pasado más de 200 años tratando de demostrar que efectivamente el sistema económico se auto-regula y que, por lo tanto, no necesita de la intervención del gobierno o de la esfera de la política. La evidencia de crisis recurrentes podía haber sido suficiente para demostrar lo contrario. Pero frente a las historias de crisis, los neoclásicos siempre podían argumentar que fueron provocadas precisamente por intervenciones irresponsables de los gobiernos.

El debate se desplazó al mundo de los modelos matemáticos. El programa de investigación de los economistas fue sencillo: construir un modelo matemático capaz de reproducir las condiciones bajo las cuales las fuerzas del mercado conducen al equilibrio. Pero el modelo más sofisticado y refinado de la teoría económica neoclásica ha demostrado que en general (salvo excepciones aberrantes) el sistema de mercado es inestable. Así que por donde lo vean: o historia económica, o modelos matemáticos puros, la verdad es que la idea de los mercados autoregulados que conducen al equilibrio no tiene ninguna base racional.

El segundo mito es que la economía de un gobierno es como la de un hogar. Y así como una familia tiene que medir su consumo, el gobierno también tiene que restringir su gasto para no rebasar el monto de sus ingresos. De esta visión procede la idea de que en tiempos de crisis, tal como lo haría una familia, hay que apretarse el cinturón. Es lo que recomiendan sin cesar los llamados halcones de la austeridad fiscal en el debate sobre política fiscal en todo el mundo.

La realidad es diferente. Para empezar, los hogares no pueden establecer gravámenes y recaudar ingresos a través de impuestos. Tampoco he visto familias que vivan cientos de años, que incurran en un déficit constante y que acumulen deuda, como hacen los gobiernos. Normalmente las deudas de los hogares tienen que resolverse de una u otra forma.

En el límite, los gobiernos pueden emitir moneda, algo que los particulares tampoco pueden hacer. Dirán algunos que precisamente para evitar abusos se le ha dado autonomía al banco central. Pero si se observa con cuidado el comportamiento de la Reserva federal en Estados Unidos, se puede constatar que la política monetaria no se parece en nada al comportamiento de una familia.

El tercer mito es que cada clase social o grupo recibe como remuneración lo que aporta a la economía. Esta creencia es la que está más profundamente enraizada en la gente y corta el espectro de todas las clases sociales. Parece que en alguna parte del imaginario colectivo habita la leyenda de que el ingreso de las personas es proporcional a su contribución al producto nacional. El corolario es que el orden económico es justo, pero la realidad es que nada en la teoría económica presta sustento a esta idea. La distribución del ingreso no está determinada por ninguna ley o mecanismo económico. Simple y sencillamente depende de relaciones de poder.

Lo anterior no quiere decir que las variables económicas no son importantes. Por el contrario. Son mucho más importantes de lo que se piensa cuando se coloca uno los lentes de esta mitología perniciosa que todo lo distorsiona. El saldo fiscal, la inflación, la creación monetaria y el nivel salarial, todo eso merece una atención cuidadosa, sin mitologías y creencias más relacionadas con la brujería que con el pensamiento racional.

Los mitos sobre la economía, que se han ido perpetuando en las escuelas y facultades de economía, se fundieron con las creencias más ingenuas y peligrosas de nuestros tiempos. Quizás esas creencias tienen más que ver con aquellas Forze elementari sobre las que escribió Gramsci en su análisis sobre el fascismo.


Diferencia entre pecado y delito

Del Correo Ilustrado, de La Jornada


Aclara conceptos


Hace más de 150 años el doctor José María Luis Mora escribió un ensayo sobre las diferencias entre el concepto de pecado y el de delito, y la necesidad de diferenciarlos, para poder aspirar a un Estado moderno. En él se establecía claramente que el pecado pertenecía al orden de lo privado, mientras que el delito se vincula necesariamente al orden público. En estos días que revisé la cobertura mediática en torno al famoso encuentro Sicilia-Calderón recordé el artículo de Mora y pensé que en Chapultepec habíamos entrado al túnel del tiempo. La catarsis es bienvenida, sobre todo en estos tiempos atroces de violencia e impunidad. Sin embargo, la insistencia en que Calderón se arrepienta y pida perdón me parece irrelevante. Si se arrepiente, qué bueno para él, porque va a encontrar la paz en lo personal. Pero en el orden de lo público no resuelve absolutamente nada. El abrazo de despedida me pareció confirmar que el sentido de la reunión se quedó en el ámbito del consuelo. El regalo del escapulario, si lo vemos otra vez en el horizonte de lo público, es preocupante: el conflicto no tiene soluciones mágicas. Se trata simplemente de aplicar la ley, de iniciar un deslinde de responsabilidades a los posibles infractores y de indemnizar a los familiares de las víctimas. Nada más y nada menos. Yo les hubiera regalado un libro del doctor Mora a los dos personajes.

Alberto del Castillo Troncoso


La caravana de la conciencia



La situación de los campesinos es muy difícil, pues a la delincuencia organizada y los cuerpos policiacos hay que sumar los conflictos económicos y el prácticamente nulo apoyo del Estado para salir adelante, la falta de créditos, de apoyos técnicos, etc.

La caravana de la conciencia

Ana María Aragonés

T
uve la oportunidad de alcanzar a la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad, encabezada por Javier Sicilia, en Ciudad Juárez. Muchas personas se encontraban en el puente y llamaba la atención la enorme cantidad de pancartas con fotografías, todas alusivas a las tragedias vividas, personas a las que el gobierno denomina daños colaterales. Los testimonios se sucedieron uno tras otro, y mostraban el profundo dolor, tristeza y desesperación por la falta de justicia. Un verdadero exterminio de buena parte de la población, no sólo en manos de la delincuencia organizada, sino de autoridades y sus cuerpos de seguridad. Lo terrible es que no hay respuesta, y así pasan los meses y los años sin encontrar justicia ante tanta tragedia.

La sensación es que México está viviendo un verdadero holocausto, y si bien puede argumentarse que se trata de un concepto que no corresponde en la medida en que señala como tal al asesinato sistemático organizado y auspiciado por el Estado, la falta de respuesta, la impunidad y corrupción que rodean a la mayoría de estas muertes convierte al Estado, por acción o por omisión, en auspiciador del exterminio. Se pide a las personas que denuncien cuando se sabe muy bien que aquellos que lo hacen se están jugando la vida, y a pesar de ello por supuesto muchos lo hacen, pues el dolor de las pérdidas es muy superior al miedo.

Participé en la mesa 9 y pudimos escuchar la grave situación que se vive en la Sierra Madre: pueblos incendiados, personas encarceladas, asesinadas, levantados, es decir, regiones que enfrentan la absoluta ingobernabilidad; se ha perdido el control sobre importantes regiones del territorio. Cerrarse ante esta realidad hace imposible tomar medidas para enfrentar tantos desastres. Por eso es inaceptable seguir escuchando los argumentos de Felipe Calderón, quien insiste, una y otra vez, en que hay personas que quieren que deje de actuar, cuando lo que se quiere es que actúe, pero protegiendo a la población, no en contra de ella. Protección económica, protección social, seguridad, etc. El Estado mexicano no está cumpliendo con su responsabilidad.

La situación de los campesinos es muy difícil, pues a la delincuencia organizada y los cuerpos policiacos hay que sumar los conflictos económicos y el prácticamente nulo apoyo del Estado para salir adelante, la falta de créditos, de apoyos técnicos, etc. Como señala el relator especial de la Organización de Naciones Unidas, Olivier de Schutter, el 10 por ciento más rico recibe el 45 por ciento de los apoyos del Procampo; el 20 por ciento de la población se encuentra en pobreza alimentaria, y la gran mayoría vive en el campo. (La Jornada, 21/6/11). Situación que se ha recrudecido desde la firma del Tratado de Libre Comercio. No sólo ha generado un extraordinario flujo migratorio, sino que los campesinos no pueden enfrentar la competencia de los productos importados. Y esto se debe a dos factores centrales. Por un lado, los enormes subsidios que el país del norte otorga a sus agricultores y, por el otro, la extendida mano de obra migrante, la mayoría indocumentada, que trabaja en los campos de Estados Unidos, lo que le permite ser altamente competitivo por los bajos costos del trabajo.

La sociedad mexicana tiene en sus manos importantes formas de apoyar a los campesinos. En primer lugar, defender y proteger la producción agrícola nacional, comprando sólo los productos agrícolas mexicanos. Como se trata de artículos perecederos, si la mayoría de nosotros nos decidimos por esta estrategia, lo que va a pasar es que los productos extranjeros se van a ir quedando en los anaqueles y se echarán a perder muy rápidamente. Con ello, además de favorecer a los campesinos mexicanos, sería una buena forma de obligar a la revisión del capítulo agrícola del Tratado de Libre Comercio, por la vía de los hechos, lo que de otra forma por lo visto es totalmente imposible.

Lo primero que esgrimirán las grandes tiendas trasnacionales como Wal-Mart es que sus trabajadores se verán afectados, pues tendrán que despedirlos si no venden, lo cual es una falacia, pues incrementarán las ventas de productos mexicanos. Al principio podrán ser un poco más caros, pero habrá que aceptarlo para apoyar a los campesinos. Y en la medida en que vayan produciendo más y el gobierno les proponga una forma correcta para su distribución, evitando a los nefastos intermediarios, los precios irán bajando y la ganancia y el nivel de vida de los campesinos se incrementarán. Habría que seguir el camino de los japoneses, quienes de ninguna manera aceptan que los productos de su dieta básica, como el arroz, provengan del extranjero, aunque los precios sean mucho más reducidos. Por ejemplo, ¿por qué comprar espárragos chinos, si los mexicanos son muchísimo mejores?

La sociedad tiene que actuar llevando a cabo una cruzada en favor de los productos nacionales y rescatar lo producido en México es mejor.

Tomar conciencia de lo que como sociedad podemos hacer es algo que la caravana ha logrado contagiar.


Pide AI a Calderón se investigue la desaparición de seis personas más



Fueron detenidas presuntamente por elementos de la Secretaría de Marina; ésta lo niega

Pide AI a Calderón se investigue la desaparición de seis personas más

Desde hace un mes se desconoce su paradero


El organismo envía al Ejecutivo testimonios y fotos que evidencian los hechos ocurridos entre el primero y 5 de junio en Nuevo Laredo

Ángeles Cruz Martínez
Periódico La Jornada
Miércoles 29 de junio de 2011, p. 7

Aministía Internacional (AI) solicitó ayer al presidente Felipe Calderón que inicie una investigación civil para dar con el paradero de seis personas que fueron detenidas presuntamente por elementos de la Secretaría de Marina, y de quienes a casi un mes se desconoce su paradero.

El secretario general del organismo, Salil Shetty, envió una carta dirigida al Ejecutivo en la cual plantea la existencia de testimonios y fotografías que evidencian las desapariciones forzadas registradas entre el primero y 5 de junio en Nuevo Laredo, Tamaulipas.

Diversas autoridades han tomado conocimiento de las denuncias de familiares y amigos de los desaparecidos. El pasado día 15, solicitaron ayuda al gobernador de la entidad, Egidio Torre Cantú, a fin de que los jóvenes sean presentados y sometidos a juicio si es que cometieron algún delito.

A su vez, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) abrió una investigación sobre el caso y de igual forma se presentó una denuncia ante la Procuraduría General de la República (PGR). Sin embargo, nada se ha resuelto.

Ante esta situación, ayer Amnistía Internacional subrayó que como comandante supremo de las fuerzas armadas mexicanas, la cadena de comando termina en el presidente Felipe Calderón. Él ordenó a esas fuerzas participar en el combate contra la delincuencia organizada y es el último responsable de cualquier abuso cometido contra los derechos humanos.

Por ello, agregó, le corresponde a Calderón garantizar que se conozca el paradero de las personas y que los tribunales civiles se encarguen de hacer rendir cuentas a los responsables de las desapariciones de José Fortino Martínez, José Cruz Díaz Caramillo, Joel Díaz Espinoza, Martín Rico García, Diego Omar Guillen Martínez y Osiel Gómez Rivera.

En cuatro de estos casos, personal no uniformado de la Marina sacó a los hombres de sus casas y los transportó en vehículos oficiales. En una ocasión familiares siguieron al convoy hasta las puertas de una base militar cercana, indicó AI.

No obstante, en días pasados la Secretaría de Marina rechazó que sus elementos hayan participado en tales aprehensiones. En cambio, fuentes de la dependencia mencionaron que la supuesta presencia de marinos en los hechos estaría vinculada con el uso de uniformes apócrifos de la Armada y recordaron que hace unas semanas se decomisaron algunos en Coahuila.

La información con que cuenta Amnistía Internacional sobre el caso es que los detenidos fueron interrogados con respecto a la posesión de drogas y armas, pero nunca se mostró una orden de arresto u otra justificación para su detención.

Además, una organización de derechos humanos en Nuevo Laredo ha recibido durante este mes reportes de otras ocho desapariciones forzadas que los familiares no han denunciado por miedo a represalias.

Destacó que a pesar de las denuncias presentadas ante autoridades locales y nacionales, el paradero y las condiciones en las que se encuentran los detenidos continúan sin conocerse. De acuerdo con las familias, la investigación iniciada por la PGR tampoco ha mostrado avances significativos.

El organismo internacional recordó que México se ha adherido a varios tratados internacionales para poner fin a las desapariciones forzadas, pues constituyen una grave violación al estado de derecho y pueden considerarse crímenes de lesa humanidad.

México se enfrenta a una compleja situación de seguridad, pero eso nunca justifica que las autoridades cometan o ignoren serias violaciones a los derechos humanos, señaló Javier Zúñiga, asesor especial de AI.

Y concluyó: El presidente Felipe Calderón Hinojosa debe enviar un mensaje fuerte y claro de que las desapariciones forzadas y otras violaciones a los derechos humanos por parte de las fuerzas armadas no serán toleradas en México.




martes, junio 28, 2011

La Raíz de la Violencia

La raíz de la violencia

De la revista Nexos, en línea


Con/contra el diálogo Sicila – Calderón

Foto: La Jornada

La reunión llevada a cabo la semana pasada en el Castillo de Chapultepec entre Felipe Calderón y Javier Sicilia, probablemente sea recordada como uno de los eventos más importantes de este sexenio. Lo puede ser, porque para unos la presentación de la posición de víctimas de la guerra contra el narcotráfico frente al Presidente es la evidencia más contundente de que la estrategia del Gobierno Federal no sólo no está logrando sus objetivos, sino por el contrario está causando aún más daño. Al mismo tiempo para otros, esta reunión es la evidencia de que este Presidente por lo menos ha acertado en defender en público la única estrategia de seguridad posible -según el gobierno- considerando las condiciones actuales.

El video del encuentro vale la pena para que cada persona forme su opinión al respecto (a partir del minuto 120 más o menos es cuando el formato de discusión se relaja)

Pero justamente porque fue una discusión larga y pública, las opiniones más variadas se han ido publicando en los periódicos. Entre ellas predomina la idea de que el “diálogo” público en sí mismo es valioso, sobre todo por el comportamiento inesperado del Presidente de la República, pero también las críticas que señalan que el diálogo no es suficiente cuando “el fondo” no cambia.

Aquí algunos párrafos de lo que se ha publicado en los últimos días.

Francisco Valdés Ugalde:

Esta reunión introduce un ingrediente que en mi opinión es completamente nuevo en la política mexicana. Aceptar presentarse a una reunión con un movimiento que critica, reclama y protesta por las situaciones trágicas que han sufrido miles de familias es, por parte del Presidente, un acto valiente. Del lado del movimiento, es acertado plantear el problema de la justicia con el Jefe del Estado, porque si en algo ha fallado el Estado ha sido precisamente en ofrecer justicia constitucional a las personas; al fundamento último y razón de ser del Estado político.No recuerdo una ocasión, al menos durante mi vida, en que un Presidente se haya puesto a dialogar públicamente con adversarios sociales. Menos de que lo haya hecho con sinceridad, expresando sus puntos de vista, discrepantes del otro, compartiendo sus dudas y certezas; aceptando pedir perdón “por no haber protegido…”.

John Ackerman:

Sin embargo, el trago más amargo fue para los ciudadanos, al percatarse de que tres cansados meses de movilizaciones, caravanas, reuniones y denuncias terminaron en un mero espectáculo mediático armado para que Calderón demostrara su supuesta compasión por las víctimas y exigiera a la sociedad que lo deje trabajar en paz. Tal como han señalado algunos analistas, el enorme entusiasmo y satisfacción del presidente con el encuentro no es ni gratuito ni exagerado.

Con esta estrategia, Sicilia ha ido ganando espacios mediáticos, pero perdiendo apoyo popular. Hoy el poeta se arriesga a quedarse solo envuelto en un enjambre de micrófonos y cámaras.

Jesús Silva-Herzog Márquez:

El diálogo reciente en el Castillo de Chapultepec fue un evento insólito. Tras una marcha que fue recogiendo los testimonios más desgarradores del dolor mexicano, el presidente de la república se dispuso a escuchar los reclamos y se empeñó en convencer a sus oyentes. Sabia perfectamente que sus interlocutores no se reunían para elogiarlo. Sabía que los cuestionamientos que escucharía no serían marginales sino que iban al corazón de su gobierno. Sabiendo todo ésto, acudió a la cita. Algo importante ha sucedido en México, cuando vemos al presidente recibir el embate de críticas severas y llamados urgentes a cambiar la estrategia central de su gobierno. El fenómeno se explica, como han resaltado algunos, por el cambio de régimen. Hubo un régimen político que, en su peor momento, respondió con balas al llamado del diálogo. Éste escucha y habla. Pero la ceremonia del jueves no se entiende solamente por la transformación histórica del sistema político. Debe reconocerse el papel del presidente, su experiencia y su talante para apreciar esta oxigenación de la vida pública a través del diálogo. Ni el antecesor de Calderón ni quien estuvo a punto de ocupar su puesto en 2006 hubieran podido encarar la quemante inconformidad, el reclamo rabioso o la exigencia serena y honda de pedir perdón.

Emilio Álvarez Icaza:

A su vez, quedó de manifiesto la responsabilidad estatal en el actual estado de las cosas, pues los criminales no son el interlocutor, son el Estado y sus agentes. Ahora está más claro que antes que nada existe una deuda del Estado mexicano para con las víctimas y la sociedad toda. Hay que subrayar que se inició un proceso de disculpa pública. El presidente Calderón reconoció parte de esa deuda y la necesidad de nombrar a las víctimas. Con lo expuesto, difundido y la atención acordada a esos y otros casos sin lugar a dudas la causa de la justicia para las víctimas tuvo un gran avance el día de ayer.

Ruben Cortés:

Fin de la historia: los “hasta la madre”; “cabrones, den cuentas” y “chinguen a su madre” de Javier Sicilia durante tres meses, se desinflaron ayer cuando vio al Presidente y le pasó la mano por el hombro con profundo amor. Quizá fue la comunión natural entre dos hombres vehementemente católicos, pero a Sicilia le bastó tener enfrente a Felipe Calderón para olvidar su rosario de demandas, que incluían desde eliminar el fuero a legisladores y funcionarios hasta la “democratización” en los medios. Todo quedó en una petición de recursos para construir un monumento con los nombres de todas las víctimas, tanto asesinos como inocentes, registradas en la lucha de Calderón contra el crimen organizado.

Pietro Ameglio:

Sentar a la autoridad frente a millones de mexicanos para escuchar el testimonio directo de las víctimas de esta guerra, confrontar con firmeza a los gobernantes en su complicidad con el crimen organizado, exhibirlos en su incapacidad para aplicar la justicia y la seguridad, cambiarles su agenda electoral por una de la paz, no nos parece algo menor ni fácil de lograr. Pero claro, los medios y el poder hacen su trabajo: colocan la reflexión no en las exigencias de las víctimas y la necesidad de organizarnos para hacerlas efectivas, sino en una imagen: la foto del abrazo de Javier Sicilia con Calderón está en todas las portadas de la prensa, pero Javier tiene una mirada seria y firme, grave; Calderón una sonrisa. Humaniza y dialogar con el adversario es un principio básico de la construcción de la política, la paz y la noviolencia, pero no tiene nada que ver con sumisiones o traiciones, las exigencias fuertes y claras que hicieron las víctimas no dejan lugar para ninguna especulación al respecto.

Denise Maerker:

Que sólo fueron palabras. La palabra nunca ha sido poca cosa porque sirve para construir la visión que tenemos del mundo y, por tanto, determina las acciones que emprendemos. Si cambiamos la definición de un problema cambiamos las acciones que suscita.

Que no se ganó nada. El evento es un triunfo en sí mismo y si logra sacar de la oscuridad a las víctimas e imponer una política de la memoria y la reparación del daño se habríae; dado un paso de gigante.

Gustavo Esteva:

No puede ya pensarse en bendita ignorancia displicente, propia del mal de altura. No es información sesgada o insuficiente. No es ya asunto moral o patológico, como diría John Berger, sino ideológico. Y se trata de una ideología ferozmente autoritaria, en la que ya no importa recuperar la confianza de la gente para poder gobernarla. Eso es ahora lo que necesitamos enfrentar con entereza, más allá de la comisión de seguimiento a acuerdos que resultan insignificantes, fuera de proporción con lo que se discutía, más allá del diálogo.

Mario Luis Fuentes:

Por otra parte, la práctica de civilidad que se dio en el Castillo de Chapultepec, la semana pasada, abre la puerta a reasumir la esperanza de que las cosas sí pueden cambiar; que el futuro no está cancelado y que, con base en el entendimiento y el respeto a la diferencia, puede construirse un nuevo estado de cosas para el país.

Pablo Hiriart:

Para el gobierno el diálogo de ayer fue un triunfo, porque el Presidente no cambió un ápice su percepción del problema y la forma de enfrentarlo. Hace unas semanas el punto crítico del movimiento de Javier Sicilia era que pedía la renuncia del Secretario de Seguridad Pública Federal, el retiro del Ejército de las calles y el cambio en la estrategia anticrimen. Ayer, al terminar la reunión, la discusión era si resultaba conveniente o no grabar los nombres de los 40,000 (?) muertos en la lucha contra el crimen. Ganó el gobierno, es cierto, pero también ganó la sociedad al inaugurarse una forma directa y plural de abordar los problemas.

Ximena Peredo:

Sin embargo, me parecería sumamente inmaduro juzgar el evento de ayer como un fracaso, decir que “no se llegó a nada” es la típica conclusión del mexicano apocalíptico que algo encuentra de gozoso en el caos y la inmovilidad. Opino lo contrario. Aunque no niego que me molestó el tono campechano que sobre todo Sicilia y Calderón intentaron imprimir en ciertos momentos, creo que terminar el encuentro con apretones de mano nos permite confiar en que, efectivamente, algo se está transformando.

Basta analizar los giros discursivos dentro del mismo evento para reconocer las bondades del diálogo. Felipe Calderón, por ejemplo, que se mostró en un primer momento falsamente orgulloso y seguro de las decisiones que ha ido tomando en nombre de todos, terminó aceptando, ante la caída de mandíbulas de muchos, que se lanzó a combatir con lo que tenía a la mano un cáncer que, según su percepción, no aguantaba las demoras propias de las reformas políticas y judiciales urgentes. Si usted puede evitar un crimen y sólo tiene piedras a la mano, las usa, dijo.

Luis Javier Garrido:

El encuentro llevado a cabo ayer 23 de junio en el Castillo de Chapultepec entre el novelista y poeta Javier Sicilia e integrantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, por un lado, y Felipe Calderón y algunos de sus colaboradores en el gobierno ilegítimo, por el otro, podría ser visto por algunos dirigentes de dicho movimiento como un pírrico triunfo porque lograron que se pudiera escuchar a través de un canal de la televisión por cable, durante poco más de tres horas, la voz de la inconformidad social o porque exhibieron a Calderón repitiendo hasta la saciedad sus tonterías, pero en realidad constituyó en los hechos un rotundo fracaso para Sicilia y sus compañeros, que aparecieron al terminar el mismo como plenamente subordinados al gobierno criminal que pretendían impugnar, relegados al papel de colaboradores de éste en comisiones de seguimiento de sus demandas en el marco de la lógica militarista a la que decían oponerse, y sobre todo, como incapaces para hacer valer lo mínimo que se habían propuesto, que era exigir con fuerza y dignidad un alto a la guerra.

Leo Zuckermann:

Gracias a Sicilia, estos días hemos escuchado un montón de historias de víctimas de la violencia. Sobre buenos que estaban en el lugar equivocado a la hora equivocada, sobre cómo se hicieron los malos, de policías desaparecidos que ni siquiera sus compañeros policías los buscan o de militares que han sido masacrados. Son 40 mil almas, más o menos porque, bien a bien, la cifra exacta no la conocemos. Javier Sicilia y su movimiento nos han recordado que es necesario ponerle nombre y rostro a cada una de ellas. Que hay que tener una lista. Que hay que recordarlos en placas en los zócalos del país. Para que los mexicanos sepan que en este país la vida vale algo. Por lo menos un nombre y apellido.

Gustavo Gordillo:

Se dialoga no para confirmar perjuicios o ratificar rechazos sino para encontrar terreno en común. No dialogas con tu pasado adversario –o enemigo– porque busques un borrón y nueva cuenta, sino porque intentas exactamente lo contrario: confrontarlo con tus agravios en la esperanza de que terminen siendo reconocidos. En medio de una guerra o al final de ella resulta difícil y a veces casi imposible encontrar el punto de arranque para un intercambio inicial. Se impone el odio y el rencor plenamente justificados si se mira hacia atrás, al recuerdo y a la memoria de los seres queridos que se han perdido. Pero mirando hacia adelante pensando en la reconstrucción de una sociedad, es indispensable entender a los adversarios, a los contrincantes y aún a los más oprobiosos enemigos.

Roberto Zamarripa:

Muchos de los que colocaron diques a este encuentro ahora lo elogian. Sicilia pasó de irresponsable al pedir la renuncia de García Luna a un poeta sensato que hasta crucifijos regala al Presidente. Quienes decían -dicen- que los cuestionamientos a la estrategia gubernamental favorecen al crimen ahora declaran que el diálogo es la divisa y dan bienvenida la crítica. Si por lo menos eso cambió, qué bueno.

Enrique Krauze:

El Presidente hizo lo que debió haber hecho desde hace tiempo: escuchar primero, darse a escuchar después. Creo que por primera vez expuso sus razones con claridad, sin los estorbosos formatos del discurso preparado o la imagen hierática que proyecta en la televisión. Y sin protocolos, dejó que sus sentimientos se expresaran. Si esta experiencia fue, como él mismo escribió, “aleccionadora”, deberá dar pie a otros encuentros. Se instalará una Mesa de Negociación que deberá revisar los seis puntos del Pacto Nacional propuesto por el Movimiento en el Zócalo. Y en tres meses las partes volverán a reunirse.

Miguel Ángel Granados Chapa:

Algo cambió en la relación de gobernantes y gobernados el jueves 23 de junio, en el Castillo de Chapultepec. Por primera vez en la historia estuvieron frente a frente, cara a cara, las víctimas y el poder. Un sistema político entre cuyos rasgos cuenta el desdén del gobierno a los ciudadanos experimentó una mudanza cuyos alcances están todavía por definirse. Porque la reunión en la antigua residencia presidencial fue, al mismo tiempo, culminación y comienzo, logro y expectativa, exposición de agravios y avistamiento de remedios.

Denise Dresser:

Señor Presidente, aplaudo el diálogo que tuvo lugar entre usted, Javier Sicilia y las víctimas de la violencia que vive el país. Reconozco el valor de sentar en la misma mesa a gobernantes y gobernados, a quienes no tienen poder y a quienes lo ejercen, a ciudadanos y a quienes deberían actuar como sus representantes, pero que con demasiada frecuencia no lo hacen. Celebro un evento reconocido como excepcional a pesar de que no debería serlo y tardó demasiado en ocurrir. Aplaudo que su gobierno demuestre el deseo de escuchar en vez de ignorar, atender en vez de posponer, encarar la magnitud de los agravios en vez de justificarlos. Todo ello es un indicador de avance. Un pequeño paso en la dirección correcta. Una rendija de oportunidad ante lo que ha sido -hasta ahora- una ventana cerrada.

Pero detrás de la forma loable, persiste el fondo cuestionable.

Cecilia Soto:

Pero desde mi punto de vista el Presidente fue más allá que simplemente ratificar en el discurso sus decisiones. Al explicitar su interpretación del salto cualitativo en la explosión de violencia por parte del crimen organizado, como uno que se explica por la transición entre una etapa en la que predomina el narcotráfico a otra en la que el objetivo es sobre todo el narcomenudeo, el Presidente pide implícitamente un análisis crítico de esa interpretación que a mí me parece limitada, aunque con elementos importantes. Al exponer que su estrategia tiene tres componentes: enfrentar y someter a los criminales, reconstruir y fortalecer a las instituciones responsables de hacer cumplir la ley y reconstruir el tejido social, el Ejecutivo permite que cada una de esas prioridades se analice, se pese, se contraste con lo logrado. Sin decirlo dice: es posible que haya cometido errores pero no puedo no actuar.




Las críticas, siempre "bien" de Dresser a Calderón


'Bella estrategia'
Denise Dresser
27 Jun. 11


Para: Felipe Calderón.

De: Una ciudadana presente en el Diálogo en el Castillo de Chapultepec.


Señor Presidente, aplaudo el diálogo que tuvo lugar entre usted, Javier Sicilia y las víctimas de la violencia que vive el país. Reconozco el valor de sentar en la misma mesa a gobernantes y gobernados, a quienes no tienen poder y a quienes lo ejercen, a ciudadanos y a quienes deberían actuar como sus representantes, pero que con demasiada frecuencia no lo hacen. Celebro un evento reconocido como excepcional a pesar de que no debería serlo y tardó demasiado en ocurrir. Aplaudo que su Gobierno demuestre el deseo de escuchar en vez de ignorar, atender en vez de posponer, encarar la magnitud de los agravios en vez de justificarlos. Todo ello es un indicador de avance. Un pequeño paso en la dirección correcta. Una rendija de oportunidad ante lo que ha sido -hasta ahora- una ventana cerrada.

Pero detrás de la forma loable, persiste el fondo cuestionable. Detrás de la interlocución aplaudible, permanece la obcecación sorprendente. Detrás del diálogo sobre la estrategia gubernamental, queda la percepción de que usted no está, en realidad, dispuesto a reformarla. Su posición fue clara y contundente. Ante la violencia el Estado no puede permanecer indiferente, dijo. Hubiera sido más cómodo para mí no actuar, insistió. Aceptaré la crítica -aún injusta- por haber actuado, reiteró. Muchos no hicieron nada y yo en cambio actué, argumentó. No claudicaré, avisó. Y así confirmó un patrón de comportamiento que ha sido sello de su gobierno y razón de los cuestionamientos crecientes hacia él. Ahondó la brecha entre su postura y la de quienes padecen los costos de una estrategia mal diseñada.

La brecha entre esfuerzo y resultados, entre intención e impactos, entre el orgullo que usted siente por haber actuado y lo que ha producido esa actuación. El mensaje que usted manda es que México estaría mucho peor si usted no hubiera demostrado la osadía que le regateamos. Si usted no hubiera desplegado la valentía que le escatimamos. En el Castillo de Chapultepec mostró humor y humildad, tolerancia y humanidad. Pero en el tema de fondo -el replanteamiento de la estrategia de combate al crimen- no estuvo dispuesto a moverse. Al contrario, lo que hubo de su parte fue un reproche a nosotros por no comprender que actúa correctamente.

Lo que quizás usted no entiende es que Javier Sicilia y quienes lo acompañamos no le estamos pidiendo que deje de combatir a los criminales, sino que lo haga de mejor manera. No le estamos exigiendo que el Estado abdique de su responsabilidad, sino que la ejerza con más inteligencia. No le estamos diciendo que cese en sus esfuerzos, sino que deje de confundir esos esfuerzos con la eficacia. Porque quedan pendientes las preguntas de Javier Sicilia: ¿dónde están las ganancias de la estrategia seguida hasta el momento? ¿Hay un solo indicador que hable de la ruta correcta? Como dijera Winston Churchill -con quien usted se identifica-, "Por más bella que sea la estrategia, ocasionalmente hay que mirar los resultados".

Ante los resultados conocidos -este México nuestro de decapitados y acribillados y una violencia que escala cada vez más- añado las siguientes preguntas a las que Javier Sicilia le formuló. ¿Su estrategia ha producido los resultados deseados más allá del número de capos que ha logrado aprehender? ¿No será que en lugar de reducir la violencia ha contribuido a su incremento? ¿No será que en vez de contener a los cárteles ha llevado a su dispersión? ¿No será que en lugar de mejorar la coordinación entre las agencias del sector de seguridad nacional ha alentado la duplicación de funciones y el cambio constante de agendas entre ellas? ¿No será que en vez de fomentar la colaboración entre los tres niveles de Gobierno ha acentuado su disfuncionalidad? ¿Acaso México hoy es un país más seguro, menos inestable, menos violento que cuando usted envió al Ejército a las calles?

¿No es cierto que aunque el Gobierno ha podido capturar o matar a capos de alto nivel, las detenciones han provocado divisiones entre los cárteles y el surgimiento de nuevas organizaciones? ¿No es cierto que, a su vez, estas divisiones y las acciones vengativas contra el Gobierno han generado una alza abrupta en la violencia?

¿No es cierto que aunque su Gobierno ha producido la fragmentación de las organizaciones criminales, su dispersión a lo largo del territorio nacional ha impedido la recuperación de espacios públicos? ¿No es cierto que al cortar una cabeza surgen cinco más? ¿No es cierto que esta guerra -librada así- no va a producir una victoria contundente sino una violencia sin fin? ¿No es cierto que la responsabilidad sobre la búsqueda de alternativas viables a la estrategia actual recae en sus hombros y no los de las víctimas?

Finalmente, Sr. Presidente, ¿no es cierto que el liderazgo efectivo se evalúa en función de resultados y no de esfuerzos? ¿O le parece injusto que midamos su bella estrategia así? ¿Debemos aplaudir que haya lanzado una piedra aunque -como boomerang- regresó a pegarnos en la cabeza?