sábado, enero 22, 2011

El lunes, Conferencia en la EGAP, sobre No discriminación, imparitda por Conapred

Declaración del PRT sobre la violencia a las mujeres



¡NI UNA MUERTA MÁS!


El asesinato de Susana Chávez en Ciudad Juárez muestra en un sólo caso la gravedad de la situación de violencia a que se ha llegado en México, combinando por un lado el feminicidio y por el otro la criminalización y represión de la lucha social que ocurre en el marco de la militarización del país impuesta por Felipe Calderón y su supuesta guerra al narcotráfico.

Ciertamente ya había feminicidio antes de la llegada de Calderón por medio del fraude de 2006. Como ya se sabe, cuando hay impunidad, cuando no se frena el asesinato de mujeres (e incluso se exhonera a asesinos confesos como en el caso de Rubí) el crimen se repite, se multiplica y se extiende. El ejemplo más inmediato es el asesinato de la madre de Rubí, la compañera Marisela Escobedo. Pero por lo mismo ya no es solamente Ciudad Juárez. El mensaje de impunidad hace que el feminicidio se extienda. En el Estado de México el número de mujeres asesinadas es mayor y la semana pasada el Gobierno estatal, con el apoyo de la Secretaría de Gobernación e incluso de "Institutos de la Mujer" de varios estados de la República se opusieron a declarar la "emergencia de género" en aquella entidad por considerar que se quería "politizar" la situación, señalando la responsabilidad del Gobernador Peña Nieto el ptretendido candidato presidencial del PRI para el año 2012. En Colima, en otro extremo del país organismos de defensa de derechos humanos y fenministas están denunciando, al mismo tiempo, el gravísimo incremento en el número de violaciones y agresiones de todo tipo contra las mujeres. La impunidad fomenta y encubre el feminicidio.

Pero a lo anterior hay que agregarle la combinación explosiva que ha significado la llegada de Felipe Calderón y su criminal y violatoria de todo tipo de derechos, política de militarización del país en su guerra contra el narcotráfico. No se ponen de acuerdo totalmente con las cifras y quieren manipularlas, además de que hay una parte oscura al respecto, por ejemplo, en el número de nuevas desapariciones forzadas, ocultas bajo el manto confusio de "levantones" como si todas fueran obra del "crímen organizado" y no de policias y soldados, aunque a veces actuén en complicidad con aquellos.

Desde fines del 2006 que Calderón declara la guerra, concepto que ahora hipócritamente niega haber utilizado, aunque están todas las evidencias de sus discursos e incluso de su ridículo disfraz de militar, hay más de 28 mil homicidios. Se habla, una nueva y escalofriante categoría que ha tenido que incorporarse a las estadísticas, de 10 mil huérfanos producto de la guerra de Calderón. La cifra más difícil de determinar, la de los desaparecidos, oscila entre mil y 2 mil personas que han sido secuestradas y todavía no hay noticia de ellas. Rosario Ibarra demanda la presentación, junto con las madres del Comité "Eureka" de más de 500 personas desaparecidas durante los gobiernos del PRI , especialmente a partir del gobierno de Luis Echeverría, que tienen la característica de ser desaparecidos políticos, vinculados de una manera a otra a luchas políticas o guerrilleras de aquellos años. Con Calderón se eleva a más de mil personas pero probablemente más pues las víctimas ahora son de cualquier ámbito social y no necesariamente de activistas políticos, lo que hace más lento el proceso en que sus familiares denuncien públicamente la desaparición. Solamente para el 2010, el año de la mayor violencia, ellos están hablando de 15 mil 273 ejecuciones. El concepto es importante porque en una guerra se supone que hay enfrentamientos, batallas y en México estos enfrentamientos son los menos. Lo que hay son ejecuciones, es decir asesinatos, sin que haya enfrentamiento armado de las dos partes.

Así han matado a jóvenes en fiestas quinceañeras, así han matado a familias enteras al pasar un retén militar, así han matado a estudiantes saliendo de la escuela. Ellos usan las cifras de muertos para decir que van "ganando" la guerra. Mientras más muertos, mayor triunfo en su guerra. Sugieren entonces que todos los muertos son criminales, lo que es falso (además de que aunque fueran no se justifica una política que lo que se propone es simplemente matar) y cuando se les demuestra que están calumniando a personas inocentes a los que presentan como "sicarios" o delincuentes, incorporan la explicación de que son "daños colaterales" o "sacrificios necesarios" en el marco de esta guerra. Es el extremo de esta necropolítica criminal de la militarización. Como denunciamos la falsedad e hipocresía de esta guerra y la realidad violatoria de derechos de la militarización están matando ahora también a los defensores de derechos humanos, a las activistas contra la militarización y el feminicidio. Así mataron a Josefina Reyes el año pasado en Ciudad Juárez, activista que viene desde la primera época de lucha contra el feminicidio.

Como mucha gente de Ciudad Juárez que está emigrando a Estados Unidos o a otras partes del país, también activistas amenazadas han tenido que salir como la compañera Cipriana Jurado, también luchadora desde la primera época contra el feminicidio.

El otro caso gravísimo de Marisela Escobedo, que denunciaba que los jueces exhoneraron a Sergio Rafael Barraza, asesino confeso de su hija Rubí, y que es asesinada cuando protestaba ante el Palacio de Gobierno de Chihuahua. Después de su asesinato, agresiones y amenazas contra sus familiares y amistades continúan, obligando a varios de ellos a emigrar a Estados Unidos.

A pesar de todo ello las protestas en la calle y las movilizaciones en Ciudad Juárez y en Chihuahua continúan gracias al valor, consecuencia y compromiso de activistas y defensores de derechos humanos unidos con el dolor de la gente y familiares de las víctimas. Todos ellos deben recibir nuestra solidaridad y apoyo en acciones y protestas en todas partes fuera de Chihuahua también, pues las amenazas continúan como las que ha recibido en estos días el compañero José Hernández allá en Ciudad Juárez.

El alto grado de violencia hacia las mujeres que se comete en México ha colocado al país, como un paradigma por el número de mujeres asesinadas y cuyas muertes no han obtenido justicia ni han sido esclarecidas. Chihuahua se ha convertido en el arquetipo de la militarización del país, siendo uno de los Estados más golpeados durante la así llamada guerra contra narcotráfico, colocando a Ciudad Juárez a nivel mundial como una de las fronteras más violentas.

La gravedad de la situación se ha elevado con el asesinato de mujeres defensoras de derechos humanos, luchadoras sociales y activistas que exigen justicia para los casos de violencia contras mujeres Además del asesinato de Marisela Escobedo ahora el asesinato de Susana Chávez es un caso paradigmático que no hay que subestimar. Se trata de una activista y luchadora social, poetisa, que buscaba vincular el arte y cultura en la lucha contra el feminicidio en Ciudad Juárez y creadora de la consigna:¡ Ni una Muerta Mas! Por eso su asesinato ha generado una gran respuesta de indignación y protesta social. Ahora las autoridades pretenden denostar la memoria de Susana y banalizar su asesinato. Eso es lo que significa la versión oficiosa que pretende explicar el asesinato producto de una borrachera en compañía de personas "inconvenientes". Es una nueva edición de la "explicación" misógina, sexista, que pretende responsabilizar a las mujeres de su muerte por "provocadoras", por su estilo de vida o por su forma de vestir, como solía decir el actual Procurador General de la República, el señor Chávez Chávez, cuando era Procurador de Justicia en Chihuahua y pretendía regañar a las madres de las jóvenes asesinadas por permitirles usar minifaldas.

Nada justifica el asesinato de mujeres y las mujeres tienen derecho a vivir, actuar, comportarse, vestir como quieran y no condenadas a vivir encerradas en su casas, sin poder salir a las calles, especialmente a ciertas horas o rumbos, u obligadamente acompañadas de sus padres o maridos. No queremos ese mundo del terror y de la intolerancia de la derecha y sus valores que quiere ahora imponerse con la impunidad frente a los feminicidios y los crímenes producto de la militarización del país.

Si Susana fue asesinada por atreverse a vivir en libertad es un ejemplo más -contra los que cierran los ojos y ni se atreven a mencionar la palabra feminicido, como los funcionarios de Peña Nieto- de que fue asesinada por ser mujer. Pero conociendo la trayectoria de Susana, lo que escribía y pensaba, las razones por las que luchaba, el asesinato de Marisela, unas semanas antes, las amenazas continuadas contra sus familiares y amigos, las amenazas contra otros activistas, es obvio que el asesinato de Susana también es una abierta agresión contra todo el movimiento y los defensores de derechos humanos, en la persona de una de sus más claras y sensibles compañera.

Un diputado priísta de Chihuahua, conociendo de las protestas del movimiento, porque las autoridades han quitado una y otra vez las veladoras colocadas en memoria de Marisela frente al Palacio de Gobierno, ha dicho que se trata de un "negocio" de las ONGs que piden dinero a Estados Unidos para comprar cientos de veladoras y que si quieren ponerlas que vayan a ponerlas a Catedral, en vez de hacerlo en la calle frente al palacio de Gobierno, pues es en la Catedral donde hay que encerrarse a rezar para que acabe la violencia.

Rechazamos las lecciones de moral de la derecha, del PAN y del PRI. No a la resignación, no a la aceptación como "mal natural" o "daño colateral" de la actual situación. No es encerrándonos en casa a llorar o rezar que esto terminará. Es por medio de la lucha, en la calle, en la movilización, en la organización y la lucha política donde está el camino para lograr que México despierte ya de esta pesadilla que ha significado un gobierno espúrio, pero también criminal, heraldo de la muerte, de la necropolítica de Estado, responsable de la actual situación de violencia que vive el país, violando leyes y derechos, atentando contra la vida, el acceso a la justicia, el bienestar social y la dignidad humana de la población. El sueño de Susana gritando "Ni una muerta más" es posible solamente con la lucha organizada.


!Súmate a las movilizaciones y campañas nacionales e internacionales contra el feminicidio y la militarización en México!

Partido Revolucionario de las y los Trabajadores (PRT)

Sección Mexicana de la Cuarta Internacional.



Ni una muerta más

Foto: Ina Riaskov/Producciones y Milagros Agrupación Feminista

contacto: proyectos.prodymil@yahoo.com.mx
http://www.flickr.com/photos/produccionesymilagros/5358249827/


Ni una más...más allá de la denuncia...?

Por Rocio Duque

El silencio, como las protesta, es la droga de nuestros tiempos, la manera en que hacemos algo sin hacer nada...” Charles Bowden (Murder city. Ciudad Juarez and the global economy's new killing fields)

Era la primavera de 1993 cuando los cuerpos empezaron a aparecer.

Luego, se fueron apilando..Cuántos? Nadie lo sabe con seguridad , aunque alrededor de 745 mujeres fueron asesinadas en circunstancias particulares (secuestro, violación y tortura ) sólo en Ciudad Juárez entre 1993 y 2009, de acuerdo a cifras más o menos oficiales. Sólo en 2010, 304 mujeres fueron asesinadas en Juárez, más que en ningun otro año.

Fueron Esther Chávez e Irma Campos (ambas fallecidas hace poco) las compañeras que iniciaron la cuenta del horror, hace muchos años, cuando a nadie le importaba; cuando la “gente bien” decia “se lo habrán buscado...” , cuando no todo mundo tenía miedo y coraje..Luego, la cosa se puso peor y la gente decia “... que se maten entre ellos”. Ahora...

Las cifras, de repente, empiezan a perder sentido. 30 mil y pico de muertes en la “guerra contra las drogas”? Y finalmente no es sólo el cuánto, sino el cómo y el por qué ...Una mujer es asesinada a plena luz del día frente al Palacio de Gobierno de Chihuahua, su ejecución , filmada. Una mujer que exigía justicia por el asesinato de su hija...otra, que también denunciaba, simplemente desaparece y su cuerpo mutilado es encontrado días después...

Cuando alguien me pregunta por qué asesinan de esta manera a las mujeres en México, mi respuesta es simple: porque pueden.

Y siguió y siguió...hasta la fecha...:en 2010, 304 mujeres en Juárez fueron asesinadas, más que ningún otro año dice Victor Quintana en Otro año de guerra absurda y feminicida y agrega: “Nunca en la historia del estado de Chihuahua y del país habían acaecido tantos asesinatos como en el cuarto año de la guerra calderoniana contra el crimen. Pero lo que más indignación produce a la ciudadanía son la ineficacia de dicha guerra y la economía política de la misma, es decir, a quién, o a quiénes aprovechan las decenas de miles de muertos en México, con la destrucción física, mental y social que traen consigo.”


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La investigadora Angeles Magdaleno, charla a propósito de los atagues sistemáticos al SME por parte de Lozano Alarcón

Información de la investigadora sirve de material para el video del canal6dejulio sobre el SME: "Para vivir mejor. El presidente del empleo"


Murió Fausto Trejo, luchador social y parte del Comité 68

La bandera roja con la hoz y el martillo cubrió su féretro


Destierro y persecución, el precio que pagó por apoyar a estudiantes

Foto
Fausto Trejo asistió en 2001 a la Escuela Normal Superior al mitin homenaje por las víctimas del halconazo del 10 de junio de 1971Foto Alejandro Meléndez
Andrea Becerril
Periódico La Jornada
Sábado 22 de enero de 2011, p. 13

Destacado participante en el movimiento estudiantil del 68, profesor y siquiatra reconocido, pero sobre todo luchador social que a pesar de la presión, el destierro y la persecución política, siempre defendió sus principios, ayer falleció en esta ciudad el doctor Fausto Trejo Fuentes.

Sus restos fueron velados anoche en su domicilio de la colonia Del Valle, por sus familiares, sus compañeros sobrevivientes a la masacre de la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, sus amigos comunistas y por sus alumnos, a los que dedicó buena parte de su existencia.

Sobre su féretro se colocó una bandera roja, con la hoz y el martillo y la inscripción: Hasta la victoria siempre, camarada Fausto Trejo. También, de acuerdo con su última voluntad, se colocaron junto al féretro dos cuadros: una pintura a lápiz del Che Guevara –que le regaló el escritor Mario Benedetti– y la otra, la de su Cristo Guerrillero, relató su hija María Elena Trejo.

Fue amigo del Che Guevara y de Fidel Castro, a quienes ayudó cuando estuvieron en México para organizar la expedición a Cuba.

La mayor parte de los integrantes del Comité 68 estuvieron presentes. Raúl Álvarez Garín lo recordó como el brillante profesor que impulsó en la década de los 60 la reforma educativa y tuvo una fuerte influencia entre los estudiantes, a los que conmovía con sus apasionados discursos y su alegría por la vida.

“Él tenía una presencia directa en el movimiento de masas, pronunció algunos de los discursos más relevantes durante el movimiento del 68. Encarcelado por el régimen de Gustavo Díaz Ordaz, durante una de las audiencias públicas dentro del proceso que se le seguía, se atrevió a pedir que se guardara un minuto de silencio en memoria de las víctimas de la matanza de Tlatelolco.

El juez Ferrer MacGregor estalló en cólera, nos echó a la policía encima y ordenó que nos desalojaran, narró Álvarez Garín.

Jesús Martín del Campo, también rememoró anoche aquellos años y dijo que el doctor Trejo será recordado con gran respeto y admiración. Está en nuestra mente y corazón, porque en 1968 fue uno de los maestros que se la jugó con la juventud y arriesgó su vida, su profesión y su libertad, junto con Heberto Castillo y Eli de Gortari.

A menudo señaló que la mayor enseñanza que recibió se la dieron los estudiantes. Por ello nunca se desligó de la docencia. Despúes de salir de Lecumberri, y en los años 70, Trejo estuvo desterrado en Uruguay y luego, con el apoyo de Salvador Allende, vivió una temporada en Chile. Cuando volvió a México no pudo regresar a las aulas, porque desaparecieron todos sus papeles, hasta su acta de nacimiento, explica su hija María Elena.

Resalta que pese al acoso que sufrió por parte del gobierno federal, a la tortura a manos del entonces jefe policiaco Arturo Durazo, a las acusaciones de ser guerrillero, Trejo siguió participando en movimientos sociales y practicó su profesión de siquiatra y sicoanalista, siempre con sentido humanista. Siguió en la lucha, junto con muchos de los que están aquí, señala María Elena y ve hacia donde están Ignacia Rodríguez, la Nacha, Raúl Vega, Oralia García, junto con Álvarez Garín y Luis Sosa.

Su ex alumno, Juan Ramón de la Fuente, ya como rector de la UNAM, ayudó a Trejo a regresar a su labor de catedrático; a la par impulsó la creación del Comité 68, para exigir desde ahí el castigo a Luis Echeverría y los demás responsables de la matanza de Tlatelolco.

En agosto de 2009 Trejo sufrió un infarto cerebral. Aun así, el 2 de octubre de 2010 fue al Zócalo. Desde el Hotel Majestic, él, que quiso cambiar el mundo, vio a una multitud dispuesta a seguir en la batalla y aunque estaba ya muy decaído, eso lo reanimó, detalla José Jacques Medina.

Al doctor Trejo le sobreviven su esposa María Luis Guererro y sus cuatro hijos. Hoy a las siete de la noche sus restos serán cremados. Según su última voluntad, la mitad de sus cenizas se esparcirán en el río Tula –cercano a la casa de su infancia– y la otra mitad en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, el próximo 2 de octubre. Tenía 85 años.



La Marina también tortura


Daniel Rodríguez Morales narra que tres días fue torturado por marinos. Me fabricaron pruebas

Sanjuana Martínez

Especial para La Jornada

Periódico La Jornada
Viernes 21 de enero de 2011, p. 44

Monterrey, NL. Nosotros te vamos a arreglar la columna, cabrón, le gritaron a Daniel Rodríguez Morales, cuyas piernas no le respondían y era cargado por dos marinos al entrar a lo que parecía un gimnasio. Lo colgaron de las manos. Desnudo, con los ojos vendados. El golpe inicial de una tabla de madera en las nalgas lo hizo estremecerse de dolor. Luego siguieron las quemaduras en todo el cuerpo, las patadas en la columna vertebral, los puñetazos en las costillas... Aguantó el tormento físico en silencio para no darle gusto a sus verdugos que le exigían que gritara. Apretó las quijadas y los dientes hasta que lo intentaron ahogar con una bolsa de plástico. En ese momento emitió un grito desgarrador. Un golpe seco en la nariz y en la frente lo llevó a la oscuridad reparadora de un desmayo momentáneo. Al despertar, los torturadores lo esperaban para continuar con su tarea, la cual duró tres días.

“Di que la Marina te rescató –le exigían sus captores. Di que eres zeta,que vendes droga, que eres del crimen organizado”. Daniel se rehusaba. No podía aceptar someterse a una mentira: “Pensaba que me iban a matar. Éramos varios. Sólo oía los gritos y el llanto de otros. Me decían: ‘ya se nos murió uno. ¿Quieres ser el próximo? Coopera’. Cuando me iba a derrumbar tomaba fuerza pensando en mis dos hijos, en mi mamá, en mis hermanos. Quería despertar. Quería que se acabara aquella pesadilla.”

Integrantes de la Armada de México lo detuvieron el 15 de octubre por la mañana en la calle Uranio, colonia San Pedro 400. Ocho marinos entraron a su casa sin orden de cateo y se lo llevaron sin orden de detención: “Nunca dijeron a quién buscaban, sólo me agarraron de la camiseta y me la pusieron en la cabeza, me estiraron del escapulario de San Judas Tadeo que traía en el cuello y me abrieron la cabeza de un cachazo. Desperté cuando me bajaron entre dos. Me torturaron durante tres días. No me dieron de beber ni de comer; no me permitían dormir. A fuerza querían que dijera que era narco”.

Daniel habla mientras camina con mucha dificultad. Usa bastón. La mañana es luminosa. El sol brilla en el patio del penal de Apodaca, Nuevo León. Su madre, Blanca Eva Morales, le ha traído carne con mole y arroz para almorzar. Su hermano Víctor está sentado en la mesa esperándolo. Han pasado tres meses de la tortura y las secuelas se traducen en intensos dolores que mitiga con las medicinas que su familia le trae cada semana: “Estoy desesperado, deprimido, hundido. No hice nada y aquí estoy por un montaje de la Marina. Me fabricaron delitos. Me sembraron pruebas. Alteraron todo. Dicen que me detuvieron en otra parte. Me convirtieron en zeta. Sacaron un comunicado y mi nombre está en Internet. Soy inocente. ¿Qué va a pasar cuando salga de aquí? ¿Cómo voy a recuperar mi buena reputación? ¿Cómo voy a conseguir trabajo? Me han destruido”.

La entrada de periodistas al penal para ver a Daniel no está permitida. Su caso, como el de otros nueve presos, es considerado como un asunto delicado. Esta reportera entró a través de los controles de visita familiar, con una cita previamente acordada con el interno: Mi mamá intentó que otros medios denunciaran lo que me pasó, pero nadie quiso por tratarse de la Marina. La gente le tiene mucho miedo a los marinos; yo en cambio les tengo coraje. No es justo lo que me hicieron, comenta y muestra las huellas de torturas en las fotos tomadas por su madre cuando lo presentaron ante el juzgado quinto federal.

El montaje

¿Quieres abecedario o las vocales?, le preguntaban los torturadores a Daniel. Se trataba de darle un tablazo por cada letra: “Querían que me quebrara. Me dejaban tirado en el piso. Apenas me mojaban los labios con agua. Nunca pude ver el lugar, pero parecía un gimnasio. Cerca había unos baños. Recuerdo el olor y hasta allí me llevaban. Nunca dejaron de golpearme. El tercer día me dijeron: Mucho cuidado con hablar y contar algo. Si lo haces, mataremos a tu familia.

La Secretaría de Marina tiene su destacamento en instalaciones deportivas ubicadas en avenida López Mateos. Tres días después deloperativo en la calle Uranio, colonia San Pedro 400, emitió un comunicado donde señalaba que había detenido a 10 hombres pertenecientes a un grupo del crimen organizado, concretamente aLos Zetas. El documento decía que en la operación aseguraron dos AK47 (cuerno de chivo), un fusil ametralladora M-1 calibre 30, dos armas cortas, 111 cartuchos de diversos calibres, 220 dosis de cocaína, 440 dosis más de crack, 80 gramos de mariguana, un vehículo y equipo de comunicación.

Cuando la Marina presentó a los 10 detenidos ante la Procuraduría General de la República el Ministerio Público se sorprendió: “Se quedó asustado al ver lo golpeado que estábamos. Nos dijo: ‘Cómo los han dejado’. Pero nadie intercedió por nosotros. Yo traía el ojo derecho cerrado por los golpes. En las heridas de las muñecas traía pus. No podía caminar. Estaba muy adolorido. En ese momento conocí a los que supuestamente eran mis cómplices”, cuenta Daniel.

Para su sorpresa, Daniel descubrió que no era el único inocente acusado falsamente por la Marina. En el penal se fue familiarizando con cada uno de los detenidos que componían la supuesta célula de Los Zetas. Cuenta que tres fueron sacados por los marinos de un taller mecánico cercano a su casa en San Pedro; otros tres lavachoches los detuvieron en el estacionamiento del supermercado Soriana y dos eran camioneros que fueron detenidos una noche antes en un enfrentamiento que ocurrió en Santa Catarina, donde murió un marino. Ambos se resguardaron de la balacera en la tienda de una gasolinera: Un trailero trabaja en Vitro y llevaba la carga. Tiene todos los documentos que avalan el recorrido que hizo. Iba a Tepic, de donde es. El otro trailero es de Querétaro. Los tres compartimos celda.

Todos han tenido la oportunidad de contarse sus historias y cotejar los datos con los que cuentan. El proceso que se les sigue es por pertenencia al crimen organizado. La Marina no se ha presentado en las pasadas dos citas jurídicas: Todo fue un montaje. Fueron levantando inocentes por puro coraje, porque les mataron a uno de ellos y querían presentar a los culpables de cualquier manera. Ahora saben que el caso no se sostiene. No tienen nada de lo que dicen. Hay muchas contradicciones en el expediente.

Daniel es un gran amante de la música. Y ha trabajado como DJ en bares y discotecas. Estaba desempleado desde hacía unos meses, intentando recuperarse de sus problemas de columna. Su madre lo ayudaba económicamente: Lo único que quiero es salir de aquí y olvidarme de todo. No he dejado que mis niños me vengan a ver. No lo soportaría. Sólo pienso en abrazarlos y estar nuevamente con ellos, dice llorando.

Madre Coraje

Blanca Eva Morales tuvo cinco hijos. Al nacer el último, con una deficiencia mental, su esposo la abandonó. Eso fue hace 18 años y desde entonces los ha sacado adelante: Yo vendo zapatos, ropa, trabajo todos los turnos que haga falta porque no quiero que anden mal vestidos ni que les falte nada, dice mientras sirve el mole y anima a Daniel a comer.

Tiene los ojos verdes. Lleva recogido el pelo en una coleta. Usa pantalón de mezclilla y camiseta. Parece una mujer enérgica, pero su cara amorosa se expone en cuanto mira a Daniel. Todos los días que puede viene a verlo a la cárcel. Le trae despensa, medicinas, cobijas, ropa, calzado: No puedo dejar que se me venga abajo.

Recuerda la angustia que padeció mientras el joven estaba desaparecido y el vía crucis judicial de estos últimos tres meses. Se limpia las lágrimas. Da un trago al refresco y dice: “Fui y me paré a la Marina hasta que apareció. Les gritaba. Los escupía. Les decía: ‘Deténganme a mí, desgraciados. Si me lo matan, no se la van a acabar”. Yo sabía que lo estaban torturando. Allí estuve día y noche. Me tomaban por loca. Yo pensé: si me lo entregan va estar bien golpeado. Me lo van a dejar peor de la columna. Tal vez tenga que volver al pañal y la sonda, pero no me importa. Si me lo matan, lo van a desaparecer”.

Blanca es policía y conoce los entresijos del sistema judicial: Fui viendo los detalles del expediente. Todo se cae por sí solo (...) Me entró mucho coraje. Fui y hablé con la directora de la Comisión Estatal de Derechos Humanos y no quiso hacer nada. Le pedí ayuda a mucha gente. Nadie quiso hacer nada. Todo mundo le teme a la Marina. Yo no.

martes, enero 18, 2011

La protesta de ayer, contra la violencia y asesinato de mujeres, en Monterrey, N.L.

Monterrey, el vuelco


Monterrey, el vuelco
 
Jesús Cantú 

MÉXICO, D.F., 17 de enero.- En 1999, la revista Fortune designó a Monterrey como la ciudad latinoamericana más atractiva para hacer negocios; en 2002, en vísperas de la visita del presidente estadunidense, The New York Times la catalogó como modelo; en 2005, la revista América Economía la ubicó como la urbe más segura, y todavía en 2007 quedó posicionada como la tercera mejor ciudad para hacer negocios en América Latina.

Apenas en marzo de 2001, el entonces gobernador del estado, Fernando Canales, declaró: “A mí el narco me hace los mandados”. Y en 2008, Luis Carlos Treviño Berchelmann, entonces procurador general de Justicia, y Aldo Fasci, a la sazón secretario de Seguridad Pública, le respondían a un enviado de un diario texano que Nuevo León estaba blindado, que jamás padecería la inseguridad y el clima de violencia que se vivían en Tamaulipas.

Todo eso se derrumbó en muy pocos meses, particularmente en 2010: En un informe, la Secretaría de la Defensa Nacional –según difundió en noviembre el diario regiomontano El Norte– identificó a Monterrey y a otros ocho municipios del estado entre los 19 de mayor riesgo para los militares (los otros 10 se encuentran en Tamaulipas). El hecho es que en esos 19 municipios las fuerzas castrenses recibieron 91 de los 128 ataques que sufrieron de enero a octubre de 2010. 

En 2010, conforme a los datos de la Procuraduría de Justicia estatal, se cometieron 828 homicidios dolosos. El vocero estatal en materia de seguridad, Jorge Domene, declaró que 361 de ellos estuvieron vinculados a las luchas entre los distintos grupos del crimen organizado y que en los enfrentamientos habrían muerto 30 personas inocentes. Una estadística dada a conocer por El Norte estableció que en los tres años previos (de 2007 a 2009) se habrían cometido 813 homicidios, es decir, que el promedio anual durante ese trienio fue de 271 homicidios, mientras que en 2010 ese número se triplicó.

El vuelco es dramático, y eso se percibe en la ciudad. La vida nocturna ha disminuido notablemente. Zonas completas –como el denominado Barrio Antiguo, equivalente al centro histórico en otras ciudades– están desoladas, lo que contrasta con el continuo e intenso ajetreo que se observaba hace apenas unos meses, en los que la vida no se detenía un minuto del jueves por la noche al domingo por la mañana.

El 11 de abril de 2010, el rector del Sistema Tecnológico de Monterrey, Rafael Rangel Sostman, aventuraba algunas explicaciones a la comunidad congregada en el Estadio Tecnológico tras el asesinato de los dos estudiantes que cayeron abatidos dentro de las mismas instalaciones universitarias. Decía que Monterrey, como muchas otras ciudades a nivel mundial, había “logrado su desarrollo con base en valores y principios tales como el respeto a las personas y a los derechos humanos, la cultura del esfuerzo y la honestidad, la justicia, la integridad, la equidad, la cultura del trabajo y el ahorro, la superación de la persona a través de la educación, y la educación como camino para crecer y desarrollar una sociedad más equitativa, solidaria y democrática.
“Pero –contrastaba– hoy nos encontramos ante una sociedad en que, lamentablemente, se promueven y viven valores muy distintos a los anteriores: consideramos el éxito individual como única meta en la vida, queremos lograr nuestros objetivos a través del mínimo esfuerzo, tenemos los hábitos del dispendio y del consumismo, buscamos la riqueza como único fin, vemos la educación como vehícu lo para satisfacer exclusivamente necesidades personales, como lograr mayores ingresos monetarios.”

Y puntualizaba: “Nos hemos vuelto ciegos, sordos e indiferentes ante la pobreza, la injusticia, la falta de oportunidades, la desigualdad y el desempleo, y vemos todas estas anomalías como algo natural y normal en nuestra sociedad: nos hemos puesto un velo en los ojos”.

La autocrítica también pasó por las universidades, al señalar que los esfuerzos se centraron en “preparar a nuestros alumnos exclusivamente para que tengan una alta empleabilidad con fines monetarios y de éxito profesional, y muchas veces ni eso lo hacemos bien; pero lo más importante es que damos muy poca relevancia a nuestra misión de formar verdaderos ciudadanos que asuman su responsabilidad social y política para cambiar este país”.

Para concluir: “En otras palabras, la inseguridad que padecemos es el resultado de que hemos degradado nuestros valores y principios, y hemos aceptado esta degradación como algo natural”.

La resistencia de los "nadie"


Juárez: la resistencia de los "nadie"

 
Marcela Turati

CIUDAD JUÁREZ, CHIH., 11 de enero (Proceso).- Rubén Vázquez estaba harto de la sangrienta guerra entre las pandillas de su barrio. Para proteger a su familia colocó una puerta de triplay que resistió cachazos, garrotazos y puntapiés vandálicos. En la desesperación, bardeó su casa, enrejó ventanas y las forró con plástico para repeler pedradas. Contra los balazos sólo le quedaba rezar y tirarse con los suyos al piso. 
A partir de 2008, cuando la comezón asesina contagió a los jóvenes juarenses y los cárteles enrolaban sicarios por barrios periféricos como el suyo –afincados sobre dunas; las viviendas elaboradas con desperdicios–, él se sintió desolado. Hasta que tuvo una idea. 

Limpió un arroyo cercano, lo emparejó y despedregó, le pintó una larga raya blanca hasta formar un rectángulo e instaló unos fierros en cada extremo. Se puso un silbato al cuello e invitó, casa por casa, a los pandilleros enemigos a que disputaran el honor en la cancha improvisada. Ellos le tomaron la palabra: la Liga de Futbol Siglo 21 es un éxito. Mientras la delincuencia en la ciudad rebasa los límites de lo imposible (en tres años saltó de uno a siete asesinatos por día), la colonia Siglo 21 es ahora más segura. 

Este logro es posible gracias a jugadores como David Chavero, El Coreano, un veinteañero de ojos rasgados y tatuajes con letras orientales que lidera la pandilla Indios, una banda de cholos armados que el año pasado perdió a tres integrantes en la disputas territoriales. Por su bravura, cualquiera de los cárteles querría ficharlo, pero Vázquez se les adelantó y lo reclutó para el deporte. 

Sentado en el porche de la casa de los Vázquez, el capitán del equipo Indios sonríe al explicar su transformación: “Antes nomás andaba peleando el territorio, sólo subíamos pa’cá a agarrar de balazos a los de aquí, pero ahora ya hasta me saludan. Ya namás estoy esperando a que sea domingo para jugar”.
Don Rubén (como todos le dicen a Vázquez), su esposa Dolores y las vecinas que presencian la entrevista lo escuchan con respeto, ya no con desconfianza o miedo.

“Cuando no había equipo peleaba, me drogaba, asaltábamos, pensaba nomás en la venganza porque del barrio han matado a cinco o seis. Ya ahora pienso diferente, hago otras cosas, juego fut, cascareamos, venimos todos los domingos y busco trabajo en la maquila, pero está bien cabrón, no me agarran por los tatuajes y por no tener papeles de estudios”, dice con la mirada baja.

A su lado, Meni, otro de su tribu, agrega: “A como está de gacha la ciudad y ahora que ofrecen jale de sicario y 3 mil a la semana, con el deporte sí se despeja uno la mente para otras ideas, ya no piensa pura maldad”. 

El Coreano asiente. Su piel parece un códice en el que lleva escrito –en el brazo izquierdo– Estela en chino, su apodo en letras cholas, un dragón en el hombro derecho, una mata de mariguana en la axila, el nombre de sus hijos en el pecho, dos calaveras en el cuello y una araña en la espalda. Esos son sólo los tatuajes visibles; ocultos bajo la camiseta holgada porta otra decena de inscripciones y siete cicatrices de balazos.

“El día que me pusieron tres balazos, al día siguiente me vine a jugar”, festeja antes de concentrarse para leer la cartulina con el rol de juegos del próximo fin de semana: jugarán siete equipos de mujeres, 10 de niños y 16 de adultos, que llevan nombres como Resto del Mundo, Inter, Deportivo Chong y Blue Star, provenientes de cinco barrios vecinos.

“Los de Blue Star eran unos chavalitos bien drogadictos, andaban cayéndose por tanta aguaceleste. Una mamá los trae, me dice ‘don Rubén, no completé para el árbitro, ¿los deja jugar?’, y claro, el chiste es que dejen unas horas las drogas. Siempre pierden, la última vez 5-0, pero les regalé un trofeo chiquito y andaban bien gustosos”, narra satisfecho el creador de la liga, que entre semana es chofer de un camión que transporta a obreros.

Las reglas de su campo prohíben drogarse o emborracharse. Los tres mejores equipos de cada categoría ganan un trofeo (el más grande del tamaño de una puerta), otro se da de consolación y el portero menos goleado recibe unos tacos. Cada equipo paga 125 pesos por juego, que alcanzan para pagar a los árbitros y para que Vázquez pague en abonos los siguientes trofeos. 

Sábados y domingos, de siete de la mañana a siete de la tarde, don Rubén se planta en el campo para atajar cualquier conato de bronca, expulsar a quien se acerque con cervezas, animar a los muchachos para que inviertan en un uniforme en lugar de drogas y no pierdan la fe en hallar un empleo.

Una vecina chismosa cuenta que una regidora quiere apropiarse de la liga y los priistas presionan para que la rebauticen como “Liga César Duarte”, como el gobernador. Don Rubén, firme como árbitro, prefiere mantener a los políticos afuera de la cancha, expulsados.

“Así como crecieron en el deporte podrían crecer en un trabajo, pero no tienen oportunidades para salir adelante; como están tatuados no los contratan. Una oportunidad les hace falta”, lamenta, pues la ciudad se diseñó con escasas preparatorias para que los jóvenes pasaran su juventud en las bandas de producción de las maquiladoras, que tampoco los contratan. 


Desarraigar la violencia

Los días de sol, a las seis de la tarde, el parque Hidalgo se va llenando de niños y niñas que apagaron el Nintendo para reunirse ahí, a pesar de que la ciudad está en guerra. 

En tres años, 7 mil 434 personas han sido asesinadas en Juárez, entre ellas más de 100 infantes. 2010 fue el año más sangriento: se cometieron 3 mil 111 asesinatos, y junio fue un mes fatal que se inauguró con la muerte de Liliana, una niña de tres años rafagueada junto a su papá; al día siguiente, dos hermanos, de tres y cinco años, vieron cuando un comando levantó a su padre del auto familiar (luego fue decapitado) y su mamá se desangró en el asiento; el día 13, un niño de ocho años presenció la ejecución de su papá, y el 16 fue torturado hasta la muerte Fidel, de 10 años, con sus abuelos...

En el parque, a los pequeños valientes los espera un colectivo de jóvenes que les imparten lecciones de resistencia ciudadana, camufladas con actividades culturales. 

Un chavalo flaco les enseña a pararse de cabeza y contorsionarse sobre una alfombra vieja; una hiphopera bate sus tambores africanos con los más pequeños y supervisa a las niñas del hula-hula; un escritor entretiene a los noveles dibujantes que, de vez en cuando, pintan sangre y balaceras; un filósofo ameniza con música tecno y un pasante de medicina atiende a los niños raspados.  

“Nuestra intención es que salgan a la calle a jugar, sabemos que representa un peligro salir al parque –aunque dentro de la casa los papás no los aguantan–. Sólo así, saliendo a  jugar, sabiéndonos sujetos de cambio y ciudadanos, vamos a poder recuperar las calles”, explica el esfuerzo Susana Molina, una hiphopera, poeta, dibujante y malabarista conocida en el mundo artístico como Obeja Negra. 

Ella, hija de migrantes llegados a Juárez atraídos por el trabajo de las fábricas, hace notar que en el Colectivo Fronterizo “habemos jóvenes que soñamos más allá del trabajo esclavizante de las maquilas, al que estábamos destinados, o que no nos volvimos sicarios ni vendemos drogas, porque ésa es una salida fácil. Nosotros queremos crear y hacer propuestas, sabemos que no vamos a cambiar a Juárez, pero nos permitimos soñar a pesar de la realidad devastadora”.

Los fines de semana, su colectivo se reúne con otros de poetas, malabaristas, teatreros, raperos y djs, y visitan barrios peligrosos, donde pintan con esténciles poemas en las paredes, cuentan cuentos, danzan, en un intento de convencer a la gente de salir de su encierro y enseñarlos a apropiarse de los espacios públicos. 
Por esta labor no obtuvieron fondos del programa federal emergente Todos Somos Juárez. “Prefirieron invertirlo en pavimentar calles”, lamenta Obeja Negra, quien reclama en la canción Ninguna guerra en mi nombre, que interpreta con las otras tres integrantes del grupo Batallones Femeninos: 

…Mi gente no se rinde, nunca esperen cobardía, me han dado más fuerza pa’ seguir con cada día, y decirles a los malos, no han podido todavía, llego con un corazón de acero, alzo mi voz al viento por mi ciudad que quiero (…) vengo aturdida por parranda de balazos, suenan, retumban los cañonazos, es la actitud, el surco de mis pasos, ninguna guerra en mi nombre, genocida primer mandatario…

“Rudy” (nombre ficticio) era un niño rechazado por todos. Su papá y su mamá prefirieron las drogas a cuidarlo, sus familiares no quisieron adoptarlo. Vivió varias temporadas en el DIF hasta que lo adoptaron unos tíos con poca paciencia. Tiene 13 años, y todos los días, por agresivo, era expulsado del salón. Un día lo rescataron Las Hormigas, un grupo de mujeres que atiende a niños y niñas abandonados, descuidados por sus padres, expulsados de las escuelas, agresivos o traumados, y les enseñan a enderezar su destino.

Las Hormigas han atendido a niños con problemas de lenguaje, a quienes el maltrato les paralizó la lengua, a unos que sólo sabían morder, a otros “desconectados de la realidad” tras presenciar el asesinato de su papá o a sobrevivientes de masacres.

Las fundadoras de la organización son Linabel Sarlat y Elvia Villescas, dos exmonjas que –contrario a lo que decidió para ellas su congregación– quisieron compartir la vida con los más pobres y eligieron el barrio Anapra, una colonia afincada sobre el arenoso desierto, poblada por casas de cartón, sin agua y donde era frecuente hallar cuerpos de mujeres enterrados. “Creemos que la única manera de romper la violencia es haciendo un trabajo de raíz, logrando un cambio en cada persona”, dice Sarlat, la exmonja yucateca.

Un diagnóstico similar arrojó la investigación que hizo entre pandilleros la socióloga Teresa Almada, directora del Centro Casa Promoción Juvenil, quien detectó que comparten un perfil de abandono, son hijos de migrantes y vivieron desintegración familiar, violencia y deserción escolar entre los 11 y 12 años. 

Le impresiona tanto la facilidad con la que los maestros de secundaria expulsan a los adolescentes, cancelándoles las expectativas de futuro, que con otros profesionistas diseñó una escuela tolerante a los adolescentes rebeldes, a los damnificados por las heridas de infancia y a quienes les inculcaron la violencia en la casa, para demostrar que su futuro puede tener un desenlace distinto al previsto.

Otros proyectos como éstos se barajan en Juárez: unos proporcionan jeringas a quienes se drogan para que lo hagan en forma segura hasta que salgan de la adicción. Unos raperos intentan que la gente reflexione sobre su ciudad. Los integrantes de una parroquia imparten talleres de duelo a familias en las que algún miembro ha sido ejecutado. Terapeutas recorren colonias marginales para atender a las personas trabadas por la violencia. Las familias con personas desaparecidas crean redes de ayuda. Es la resistencia de los “nadie”.