domingo, octubre 21, 2007

El despertar

José Agustín Ortiz Pinchetti jaorpin@yahoo.com.mx

Los que despiertan

Hace unos días, platicando con mi amigo el arquitecto Jorge Legorreta le comenté el impacto que me provoca la presencia masiva de una nueva ciudadanía visible y audible en los mítines de Andrés Manuel López Obrador. Él me recomendó que centrara mis trabajos periodísticos en resaltar y analizar ese fenómeno. “Tu contacto con el movimiento de Andrés Manuel, tu participación en él te da un excelente punto de mira”.

Unos días después le comenté a la directora de La Jornada, Carmen Lira, que estaba pensando en escribir sobre la vitalidad que se manifiesta en el movimiento obradorista. Carmen puntualizó: y no sólo en la política, es algo que emerge en todas partes. Me contó que Paul Leduc, el cineasta, había hecho una película en que aparecían escenas de movilizaciones en todas partes del mundo. Las más enjundiosas y alegres fueron las que pudo captar en el Zócalo de la ciudad de México en un acto musical.

Sí, yo creo que El despertar no solo abarca la conciencia política. Y creo también que estando trabajando en ese fenómeno en un área relativamente oculta a la opinión pública por el cerco mediático, vale la pena que yo exprese mi testimonio. Es algo de lo que ya he venido escribiendo. Quisiera dejar ahora el tema de la ética y la política y las reflexiones sobre el acontecer general que tiene tan buenos y numerosos opinadores. Voy a partir de la hipótesis que el despertar existe, e intentar describirlo con el mayor verismo. Con auténtico azoro de quien no juzga intelectualmente, sino que se emociona con lo que percibe.

Quiero referirme no sólo o no tanto al activismo casi sobrehumano de López Obrador, sino a la emergencia de una clara conciencia nueva de opositores e inconformes. AMLO es un catalizador. Por alguna razón que valdría la pena escudriñar, su presencia precipita una reacción social que se muestra tanto en los mítines de sus giras como en la credencialización y en los principios de organización de sus simpatizantes. Esto es lo importante, el despertar de los millones a una nueva conciencia: su entusiasmo, su alegría, el excelente nivel de respuesta, la participación, el folclor democrático y muy significativamente el orden, la disciplina en la que se expresa. Para mí el obradorismo (si podemos utilizar ese término) es un fenómeno cultural más que político. Cientos de miles, millones que estaban aletargados están despertando. No es la mayoría, es todavía una minoría, pero una enorme minoría.

La siesta histórica de la que habló Paz se acabó hace décadas y un pueblo alegre, activo, laborioso, disciplinado, harto de las monstruosas injusticias y desigualdades en las que vive y de soportar la impunidad de la descomposición de la clase política, está recobrando o adquiriendo el sentido de la alerta, la capacidad de exigir cuentas cotejar promesas con realizaciones. Es decir, un pueblo que se vuelve moderno, contemporáneo de los pueblos democráticos. El por qué se ha dado este fenómeno. Hacia dónde apunta y cómo afrontará y será afrontado por el actual “establecimiento” serán los intereses principales de mi nueva serie de artículos.


Nota: Aún en este norte inhóspito a ideas progresistas y solidarias hacia los desamparados (excepto que se trate de programas o shows donde se demuestre la filantropía regia dispuesta a dar limosnas pero no a cambiar al sistema generador de desigualdades e injusticias) encontramos afortunadas islas, remansos donde podemos cargar baterías y renovar esperanzas: en la Feria del Libro, la presentación de Elenita Poniatowska y su Amanecer en el Zócalo, logró reunir a una sala llena que escuchó de viva voz su postura de apoyo al movimiento de resistencia y su admiración por Andrés Manuel, a la vez que el repudio contra el usurpador y la campaña negra pre y postelectoral.

Elenita habló ante un auditorio que atendió respestuosamente su discurso, aplaudió las vivas y repitió los "es un honor estar con Obrador" si bien de manera tímida natural por la falta de costumbre de manifestarse y abrirse públicamente como seres que no encajan en el patrón mayoritario de "la cultura al trabajo y al esfuerzo" que el empresariado local (uno de los más reaccionarios del país) ha sabido imbuir en la conciencia de la población. Personas que no se atrevieron a unirse al coro pero lo veían asombradas y complacientes, incluso manifestaron admiración ante quienes sin miedo se proclamaban lopezobradoristas; y luego una laaaaarga fila de personas que comprando el libro buscaron pacientemente el autógrafo personalizado de la autora.

Lo mejor de todo es que en el público nos encontramos, claro a unos cuantos que siempre estamos presentes en eventos de resistencia pero sobre todo a una inmensa mayoría de rostros desconocidos para nosotros, esto es ciudadan@s anónimos que comparten la esperanza de un movimiento que no ha desaparecido como quisiera la derecha y sus corifeos.

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