Francisco López Bárcenas. La Jornada, 29 mayo 2010
Poco a poco, como se hacen las grandes caminatas, las que en el trayecto fijan su horizonte y construyen su camino, las luchas de los pueblos contra del despojo capitalista se van juntando para analizar sus experiencias y trazar sus alternativas. Conjuntamente, porque se han dado cuenta de que las luchas aisladas no tienen la suficiente fuerza para oponerse a los nuevos colonizadores. Los frentes de lucha son muchos: unos pelean contra las represas, otros contra las mineras y la defensa del agua, unos más contra compañías eólicas y turísticas. Pero en todos los casos hay dos elementos que los unen: la defensa de su patrimonio –territorios, tierras, recursos naturales y cultura– y su oposición a que sean empresas de capital extranjero las que indebidamente se apropien de las riquezas que deberían beneficiarlos a ellos.
En días pasados, en México se realizó un cónclave denominado Aguas, Ríos y Pueblos, en el cual los participantes analizaron las implicaciones que este tipo de obras tienen para el futuro del país y denunciaron que se ejecutan pasando por encima de los derechos de los pueblos, en beneficio de las empresas trasnacionales. Paralelo a esa actividad, en la ciudad de Madrid, España, sesionaba el Tribunal Permanente de los Pueblos, donde los afectados de América Latina presentaron casos de violación de los derechos de los pueblos cometidos por empresas trasnacionales y exigieron que los integrantes del organismo se pronunciaran por la creación de un fuero especial que juzgue los daños de estas empresas en América Latina, cosa que al final sucedió.
Uno de los casos que se analizaron y resaltaron en ambos actos fue la lucha de los habitantes de las comunidades de Temacapulín, Palmarejo y Acasico, en el estado de Jalisco, que se oponen a la construcción de la presa El Zapotillo. Se trata de una obra que los gobiernos federal y estatal, con el apoyo de la Iglesia, pretenden llevar a cabo sobre el río Verde, en pleno corazón de los Altos de Jalisco, con la intención de almacenar 912 millones de metros cúbicos, los cuales no beneficiarían a los jaliscienses, sino a la ciudad de León, en el vecino estado de Guanajuato, donde existe evidencia técnica que la falta del líquido podría tener otras soluciones, con lo cual se podría prescindir de la obra que implica –además de profundos impactos ambientales, como ha demostrado la Universidad de Guadalajara–, afectaciones a los derecho sociales y a la cultura de los habitantes de esos lugares.
Entre los agravios que los opositores a dicha presa esgrimen se encuentra uno elemental: que no fueron consultados en una obra que los afectará directamente sin aparejarles algún beneficio por ello. Pero no es el único: ellos saben que la tierra cuando es territorio engloba las tradiciones y los sueños, el pasado y el futuro, el valor histórico y cultural de los pueblos. En ese sentido, sus razones resultan profundas: quieren seguir siendo pueblos y la obra les niega ese derecho. Por eso se oponen a ella, no porque estén contra el desarrollo. Saben, como muchos ciudadanos que han padecido este tipo de obras, que las afectaciones que la obra traerá consigo serán irreversibles, que cambiará no sólo el paisaje y el medio ambiente, sino también sus formas de vida y esta misma.
Para oponerse a ello han recurrido a todo tipo de acciones, desde las legales, en tortuosos proceso judiciales, hasta las políticas y sociales. En ese proceso de resistencia se inscribe la denuncia presentada tanto en la reunión de Aguas, Ríos y Pueblos, como en el Tribunal Permanente de los Pueblos. En la segunda década del siglo XVI, después de una fuerte resistencia a la primera colonización española de los pueblos donde ahora se pretende construir la presa, Francisco Tenamaxtle, el líder que había encabezado la lucha contra las españoles al mando de Pedro de Alvarado, se entregó a los religiosos, quienes lo remitieron a España; ahí tuvo oportunidad de alegar las razones de su lucha, de la mano de Bartolomé de las Casas. Paradojas de la historia que los pueblos no olvidan su historia. Por eso en esta resistencia local contra el despojo global, Francisco Tenamaxtle se encuentra presente.
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