viernes, mayo 18, 2012


AGENDA CIUDADANA
AMLO y la galleta china
Lorenzo Meyer
17 May. 12


FUENTES Y PONIATOWSKA


Antes de entrar en materia, dos reconocimientos obligados.
Con la desaparición de Carlos Fuentes, México pierde a su
hombre de letras e intelectual público más importante
pero se queda con su obra: orgullo de nuestra literatura.
Por su parte, Elena Poniatowska acaba de cumplir 80 años
y no ceja. En un homenaje en la UNAM, la escritora
afirmó: "hoy en día parece que México es un país al que
todo le duele, enfermo de corrupción, infectado de
violencia...". Cierto, pero mientras México sea la razón y la
fuente de inspiración de figuras como Fuentes
y Poniatowska, habrá la posibilidad de un Tiempo Mexicano a
la altura de nuestras esperanzas.



¿TODOS IGUALES?


La última columna publicada por Fuentes terminaba con
una inconformidad: ningún candidato a la Presidencia
mexicana estaba tocando "los grandes temas de la
actualidad" y tenía razón. Por otra parte, al exponer ante
auditorios interesados la naturaleza de nuestra coyuntura
política, no falta quien, irritado, señale que en la ridícula
avalancha de spots políticos que nos ahoga o en el debate
entre los candidatos no se notan diferencias.
En su discurso todos echan mano de las generalidades y a
los electores indecisos -clave de la elección- les queda la
impresión de que las únicas diferencias son de imagen.
Y es que en el minuto y medio o dos a los que los
candidatos constriñeron sus intervenciones en el debate
del 6 de mayo, los tres aseguraron que mantendrían al
Ejército en las calles luchando contra el crimen organizado
en tanto no exista una policía federal a la altura del reto;
todos se comprometieron a extender las ayudas a la población
que vive en pobreza, a expandir los servicios de salud, a
mejorar la calidad de la educación pública, a ampliar las
oportunidades para los jóvenes, a reactivar la economía,
etcétera.

Claro que una lectura cuidadosa de lo dicho y de los
programas muestra que sí hay diferencias importantes.
En materia petrolera, por ejemplo, Enrique Peña Nieto
y Josefina Vázquez Mota se proponen ampliar el campo
para el capital privado en esa industria, en tanto que
Andrés Manuel López Obrador (AMLO) propone transformar
a Pemex desde dentro, sin abrir más puertas a la
privatización de una industria símbolo del nacionalismo.
Como sea, los indecisos parecieran no percibir las
diferencias.

Una definición mínima de democracia política requiere
que al momento de depositar su voto, los ciudadanos
aprecien que tienen que decidirse entre dos o más
proyectos claramente diferenciados y que impliquen
futuros diferentes.



GALLETAS CHINAS


Para subrayar las diferencias entre los candidatos hay
varios caminos. El ideal sería que éstos hicieran clara
su definición de los grandes temas y de los detalles para
enfrentarlos. Otro sería el que sugiere no el análisis
del discurso ni una teoría política sino la sabiduría que
se encuentra en uno de los papelitos que vienen dentro
de las galletas chinas y que dice: "No hay forma de juzgar
el futuro sino mediante el pasado".

A diferencia del discurso sobre lo que se proponen hacer
si llegan a la Presidencia, la biografía política de los
candidatos, lo que ya han hecho o dejado de hacer, da
una pista sobre lo que harán. El pasado es algo definitivo,
algo que ya no se puede cambiar. La biografía del individuo
público es una cadena de decisiones -lo que se hizo o no,
cómo fue, para qué, con quién se hizo y qué resultó- que
muestra objetivamente cuáles son los valores, las capacidades,
los compromisos, las alianzas de los personajes que hoy
piden nuestro voto. A quiénes beneficiaron y a quiénes
perjudicaron con sus acciones.

La biografía se puede manipular, algo se puede esconder y
algo se puede inventar, pero a la larga lo falso puede ir
quedando al descubierto, pues esa es una de las tareas que
corre a cuenta de críticos y adversarios, aunque a veces tal
decantación no llega a tiempo. Por eso el juicio presente
sobre el pasado de una figura pública tiene que
complementarse con otros elementos, pero su biografía
puede ser la columna vertebral de un voto razonado. Es claro
que el pasado no determina absolutamente la conducta futura
-el personaje y sus circunstancias pueden cambiar- pero
su carrera de vida es un indicador útil para suponer qué se
puede esperar del personaje cuando se enfrente a lo que es
la esencia de su materia: la toma de decisiones. Ahí, sus
valores, preferencias y experiencias son elementos que le
llevan lo mismo a elegir cómo llenar los vacíos de información,
las incertidumbres y, sobre todo, a suponer sus reacciones
ante lo adverso o ante las presiones de los grupos de interés,
esos que siempre se hacen sentir al momento de las grandes
decisiones.

Al votante nada le puede asegurar que el elegido se
comportará a la altura de las circunstancias. Y la circunstancia
es todo menos fácil. Quien sustituya a Felipe Calderón deberá
dirigir la fuerza y la voluntad del Estado mexicano -o lo que
queda de ellas- e indirectamente de la sociedad toda, ya no para
administrar lo público sino para empezar a enfrentar nuestro
gran problema nacional que es, en palabras de Guillermo
Hurtado, la crisis o ausencia de sentido de nuestra existencia
colectiva (México sin sentido, Siglo XXI, 2011). Se trata de emprender,
o no, la reconstrucción de lo social. En caso afirmativo, la tarea es
de todos pero alguien tiene que asumir la dirección, coordinar
esfuerzos y resolver las inevitables contradicciones y conflictos de
intereses entre individuos, grupos, clases y regiones con un gran
sentido de justicia y de futuro.

No hay el político perfecto -a man for all seasons-, todos cargan
contradicciones, debilidades y errores de juicio, incluso a los
que ya tenemos como grandes figuras históricas, pero siempre
habrá los más y los menos adecuados. Hoy tenemos que elegir
entre tres y no hay alternativa, pues incluso la abstención,
el voto nulo o por candidatos irrelevantes, son formas indirectas de
contribuir a elegir a uno de los tres inevitables.



LÓPEZ OBRADOR


De cara a la tarea a que nos enfrentamos, la biografía política
de AMLO ofrece claves significativas para la gran tarea que se
inicia al final de 2012. En un país de grandes desigualdades,
AMLO no proviene del mundo del privilegio sino de la clase media.
El tabasqueño no se socializó en la gran urbe sino que vivió el
efecto de migrar de la periferia al centro.
Su educación de principio a fin fue la escuela pública. Su
vocación política quedó establecida temprano en su paso por
la UNAM, y la puso en práctica pronto y desde abajo: cuando
a los 24 años se fue a vivir, por varios años, con su esposa
y su primer hijo, con los chontales en calidad de delegado
del Instituto Nacional Indigenista. Pese a no tener capital
acumulado, siempre ha vivido modestamente para la política
y no de la política. A los 30 años, y por presión de los
presidentes municipales, el gobernador lo separó de la dirección
del PRI de Tabasco: no deseaban el cambio que AMLO hizo en
los más de mil comités seccionales: pretendía dejarlos en manos
de cuadros reclutados a ras del suelo social y para que
representaran lo que los munícipes no. En compensación se le
ofreció a AMLO la Oficialía Mayor, es decir, administrar los dineros
del estado; AMLO renunció motu proprio a las 24 horas; dejó
Tabasco y aprovechó el desempleo para escribir su primer libro:
una historia política del siglo XIX de su estado.
AMLO es hombre de acción, pero lee y escribe; tiene en su haber
dos libros de historia y ocho de temas políticos actuales.

Cuando Cuauhtémoc Cárdenas encabezó la oposición de
izquierda a la política neoliberal, AMLO se unió a esa corriente
y ahí se ha mantenido, incluso cuando el PRD mismo dejó de hacerlo.
Siempre a contracorriente, primero en Tabasco y luego en el país,
AMLO se ha dedicado a organizar y encabezar una oposición de
izquierda moderada pero real. Ha tenido victorias y un buen número
de derrotas, una catastrófica: la del 2006. Pero si las derrotas no
destruyen, templan, y AMLO está templado como pocos. Y pocos,
si es que alguno, tiene su conocimiento sobre el país, su geografía
y sus clases mayoritarias, es decir, del México realmente profundo
y desintegrado.

En un ambiente de corrupción endémica, AMLO ha tenido
colaboradores corruptos, pero no los protegió ni nadie le ha
podido probar que él mismo se haya beneficiado de esa corrupción.
Y en el México actual eso debe contar y mucho.

Por su biografía, AMLO es hoy el candidato más apto para hacer
que el grueso de una sociedad con desconfianza histórica frente
a la autoridad, inicie su gran tarea pospuesta: la reconstrucción
política del proyecto colectivo.


 
lorenzomeyer.com.mx


 

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