domingo, febrero 10, 2013

Poema para leer en una Balacera. John Gibler


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    Poema para ser leído en una balacera | John Gibler.
    ¡Agáchate, cabrón!

    ¡No dejes caer la cámara, el celular, la memoria, la rabia!

    ¡Cúbrete!

    ¡No te acostumbres a los muertos, a los guachos apuntándote

    en la calle, a los politicólicos en la tele diciendo

    en algo andaba, era un ajuste de cuentas!

    Ni madres, cabrón, pero ¡agáchate!

    tampoco es para que te avientes a lo güey

    y termines desayunando una ráfaga.

    Lo primero es tragar tierra, mano, y esquivar a las balas.

    Bien, güey, ¿estás bien?

    ¿No te volaron los sesos, los ojos, el asco?

    ¿No te han pegado ningún tiro en el estomago,

    la pierna, el aliento, la hermandad?

    Mírame, concéntrate, ¿puedes ver todavía?

    ¿Cuántos dedos ves? Escucha, güey, contéstame,

    ¿Cuántos masacrados van en el sexenio? ¿En el año?

    ¿En el día, cuántos van? ¿En el mañana encajuelada?

    ¿Cuántos puedes nombrar?

    Pero, ¡agáchate!

    ¡Cuidado con las cifras!

    Cuando estallan los porcentajes

    las esquirlas no dejan de volar nunca.

    Mira cómo se desfilan

    los desaparecidos, los dolidos, los espantados,

    los destruidos, los muertos de hambre, los huérfanos,

    los desposeídos, los rendidos, los tristes, los olvidados…

    todos,

    “los menos.”

    Pero mide bien las distancias, carnal. Ve, tendrás que correr de esta

    esquina hasta el otro año. Por lo menos.

    Ya sabes que por este barrio anda la merísima chingada

    tanto motorizada como trajeada,

    y abren sus grietas en plena calle

    sin ningún aviso y así nomás caes en las estadísticas,

    mandando tus familiares al tour nacional

    de los morgues.

    Oye, pero, ¿de qué marca es la impunidad cuando resulta de

    tan alta calidad?

    ¡No mames, güey, guarda la fusca! ¿Qué vas a hacer

    con una pinche pistolita frente a cuarenta cabrones con ametralladoras?

    Tal vez si estuviéramos organizados como los compas en el sur,

    pero aquí no, y es eso lo que nos hace falta,

    organizarnos, pero ¿cómo, con tanto plomo en el aire,

    con tanta saña polarizada, con tantos siglos en el ahorita?

    ¿Dónde empezar? ¿De dónde agarrar

    cuando el silencio cobra en sangre,

    cuándo la televisión te corta cartucho, el chavito de la esquina

    te delata, y el presidente sólo te regala un ramo de cuernos?

    Ni modo, mi buen, tenemos que arriesgarnos.

    Corre en zigzag, güey, agáchate bien,

    evita, sobre todo, esos charcos aceitosos de cinismo en el piso,

    agárrate del verbo, no te sueltes del asco,

    acuérdate, siempre, acuérdate que estás en tu casa.


    Poema para ser leído en una balacera | John Gibler.

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