domingo, marzo 18, 2007

Nuevos costos sociales

Miguel Bazdrech Parada
mbazdresch@milenio.com

18 marzo 2007


En alguna ocasión el querido maestro Manuel Rodríguez Lapuente concluyó su lección de historia con una metáfora: “el camino del hombre por la historia se parece al intento de un borrachín de cruzar un puente quien, para no caer por los bordos, trata de mantenerse en la línea central pero los humos etílicos le impiden mantener la vertical y lo hacen inclinarse ahora hacia un lado, ahora hacia el otro; así vamos por la historia dando bandazos de derecha a izquierda y de izquierda a derecha”. Las acciones del gobierno mexicano y las intervenciones recientes de la Iglesia Católica ilustran ese bandazo de la historia. ¿Qué y cómo pensar ante declaraciones intransigentes o actuaciones represivas de ciertas autoridades civiles o eclesiásticas?

La organización de la vida social mexicana no ha logrado establecer un nivel de vida satisfactorio para todos. En los últimos 30 años dicho nivel ha bajado para cada vez más millones de personas. Hoy sólo un subsidio económico, necesario porque el bajo nivel así lo exige, mantiene a muchos compatriotas con alguna esperanza de mejora. Muchos otros, ante la dilatada situación de muy poca satisfacción, han decidido buscar, en formas no pensadas en el diseño social mexicano, caminos de futuro menos desesperados. Son ejemplos de esta búsqueda la migración al norte, las actividades delictivas pero productivas, la renuncia a seguir dentro del marco del Estado, la lucha social permanente contra la arbitrariedad y las políticas que lastiman a la población.

Al mismo tiempo, en México vive el hombre más rico de América Latina. Su riqueza creció en 2006, tanto como el monto que el gobierno dedica a crear, dicen, “Oportunidades” para veinticinco millones de compatriotas. Esta polarización, manifestada en las elecciones del año pasado, no se resolverá con represión e intransigencia como la que sufren hoy, entre otros, las mujeres por su derecho a decidir, el Frente Democrático Campesino en Chihuahua hostigado por la Sagarpa, el catequista Diego Arcos Meneses, encarcelado por testimonio espurio de policías en Chiapas, Jon Sobrino teólogo católico reducido al silencio canónico, y otras personas y organizaciones civiles que dentro de la ley, se oponen a la exclusión y se niegan a ser empobrecidos por una política gubernamental servil de los poderes fácticos. El nuevo costo del bandazo a la derecha ya se puede medir en incremento de la desigualdad social y la desesperanza de millones. Esperemos que no en la agresividad o en la subversión.

Esperemos, sí, que en la conciencia y disposición a comprometernos para lograr un México mejor: justo y digno para aquellos que hasta ahora han carecido de todo y a quienes se les regatea sus más elementales derechos

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