martes, junio 05, 2007

LA TROPA LOCA

Milenio Diario, martes 5 de Junio de 2007.
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Esos son los riesgos, alertan.
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El asesinato de dos mujeres y tres menores de edad en Sinaloa por parte de militares es ejemplo de los riesgos que corre la sociedad con los elementos del Ejército en la calle que realizan labores de seguridad, porque “ellos están formados para aniquilar al enemigo”, de ahí la urgencia de que el presidente Felipe Calderón reconsidere esta situación y cumpla con lo dispuesto en tratados internacionales, aseguró Édgar Cortéz, de la Red Todos los Derechos para Todos.
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Tres oficiales y 16 elementos de tropa del Ejército mexicano fueron internados ayer en la prisión militar de Mazatlán, Sinaloa, por su probable responsabilidad en la muerte de cinco civiles y tres más que resultaron heridos en un retén castrense que se localiza en las inmediaciones del poblado La Joya de los Martínez, de esa entidad.
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De acuerdo con la Secretaría de la Defensa Nacional el incidente se suscitó el pasado 1 de junio en el marco de la campaña permanente contra el narcotráfico y la aplicación de la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, en donde se vio involucrado personal militar perteneciente al vigesimocuarto regimiento de caballería motorizado.
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A raíz de estos acontecimientos, la Procuraduría General de Justicia Militar integró una averiguación previa, en coordinación con las autoridades civiles, es decir, con la Procuraduría General de Justicia de Sinaloa, acreditando la existencia de elementos que hacen probable la responsabilidad de dicho personal en la comisión del delito de violencia contra las personas.
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La dependencia castrense subrayó que por el momento no se puede prejuzgar sobre la culpabilidad individual de los indiciados, por lo que deberán profundizarse las investigaciones de ambas instancias de procuración de justicia, en el curso del proceso correspondiente.
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Por ello, en razón de la determinación del Ministerio Público Militar, ayer se tomó la decisión de que los 19 soldados fueran puestos a disposición del juzgado militar adscrito a la tercera región militar e internados en la prisión militar de Mazatlán.Según las primeras pesquisas de la procuraduría de Sinaloa, la noche del pasado viernes perdieron la vida Alicia Esparza Parra y Griselda Galaviz, además de sus hijos Juana, Joniel y Griselda, de 2, 4 y 7 años.Los lesionados responden al nombre de Adán Abel Esparza, Teresa Flores y José Carrillo Esparza, quienes fueron conducidos al Hospital General de Culiacán.
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Declaraciones de los familiares afectados señalan que todo ocurrió cuando se dirigían a un funeral. Adán, quien conducía la camioneta en la que viajaban, no pudo frenar a tiempo cuando se lo ordenaron los militares, lo que propició que estos últimos abrieran fuego.
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Otra de las versiones que se manejó en un principio, es que las víctimas se habían enfrentado a balazos con los soldados.Asimismo, el gobernador sinaloense Jesús Aguilar Padilla dejó claro que por este caso no se puede culpar a todo el personal del Ejército. Sin embargo, si se comprueba que algunos actuaron de manera indebida, se les debe aplicar la ley.
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De igual manera informó que fue notificado por la Comisión Estatal de Derechos Humanos que el caso ya es investigado.El mandatario aseguró que coadyuvarán con las autoridades del mencionado organismo, al igual que con la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, hasta que se esclarezca y se deslinden responsabilidades, además de que pedirá que se aplique todo el peso de la ley para los responsables..
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"La tropa Loca".
Milenio Diario, 05 junio 2007.
Carlos Marín.

Una cosa es que los militares apoyen al Ministerio Público Federal en acciones contra el narcotráfico, y otra que encabecen acciones en ése y cualquier otro sentido policiaco.
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Peor: es inconstitucional.Si parece lógica la colocación de retenes en sitios gobernados por las bandas, es inadmisible que se deje sólo al arbitrio de soldados la detención de vehículos y la “detección” de supuestos delincuentes. Al asesinato vil de mujeres y niños en Sinaloa, cometido por algunos o todos los efectivos que consignó ayer la Sedena, se añade otro que, según la agencia oficial Notimex, perpetraron también militares en un retén de Tamaulipas.
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Terminar con el narcotráfico es tan ilusorio como imaginar que la prostitución o el robo desaparezcan.
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Si la cosa sigue como va, el Ejército acabará en el mayor de los descréditos y se impondrá una fiscalía especial, pero no contra individuos, sino contra la institución. Comandante Calderón: suspenda su gira, reoriente su estrategia y salve a sus tropas.
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Milenio Diario, 05 junio 2007.
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"Los mataron a lo puro loco"
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Todos venían trepados en la troca. Adelante y atrás. Y empezó la balacera antes de que mi hermano se detuviera. Le hicieron la parada, y se iba a detener, pero no esperaron.
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Los militares dicen que traían armas, droga y dinero y que por eso los mataron. Puro paro, compa. Mis parientes no se dedicaban a ese negocio. Somos decentes. ¿Te imaginas a tres plebes de 7, 4 y 2 años empuñando un cuerno o levantando las Cessnas con las pacas? Pues no. ¿Se te hace creíble que unas instructoras comunitarias, maestras pues, sean de las pesadas del narco? No, compa, esas son chingaderas. Los mataron a lo puro loco.
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(Veo a Eligio Esparza más que triste, desecho. No es para menos: habrán sido las nueve de la noche del pasado viernes uno de junio cuando Adán Abel Esparza Parra, hermano de Eligio, regresaba a su pueblo, Los Alamillos. Serpenteaba en una pick up roja de 1991. A lo mejor venía hablando de sus vaquitas, o de la siembra de maíz o quizá hasta venía hable y hable con las dos maestras sobre el curso de capacitación que ellas habían tenido ese día en Ocuragui, una población donde Sinaloa se junta con Chihuahua. Las instructoras comunitarias eran su esposa, Griselda Galaviz, de 25 años, y la otra Gloria Alicia Esparza, su hermana de 19 años, educadora en la escuela Amado Nervo. Sus hijos, Grisel Adahaí, Juana Diosmirey, y Edwin Leonel, ya venían cansados. A esas horas, como ocurre en toda la serranía sinaloense, las sombras se desvanecían. Ni la luna, ésa que aquella noche parecía la esfera resplandeciente de un reloj, iluminó a Adán para decirle que las siluetas que le salieron de súbito eran soldados y que le ordenaban detenerse. Adán pensó que eran gavilleros, que acá quiere decir asaltantes de caminos y abundan por esta parte. Y se asustó. Para entonces avanzaban por La Joya de los Martínez, municipio de Sinaloa de Leyva).
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Todos venían trepados en la troca. Adelante y atrás. Eran ocho. Y empezó la balacera antes de que mi hermano se detuviera. Le hicieron la parada, y se iba a detener, pero no esperaron. Y le volaron la mano derecha, por eso ya no pudo maniobrar. La camioneta se desbarrancó. Fue casi casi en la entrada de Los Alamillos. Nosotros oímos los balazos y arrancamos a ver. Quisimos llevarnos a los heridos pero los soldados no quisieron. Dizque iban a pedir ayuda, helicópteros y quién sabe qué tanto. Pura madre, nunca llegaron. Tardamos tres horas y hasta entonces nos entregaron a los heridos y a los muertos. Por eso mi hermana (Gloria Alicia) murió en el camino. Se le salió toda la sangre. Mi cuñada (Griselda) se murió luego luego.
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(Ahora se sabe que Griselda iba a un lado de Adán y no soportó las ráfagas de las M16. Junto a ella murió su hija Grisel. Tenía cuatro años. La otra niña y el niño no llegaron a tiempo al hospital. Los militares lo impidieron. Fue mucho tiempo trasladarlos a Ocuragui y de ahí a Culiacán. Muchas horas perdidas: ocho, para ser exactos. Porque, si fuera poco, en cada retén militar los fueron deteniendo).
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Yo estuve ahí y nadie traía armas ni droga. Todavía herido mi hermano Adán alcanzó a bajarse de la camioneta y con la mano buena les hacía señas y les gritaba que no tiraran por favor, que venían señoras y niños. Pero los guachos le dispararon en la mano buena (por eso ya no tiene manos) y siguieron soltando bala a la troca. No tuvieron consideración los cabrones. Ahora andan con ese relajo de la droga para justificarse, pero no es cierto, los federales fueron los que sembraron la droga y algunas balas. Yo estuve ahí, que no me vengan con cuentos ni con historias.
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(Ahora es Faustino Esparza el que habla. Y cuando lo veo me imagino que ha de sentir un navajazo en el pecho. Es como si trajera el cuerpo de goma. Faustino fue de esos familiares que pudieron traer a los heridos al Hospital General de Culiacán. Ahí están internados Josué Duván Carrillo Esparza, de siete años; una bala le perforó un pulmón y es hora que los médicos no le sacan el proyectil. Y Teresa de Jesús Flores Sánchez, también maestra de preescolar; tiene 16 años y muchas balas desperdigadas en el cuerpo).
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Nunca había habido bronca con los soldados. Hacían su trabajo, lo que van a hacer allá arriba: destruir sembradíos de mariguana y amapola. Eso todos lo sabemos. Andaban en las tienditas, platicaban con la gente. Estaban trabajando bien… Hasta ahora que se pusieron locos.
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(Los Alamillos es uno de esos pueblos al fin del mundo a los que sólo el tiempo les ha dado cierta consistencia. Apenas cuenta con 20 casas de adobe, de lámina y de tejas. La gente dice que ahí se siembra maíz y frijol de temporal. ¿Mariguana? Sí, más arriba y más abajo. Eso lo saben los soldados y la gente. Quizá por eso los capos nunca cruzan por ahí, porque el sitio está marcado. Aquel viernes dos Hummer militares salieron de Surutato, donde tienen su base. Doce soldados en cada una. Tenían meses con la misma rutina desde que iniciaron los operativos en enero. Subían, bajaban, destruían plantíos. Hacían su trabajo bien, reitera Faustino, de 30 años de edad. Hasta que pasó esto).
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Neta, compa: no nos dedicamos al narco, no le hacemos a ese jale. Ni dinero tenemos, pueden comprobarlo. Ni para las medicinas nos alcanza. Y pues duele ver a tus parientes entubados, sin poder hablar ni abrir los ojos. Sólo le pedimos a Dios justicia, que paguen por esto.
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PD: ayer 19 militares fueron consignados a un juzgado militar. Entre los reporteros que se dedican a contabilizar a los muertos de Sinaloa, algunos soldados llegaron a circular la versión de que a los “narcotraficantes” les decomisaron armas de grueso calibre “y algo de droga”. También llegaron a decir que escucharon un fogonazo y que esa fue la razón por la que dispararon. Óscar Loza Ochoa, el presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, ha dicho que “hay información de que presuntamente los soldados se encontraban ingiriendo alcohol y algún tipo de droga”. Desde el domingo, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos envió a tres visitadores adjuntos y a dos peritos médicos.
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Veo un dato en los archivos del Ejército dado por la Ley de Acceso a la Información: en el sexenio pasado, los militares cometieron 380 delitos en Sinaloa. Algunos de ellos: falsedad de declaraciones, delitos contra la salud, abuso sexual, homicidio, abuso de autoridad y extralimitación de funciones.
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Y con este calor de 43 grados suena a que el Diablo anda volando.
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Sinaloa, junio de 2007.
Alejandro Almazán

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