lunes, enero 24, 2011

2013. Columna de Diego Osorno en Milenio.



2013

Las miles de muertes ocurridas durante el actual gobierno en el marco de la guerra contra el narco no serán siempre una montaña de estadísticas. Cuando Felipe Calderón deje la Presidencia empezarán a relatarse sus historias y la verdad. Por ahora, los muertos están enterrados, y aunque ya hay quienes escarban sus historias, también están los que les echan aún más tierra encima.

Una de las primeras preguntas que vendrán será: ¿Casus belli de Calderón? Una posible respuesta es: legitimidad. ¿Quién lo duda? Una vez que el Presidente deje sus funciones habrá menos trabas para documentar la participación precisa de actores de todo tipo, desde marinos hasta falsos activistas, en los centenares de crímenes que actualmente naufragan en el océano de confusión y sangre derramada por la supuesta violencia del narco. En medio de acontecimientos como los que vive México suelen suceder cosas horribles imposibles de documentar al momento. Pasó así en la guerra de Vietnam, en los años de la guerrilla en Perú, así como también en Colombia con los paramilitares y en Ruanda durante el genocidio.

A nivel político, alguien tendrá que hacerse responsable de las 40 mil o más muertes que acontezcan durante este sexenio a causa de la guerra (que ahora se dice que no es tal) decretada desde Los Pinos. ¿Qué tan responsable de la muerte de un niño en un retén de Reynosa es un soldado enviado ahí, y qué tan responsable es el Presidente de la República de esto al decidir personalmente políticas públicas que son fuente inagotable de tragedias como ésas?

En este sentido, el informe elaborado por el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, acerca del siniestro de la Guardería ABC, en el cual murieron 49 niños, es una piedra de toque. Será necesario leerlo de nuevo.

Cuando el entonces secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, se reunió con los demás ministros para discutir dicho documento, uno de los amagues que solía hacer era: “Si ustedes aprueban ese informe hecho por el ministro Zaldívar (en el que Juan Molinar Horcasitas y Daniel Karam son responsabilizados de la muerte de 49 niños de la guardería ABC por dejar de instrumentar políticas públicas obligatorias que habrían evitado el siniestro), están dejando abierta la puerta para que el presidente Calderón pueda ser responsabilizado también por la muerte de una familia en Reynosa durante un operativo militar”. Gómez Mont, de acuerdo con el testimonio de por lo menos dos ministros, les dio a entender que con la aprobación del Informe Zaldívar podría abrirse la caja de Pandora en México y derivar todo en una crisis constitucional.

Cuatro años después de que Calderón se vistió de militar en Michoacán, hemos aprendido que el lenguaje de guerra no es heroico. Encubre sangre, trozos humanos, pánico, llanto, zozobra, dolor y otras monstruosidades. No es lo mismo la retórica de guerra que la guerra misma. Ahora lo saben Calderón y quienes alentaron esta aventura bélica que ya produce coches bombas, la barroca sofisticación narca del 2011.

Conforme se acerquen las elecciones presidenciales habrá mayor espacio para debatir todo esto. Será hasta 2013 cuando empiece a conocerse mejor lo que sucedió en el gobierno de Felipe Calderón, algo que por ahora ya da la impresión de ser un horror histórico.


www.twitter.com/diegoeosorno

Columna publicada en la revista Milenio Semanal del domingo 23 de enero de 2011


1 comentario:

druida dijo...

Enrique Valdivia Firma :)