miércoles, agosto 31, 2011

Casino Royale de Monterrey: gobierno pequeño


Casino Royale de Monterrey: gobierno pequeño

Manuel Fuentes*
 
31    Ago    2011

Monterrey, Nvo. León.- Llego a esta ciudad 36 horas después del incendio criminal en el casino “Royale” donde murieron 52 personas, entre ellas una mujer embarazada, a manos de un grupo de miserables asesinos. Mi llegada se precipita por el aviso de la muerte de mi sobrino Brad Xavier Muraira Pérez de apenas 18 años de edad atrapado en ese fatídico lugar. Su cuerpo fue encontrado en uno de los baños donde se refugiaba por la agresión de un grupo de sujetos iniciada a las 15:40 horas de ese jueves 25 de agosto.
 
Aún por la tarde del sábado el casino de la muerte seguía custodiado por soldados que inhibían acercarse a la zona. -¿A dónde van? Nos preguntaron a quienes que nos dirigíamos a ese lugar ¡No pueden pasar! mientras mostraban su arma a manera de amenaza. Pudimos avanzar ante el reclamo enfático de Sara Muñiz, abuela del menor fallecido.
 
A esas horas el olor a plástico quemado aún era penetrante y la entrada principal aparecía destruida como símbolo de barbarie. Hacia el interior se proyectaba una imagen de muerte, de equipos y muebles carbonizados y un silencio imponente. Los familiares que nos acercamos a unos metros del último lugar donde estuvo vivo Brad y otras 51 personas, hablábamos en voz baja, todavía sorprendidos por el suceso.
 
En el lugar de la tragedia escuché quejas por la presencia fugaz y simbólica, horas antes que llegáramos, de Felipe Calderón y Rodrigo Medina, gobernador de Nuevo León y su ausencia posterior con los familiares de las personas fallecidas. Un ejemplo fue el reclamo de la madre de Brad: http://anad1991.wordpress.com/
 
La ciudad se siente diferente, en distintos lugares aparecen en algunas puertas moños negros mientras que desde un cerro se divisa una bandera a media asta impuesta por el luto que cunde. Se siente un ambiente de tristeza pero también de enojo, de incertidumbre, por la muerte de personas inocentes: 35 mujeres y 17 hombres.
 
Al funeral de mi sobrino llegaron más de dos centenares de personas, vecinos, amigos, familiares y jóvenes. Todos lloraban su muerte repentina. El sacerdote que dirigía la misa, con el féretro presente, lamentaba que en la ciudad de Monterrey se llevarán 52 funerales al mismo tiempo de víctimas de una guerra no declarada por ellos; criticaba sin rubor la incapacidad de los gobernantes para detener la violencia. Con impotencia decía:
 
–me avisaron de la muerte de una humilde afanadora que falleció en ese casino y que por sus escasos recursos nadie recuerda, pero yo pido la tengamos presente.
 
Ese jueves 25 de agosto fue una pesadilla en vida, recuerda Pablo Aduboy, también tío de Brad. Él estuvo en el lugar como decenas de personas que exigían saber de los suyos:
 
-Vi como sacaban cuerpos sin vida, muchos de ellos irreconocibles. Los demás familiares, después de horas y horas de espera, gritaban de angustia reclamando información. ¡Necesitamos entreguen las listas de las personas encontradas! ¡ya no podemos más!
 
-A pesar de que la noticia de la muerte de nuestros familiares era previsible, nunca perdimos la esperanza que al momento de la agresión hubieran salido corriendo y estuvieran en un hospital vivos. Fue hasta las 4 de la mañana del viernes en que mi esperanza se derrumbó, decía Pablo Aduboy, al descubrir que entre los fallecidos se encontraba mi sobrino. Ahora, me tocaba lo peor: dar la noticia de su muerte a su madre.  
 
La gente en Monterrey no se explica cómo habiendo tanta vigilancia en esas calles, en plena luz del día ocurrió este crimen masivo. ¿De qué sirve la presencia de policías y militares?
 
No se concibe tampoco proliferen tantos casinos en Monterrey: hay más de 50 y estos operan sin control. Son lugares infaustos de atracción de miles de jóvenes y personas de diversas edades. Un joven regiomontano de 17 años con el que conversé me decía apesadumbrado:
 
-tengo amigos que son ludópatas; concurren casi a diario a esos lugares. A sus padres los engañan o hasta les roban dinero para meterse a los casinos. No pueden entrar menores de edad pero mis amigos se las ingenian ante la falta de control. Son la moda en Monterrey.
 
Los casinos han sido espacios de lavado de dinero y que en el gobierno panista ha permitido proliferen sin límite. Hay un hartazgo en la sociedad por la complicidad, por la mediocridad de un gobierno cada vez más pequeño ante la violencia generalizada.
 
 
Twitter: @Manuel_FuentesM Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla


Manuel Fuentes
Es presidente de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos (ANAD), Consejero de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, profesor de derecho laboral y de seguridad social en la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, Consejero de la “Casa de los Derechos de Periodistas”, así como asesor legal de diversas organizaciones civiles, de derechos humanos y laborales. Es autor de diversos artículos en materia de justicia y derechos humanos.

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