Los cristianos junto con las personas de buena voluntad, no cedemos ante la mentira, luchamos por la verdad
Homilía Dominical de Fr. Raúl Vera López, O.P., Obispo de Saltillo
Pronunciada en la Catedral de Saltillo, Coah.
22 de julio de 2012
Jesús
vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas
que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas. (Mc 6.34)
En
la primera lectura, por el contexto en el que habla Jeremías, es
evidente que los malos pastores a los que él se refiere, que son quienes
han dispersado al pueblo, son las autoridades políticas y los falsos
profetas de Judea, que es el país en el que Jeremías profetizó. Eso es
evidente porque en el capítulo anterior al -Cap. número 23 de Jeremías-
que hemos escuchado, el profeta habla de los reyes de Judea (Cf. Jer
22,1-19.24-30), y a partir del versículo 9, del Capítulo 23, Jeremías se
refiere a los falsos profetas.
En
este momento postelectoral que estamos viviendo en México, a la luz de
la palabra de Jeremías, que es palabra que Dios pronunció por medio de
ese profeta, al final del sigo VII y comienzos del siglo VI antes de
Cristo, y que la Iglesia nos anuncia hoy, 22 de julio de 2012, domingo
XVI del tiempo ordinario de la liturgia dominical, nos damos cuenta de
que nuestro pueblo es un pueblo sin pastor, disperso, que camina sin
rumbo, víctima de lobos rapaces que aprovecharon el abandono en que
viven, para utilizar su ya grande desventura en medio de pobreza,
desorientación y desinformación, para hacer de ellos y de ellas,
instrumentos de acciones criminales, como es el lavado de dinero,
vendiéndole falsas esperanzas de una vida mejor; pues esos lobos, que
obtuvieron el voto de ese pueblo, recurriendo a negocios sucios, que
ahora se están evidenciando, preparan un camino de muerte, de
injusticias y violencia, para la vida del país.
El
evangelio nos dice también que Jesús en su tiempo, encontró al pueblo
en las mismas condiciones: “sintió compasión de ellos, pues estaban como
ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas” (Mc
6,34).
Esta
pauta que nos da Jesús para superar la situación dolorosa y caótica que
vivimos en este momento en México, nos marca el camino para salir de
esta situación: “se puso a enseñarles muchas cosas”, nos dice el
Evangelio. El reclamo de parte de Dios a los pastores por medio de
Jeremías, tiene que ver por una parte con en el incumplimiento de la
institución política que no es generadora de vida digna para el pueblo.
Este es el objetivo de la institución política, establecer el derecho y
la justicia, que garantice a las ciudadanas y a los ciudadanos una vida
pacífica, con progreso, educación, salud, vivienda. Que facilite el
progreso integral de las personas y de la sociedad en su conjunto.
Para
ello las instituciones públicas, deben responder a la satisfacción
integral de los derechos de que gozan todas las mexicanas y los
mexicanos, que son personas con dignidad, sujetas y sujetos
constructoras y constructores de este País. Tales derechos los tiene que
garantizar el aparato político que gobierna al Estado mexicano. De este
modo quienes constituimos el entramado social del País, en todos sus
aspectos, nos convertimos en sujetos activos que construimos, mediante
una participación consciente y libre, nuestra Patria. Esto se logra en
el cumplimento de todos los deberes que los ciudadanos tenemos, pero
también el Estado debe garantizarnos el disfrute de todos nuestros
derechos.
Por
otra parte, Jeremías también reclamaba sus obligaciones a la
institución religiosa, y le reclamaba que se sirviera de falsos profetas
para obstruir la justicia y el derecho. El día de hoy quienes
constituimos las diversas instituciones de índole religiosa, no podemos
obstruir la justicia convirtiéndonos en falsos profetas, queriendo
acallar las voces proféticas que hoy se levantan para reclamar justicia y
rectitud de parte de quienes están al frente de las instituciones
públicas, que deben clarificar a fondo el proceso electoral. No podemos,
con la excusa de una falsa paz social, avalar un proceso lleno de
irregularidades y hasta de faltas criminales como es el acudir al lavado
de dinero, cuya procedencia se quiere cobijar por medio de
procedimientos obscuros, que encubren delitos muy graves. De esta manera
se quiere simular un proceso de justicia, aplicando sanciones débiles a
delitos graves, presentando las cosas ante la ciudadanía como si se
tratara de faltas menores.
Hoy,
en su Carta a los Efesios, que se proclamó como Segunda Lectura en la
misa, San Pablo nos habla de la paz que proviene del Hombre Nuevo
recreado por Cristo, mediante su sangre derramada en la Cruz. Este
Hombre Nuevo reconstruido en Cristo por el Espíritu Santo, nos da acceso
a Dios, que es Padre de todos y todas e hizo de la humanidad entera una
familia de hermanos y hermanas, mediante la Muerte y la Resurrección de
Cristo (Cf. Ef 2,16.18).
Quienes
somos discípulos de Cristo, formamos parte de ese Hombre Nuevo,
constituido por Dios en Cristo como un solo cuerpo, con una perspectiva
nueva de la vida personal y comunitaria, que transcurre en la justicia y
en la paz, impulsada por el mandamiento del amor, que Cristo nos
dejó:“Este es el mandamiento mío: que se amen los unos a los otros como
yo los he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus
amigos” (Jn15,12-13).
Desde
esta visión nueva de la vida y de la historia, quienes nos confesamos
seguidores y seguidoras de Jesús, no podemos dejar de exigir a quienes
tienen que verificar el pasado proceso electoral, que investiguen la
procedencia del dinero que se introdujo en dicho proceso mediante
artificios sucios, que forman parte de los circuitos del lavado de
dinero, pues las mexicanas y los mexicanos, que ya estamos padeciendo
bastante por la corrupción de las instituciones públicas, no queremos
soportar en los próximos seis años un NARCO-EQUIPO POLÍTICO EN EL PODER.
Que
María Santísima nos acompañe en la situación tan difícil por la que
estamos pasando, y que nos de fuerzas y ánimo ante el mal que nos azota,
para que lo venzamos a fuerza de bien.
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