Morena: una fuerza para el cambio
A los integrantes del Morena:
A los delegados al Congreso Nacional del Morena:
A todos aquellos que consideran al Morena es una alternativa para lograr el cambio democrático de México:
Los pueblos capaces de la victoria son los pueblos capaces de un mito multitudinario.
José Carlos Mariátegui
Una gran esperanza
El
Movimiento Regeneración Nacional tiene arraigo y fuerza porque encendió
una gran esperanza: la expectativa multitudinaria de ganar la
Presidencia de la República y materializar un Proyecto Alternativo de
Nación que salve a México.
En
las elecciones del primero de julio, la oligarquía se impuso, una vez
más, con maniobras ilegales. Con ello pretende cancelar para la
izquierda la vía electoral y arrebatarnos la esperanza a por lo menos 16
millones de mexicanos que expresamos en las urnas nuestra voluntad de
cambio. Pero para nosotros la vía electoral sigue vigente, en la medida
en que los ciudadanos ejerzamos nuestros derechos y nos organicemos para
hacerlos valer, entre ellos, la vigencia de las libertades democráticas
y el respeto a la voluntad popular.
No
caeremos en la desesperanza, hoy más que nunca Morena está comprometido
con la transformación democrática de México, con las luchas sociales y
cívicas y también con el establecimiento de un gobierno que rescate a la
nación, pues mientras sigan gobernando los mismos, seguirá la
decadencia.
Para
darle otro el rumbo a la nación no bastan los combates aislados que un
día se ganan y al siguiente se pierden. La batalla por el cambio es una
lucha nacional y no sólo una suma de luchas sectoriales, porque la
regeneración de México requiere cambiar el actual régimen político y el
modelo económico. Esa ha sido nuestra apuesta y sigue siéndola. Y
creemos que la mejor vía para lograrlo de manera pacífica y democrática,
es construyendo una fuerza social y política nacional que luche todos
los días en todos los lugares y en todos los frentes, y que a la vez
participe en los comicios. Una fuerza que colabore a enlazar socialmente
a los distintos sectores y movimientos populares comprometidos con el
cambio verdadero y que por ello en un momento dado sea capaz de
representarlos políticamente.
Esperanza
no es espera pasiva, es acción colectiva, es creación de ciudadanía, es
unión de voluntades para construir un México democrático, justo y
libre.
Las revoluciones ciudadanas: entre la rebelión social y la vía electoral
En
todo el mundo los cambios revolucionarios de las últimas décadas han
sido producidos por amplios movimientos populares que en algún momento
han transitado por la vía electoral.
En
América Latina las grandes mudanzas recientes han combinado protestas
sociales y participación en los comicios: después de la guerra civil que
duró 12 años (1980-92) y luego de 17 años de haber firmado la paz, el
Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional ganó las elecciones
presidenciales en El Salvador en 2009, con Mauricio Funes como
candidato. Con una alianza de fuerzas políticas y sociales, en 1998
Chávez ganó los comicios en Venezuela y desde entonces ha ratificado su
liderazgo en las urnas. De la lucha de la Central de Trabajadores de
Brasil y del Movimiento de los Sin Tierra surgieron Lula y Dilma, pero
fue el Partido de los Trabajadores el que los llevó al gobierno. Los
piqueteros argentinos desestabilizaron al gobierno neoliberal de Menen y
sucesores, pero los Kirchner llegaron al poder por vía electoral. En
Bolivia movimientos como el del agua y el del gas cercaron y derrotaron a
los gobiernos reaccionarios, pero para que Evo arribara a la
presidencia fue necesario que el Movimiento al Socialismo (MAS) se
abriera a esos movimientos y ganara las elecciones. Sin el accionar del
movimiento indio ecuatoriano y la “rebelión de los forajidos”, la
Alianza País no hubiera vencido en los comicios y Correa no sería
presidente.
En
el mundo árabe, las rebeliones ciudadanas derrocaron a Ben Alí en Túnez
y a Hosni Mubarak en Egipto, pero en ninguno de los dos países tienen
el poder quienes provocaron la caída de los tiranos, sino partidos
organizados que capitalizaron el movimiento.
Cercar el poder desde la sociedad para ganar el gobierno
En
México urge un cambio de régimen político y económico. Pero si
pretendemos hacerlo por la vía electoral no podemos seguir jugando con
las reglas del juego impuestas por la derecha y que solo ha ella
benefician. En las elecciones de 2012, el PRI y Televisa, en relación
con la oligarquía, acordaron imponer a Enrique Peña Nieto como
presidente por medio de una operación mediática que emprendieron 7 años
antes. Pero como eso amenazaba con no ser suficiente, sobre todo por el
emergente rechazo de los jóvenes, el PRI recurrió a la compra y a
coacción de millones de votos. Y aunque en 2012 la izquierda electoral
estaba mejor organizada que en 2006 y aumentó su votación, la cultura de
la dádiva así como la pobreza, desinformación y desorganización de
millones de mexicanos a los que no llegamos, le permitieron a la
oligarquía “comprar” la elección.
Hemos
aprendido la lección: hoy sabemos que sólo ganaremos el gobierno por la
vía electoral cuando hayamos desgastado socialmente el poder de la
oligarquía empecinada en conservarlo; cuando el pueblo organizado
desobedezca masivamente a los autoritarios; cuando los sindicatos
resistan a los atropellos; cuando los televidentes ya no le crean a
Televisa y Televisión Azteca; cuando los beneficiarios de programas
públicos dejen de someterse a quien los opera; cuando el corporativismo
del PRI y el PAN se haya quedado sin clientelas. Entonces, cuando
hayamos desgastado las bases sociales que la oligarquía mantiene
cautivas, ganaremos las elecciones, antes no. Que esto demanda mucho
esfuerzo y bastante tiempo, sin duda ¿Alguien dijo que sería fácil?
Una burguesía ladrona aferrada al poder
El
sector dominante de las elites mexicanas nació favorecido por los
gobiernos posrevolucionarios, engordó con los neoliberales y sigue
viviendo del erario y del saqueo de los bienes nacionales. Es una clase
esencialmente rapaz y predadora que no quiere ceder el control de un
poder político corrupto del cual depende su voraz existencia. Y menos
está dispuesta a dejarlo en manos de la izquierda y de un hombre como
López Obrador, que busca distribuir mejor la riqueza nacional y es
intransigente en lo tocante a moralidad pública. Todo menos eso.
Cambiar para continuar
El
fraude electoral fue un severo golpe al país y a todos los mexicanos,
pero Morena sigue en pie, no se rinde ni claudica ante la imposición.
Sin embargo, Morena debe redefinirse pues con el nuevo fraude la
situación cambió. Habremos de hacer ajustes en la estrategia y modificar
la táctica, la estructura orgánica y las formas de lucha. Cambios que
deben sustentarse en el análisis del país y de la coyuntura. Pero algo
esta claro: la nueva estrategia no puede ser estrechamente electoral,
tiene que enraizarse en las luchas populares y ciudadanas.
Organizar, concientizar, luchar y construir poder popular
La
regeneración del país pasa por luchar todos los días y en todos los
terrenos: resistir las contrarreformas estructurales, confrontar las
políticas antipopulares, frenar la rapacidad de los poderes económicos,
revelarnos contra todo lo que cotidianamente nos agravia. Y al tiempo
que resistimos y desobedecemos, impulsamos el cambio construyendo poder
popular, con nuevas formas de participación formales donde gobernemos, y
de manera informal ahí donde no gobernemos pero tengamos fuerza
organizada.
El
fraude de 2012 tuvo éxito porque a pesar del enorme esfuerzo
organizativo que representa Morena, a una gran parte del pueblo de
México le sigue faltando conciencia y organización. Un ejemplo: cien
organizaciones campesinas trabajaron por la elección de López Obrador,
quien se comprometió con el Plan de Ayala del Siglo XXI que habían
elaborado. Aun así, Peña Nieto consiguió el 38% de sus votos en el medio
rural. ¿Por qué? Porque esas organizaciones agrupan a poco más del 5%
de los campesinos, mientras que los demás están desorganizados o
corporativizados y desmoralizados. Si no organizamos más y mejor el
campo el PRI seguirá manejando el “voto verde”.
Si
no trabajamos todos los días por concientizar y organizar a los
mexicanos seguirán imponiendo las reformas reaccionarias y las políticas
nefastas y continuarán robándose las elecciones al traficar con la
necesidad de la gente, al inducir, coaccionar y comprar el voto de
quienes son extremadamente pobres, carecen de organización y están
entrenados en la lógica de la dádiva y el clientelismo.
El
cambio de rumbo demanda un proyecto estratégico y una fuerza nacional
bien organizada, con principios claros y liderazgo confiable que habrá
de promover la unidad de organizaciones afines en un gran frente
popular. En este sentido, la convergencia electoral es importante pero
también lo es en la lucha social y ciudadana. Y en la brega cotidiana
hay que enlazarse con los movimientos sociales, los gremios
independientes, las asociaciones civiles, los partidos o corrientes
partidistas combativos y con agrupaciones democráticas de todo tipo.
En
el combate diario la gente se conoce, organiza y adquiere conciencia,
ahí los militantes se foguean y la organización se prueba; gracias a la
lucha diaria vamos ocupando y creando espacios sociales, políticos y
económicos en la comunidad, en el barrio, en la fábrica, en la escuela;
en los combates cotidianos le vamos tendiendo un cerco social a la
oligarquía y sus personeros. Y sólo así, cercando socialmente al
sistema, podremos quitarles el gobierno a los aferrados mandones que hoy
lo apañan.
De la gesta electoral a la resistencia social
Morena
se convirtió en la mayor fuerza de la izquierda en la historia de
México, pero hasta ahora sólo se ha organizado para participar en
elecciones. Le falta consolidar y reorientar sus comités de base a la
lucha cotidiana; a las pequeñas batallas locales y las grandes batallas
nacionales; a la construcción de conciencia, organización y poder
popular necesarios para resistir aquí y ahora, pero también para
preparar los próximos combates comiciales.
La
cuestión central de Morena es cómo pasa de ser un movimiento organizado
para encarar las elecciones de 2012, a ser un movimiento en resistencia
social y política. Si no lo hacemos así, si no nos concentramos en lo
más importante, los trabajos necesarios para obtener el registro
acabarán por distraernos de lo fundamental. Y entonces sí, Morena se
volvería un “partido” en el peor sentido de la palabra, un partido
exclusivamente electoral preocupado sólo por la obtención de cargos
públicos.
Sobre el carácter, estructura y estatutos del nuevo Morena
La
estrategia y las formas de organización son asuntos políticos más que
estatutarios y operativos. La democracia interna, las formas de
representación, las normas de funcionamiento son medios para luchar en
las nuevas y difíciles condiciones creadas por el fraude electoral y la
imposición de Peña Nieto
.
Pensamos
que Morena debe seguir siendo amplio, plural e incluyente, es decir una
organización de masas y de cuadros, creemos que eso es lo que se
requiere para transformar el país. En México falta mucha organización
popular y no que un puñado de visionarios pretenda dirigir a los demás
como si ya estuvieran organizados y solo esperaran la voz de mando para
alzarse.
Si
pensamos que la estructura de Morena debe ser territorial pero también
sectorial, y que debe ser más flexible que rígida, es porque vemos que
la gente se agrupa y lucha de diferentes maneras: unas territoriales,
otras sectoriales y temáticas; transitorias unas y permanentes otras.
Pensamos
que Morena debe ser más horizontal que vertical y más descentralizado
que centralista. No desdeñamos la importancia de actuar ordenadamente y
con mando único ante cuestiones que así lo requieren, pero nos
percatamos de que las exigencias de la lucha son cambiantes y diversas,
según el tiempo y el lugar, de modo que enfrentarlas supone creatividad y
flexibilidad.
En
Morena el poder de decisión deben tenerlo las asambleas de base, sean
estas de barrio, de pueblo o de sector. Estamos convencidos que la
fuerza de un país diverso como el nuestro está en la pluralidad de
pensamientos y de ideas que sólo florecen en la deliberación colectiva y
en la acción común. Tomemos como referencia a las comunidades rurales,
donde la gente se reune no para hablar bonito o para pelearse unos con
otros, sino para decidir lo qué van a hacer y cómo van a hacerlo.
Movimiento y partido
Morena
necesita cambiar para promover el activismo cotidiano y la organización
de base. Hay que solicitar el registro como partido no como un fin en
si mismo sino para combinar la resistencia cotidiana y la participación
electoral. Lo contrario generará desencanto y pondrá en riesgo lo
ganado. Si queremos seguir siendo una organización plural, que es lo que
nos ha dado fuerza, debemos tomar en serio lo de ser incluyentes. Y
sobre todo debemos emprender la reorganización sin confrontarnos, sin
burocratizarnos, sin dispersarnos, sin diluirnos, sin dejar de ser el
gran movimiento unitario que hasta ahora hemos sido.
Subrayar lo que nos une
Hay
que discutir, sí, pero en lugar de enfrascarnos en debates internos que
nos dividen o en confrontaciones estériles, hay que abordar seriamente
temas urgentes que nos unen. Cuestiones como la resistencia a la
contrarreforma laboral, el rechazo a la autorización de un millón de
hectáreas para maíz transgénico y el propio Plan de Desobediencia Civil,
que hoy nos pasan de noche.
Uno
de los peores efectos de la derrota es buscar a los enemigos en
nuestras propias filas. Debemos evitarlo. La fraternidad, el debate de
ideas y la convivencia alegre son parte de la lucha y nos hacen mejores
personas y una mejor organización.
Sea
como movimiento o como movimiento-partido, Morena debe promover una
gran Campaña Nacional de Resistencia. Porque no hay mejor antídoto
contra las deformaciones burocráticas, chambistas y tribales que
carcomen a los partidos, que luchar todos los días y en todas partes.
Ese es el ánimo que necesitamos.
Restaurar la esperanza
Necesita
renacer la gran esperanza que el fraude resquebrajó y que la oligarquía
nos quieren arrebatar. Morena tiene que proponerle al pueblo de México
un plan de regeneración nacional para los tiempos actuales. Un proyecto
renovado con grandes objetivos, con rumbo claro y formulado de manera
sencilla y directa, guía para la acción. Un sueño alcanzable capaz de
despertar entusiasmos y construir realidades.
La
resistencia, la lucha cotidiana, la creación de poder popular no son
refugio de desencantados o premio de consolación de los que perdieron
las elecciones. Es la manera de cambiar el sistema autoritario y de
cercar socialmente a la oligarquía, el modo de construir la fuerza
necesaria para ganarle democráticamente el gobierno a los que hoy mandan
y en el camino transformar al país. Creemos que es el modo de cambiar a
México desde abajo mientras creamos las condiciones para cambiarlo
también desde arriba. Somos optimistas porque somos muchos, porque
estamos juntos, porque somos solidarios, porque seguimos en lucha y
porque en verdad no le han quitado ni una pluma a nuestro gallo.
Fraternalmente
Armando Bartra
Luciano Concheiro
Héctor Díaz-Polanco
Pedro Miguel
Jesús Ramírez Cuevas
Víctor Suárez Carrera
Consuelo Sánchez
Daniel Tovar
Alejandro Álvarez
Y los que se sumen…
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