lunes, septiembre 09, 2013

Intervención de Rosa Albina Garavito Elías en la celebración del 39 aniversario de la fundación del PMT



México, D.F. 8 de septiembre de 2013

Intervención de Rosa Albina Garavito Elías en
la celebración del 39 aniversario de la fundación del PMT

Compañeras y compañeros.

Muy honrada me siento con la invitación a acompañarlos en este 39 aniversario de la fundación del Partido Mexicano de los Trabajadores, un partido extinto en términos legales pero vivo en el corazón y en la conciencia de miles de mexicanos. Se los agradezco profundamente pues me hacen sentir parte de las luchas que ustedes han desplegado a lo largo y a lo ancho del país durante estos largos, largos años.

Quiero empezar mi intervención felicitándolas y felicitándolos, tienen ustedes mucho qué celebrar: toda una vida dedicada a la lucha por las mejores causas del pueblo de México: la defensa de sus recursos estratégicos, la defensa de su clase trabajadora, la del campo y la de la ciudad, del medio ambiente y muy importante: la defensa de las libertades políticas, la defensa de la democracia. No es fácil encontrar en el camino de estas luchas a un grupo compacto de hombres y mujeres con esta trayectoria histórica de lucha.

Celebrar es siempre hacer un recuento de lo vivido, un alto en el camino para recoger los frutos, para volver a arar la tierra, para seguir sembrando; porque de eso se trata, de seguir sembrando, de seguir honrando a la vida.

¿Cuáles son los frutos que recogen ustedes y nos han regalado a lo largo de los últimos 40 años?
Para empezar la fuerza de una identidad política. La identidad como sentido de pertenencia a un colectivo, como la capacidad de proyectarse y reconocerse en el otro. Pues bien, de la suma de sus historias políticas personales ustedes han logrado proyectar un perfil de militante que mucho escasea en nuestro país: gente honesta que de manera terca y desde sus trincheras, insiste, con los medios a su alcance, en hacer prevalecer el bien común por encima del egoísta interés individual. Militantes que desde sus propias experiencias, se forjaron al calor y con el ejemplo de sus fundadores. De las duras luchas de los trabajadores con Demetrio Vallejo como cabeza emblemática; al calor y con el ejemplo de las duras luchas estudiantiles de 1968 por las libertades políticas con el liderazgo de Heberto Castillo, también por la defensa de la soberanía nacional; al calor y con el ejemplo del amor por las creencias, las ideas, la razón y el conocimiento que nos hacen libres de Luis Villoro, quien hoy nos honra con su presencia. Me sumo al homenaje que en este acto se le hace al filósofo que más allá de la lucha por construir una nación independiente, desentrañó la lucha de clases en nuestra guerra de independencia; al pensador que supo entender el carácter liberador de la lucha por la autonomía indígena, seguramente porque su obra y su persona son la síntesis de la filosofía de la praxis, del creer y del conocer, del entender y explicar, para transformar la realidad, lo cual le ha permitido ser de manera excepcional un filósofo que muy lejos de cualquier torre de marfil ha explicado y acompañado las luchas del pueblo. Pocos filósofos como Luis Villoro han dado vida a la tesis de Marx: "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo". Orgullosas y orgullosas deben sentirse de tener a su lado a tan emblemáticos luchadores desde las trincheras más significativas, para hacer de México una casa de libertades y de justicia.

Cuando digo que ustedes han construido y proyectado un perfil de militante honesto, digo y reconozco un hecho muy importante para la política en el que me quiero detener. Para la política como síntesis de voluntades y acciones con vocación de poder, del poder al servicio del bien común. Si esa política no se sostiene en la ética, en los valores, será una política fracasada en sus intentos liberadores. La honestidad es el mejor muro, la mejor valla, la mejor defensa en contra de las pretensiones de hacer de la política una mercancía. Por desgracia en nuestros tiempos esos muros, esas vallas han sido derruidos, y los partidos de izquierda, como aparatos burocráticos y lejos de la mayoría de sus militantes, han quedado presos del falso mundo de las mercancías. Se rindieron al fetiche de pensar que si el poder se basa en el dinero, es necesario disponer de dinero, de recursos financieros para luchar contra ese poder.

Ustedes saben que llegué a la construcción del PRD sin una previa militancia partidaria, sin la experiencia de las luchas sociales y políticas –más allá del radicalismo de la lucha armada- de las que ustedes, a la hora de fundar el PRD, estaban ya doctorados. En aquellas jornadas de fundación del PRD, fue para mí muy reveladora la indignación y protesta de Heberto Castillo, cuando frente a la necesidad de desplegar alguna campaña que se leía como necesidad de recursos económicos, Heberto recordó y reclamó volver a las prácticas de la vieja izquierda, cuyos luchadores trabajaban con sus propios y pobres recursos; como en el caso de mi querido y recordado amigo Alfredo del Valle y mi querido y presente amigo Javier Santiago, quienes en un auto destartalado y con un magnavoz, transitaban por las polvorientas calles de pueblos igualmente polvorientos, para llamar a la formación de un nuevo partido, el PMT. Recuerdo este hecho citado por Heberto en alguno de sus artículos publicados en la revista Proceso, y nadie mejor que ustedes sabe que la construcción del PMT estuvo hecha gracias a miles de estos esfuerzos limpios y honestos. Gracias por esas lecciones.

Además de esa identidad política estamos celebrando que ustedes son los arquitectos, los constructores de uno de los partidos más importantes de la izquierda mexicana, de tradición no marxista. Ese que nació “de la entraña del pueblo”, como en su más reciente artículo Jose Luis Hernández –otro militante de hierro- citara a Heberto en su discurso de fundación. Pero para salir de la entraña del pueblo se necesita ir al pueblo, así lo hicieron ustedes cuando en 1972 y 1973 recorrieron el país con su Comité Nacional de Auscultación y Coordinación, para finalmente decidir en su Congreso de hace 39 años la aprobación de sus documentos básicos. Mientras todo eso hacían ustedes, otras y otros andábamos tratando de cambiar el mundo de la noche a la mañana y mirábamos de soslayo y hasta con desconfianza a ustedes en esos sus afanes. Se necesita ciertamente venir de la entraña del pueblo para de manera pacífica enfrentar al represor autoritarismo de un régimen de partido de Estado como el de aquellos años; se necesita venir de ahí, de la entraña del pueblo, para fortalecerse y luchar después de la masacres de estudiantes y después de las represiones que ustedes y sus dirigentes habían sufrido. Pero de eso está hecha la entraña del pueblo, de resistencia y de inteligencia para seguir tomando la iniciativa de la defensa de las garantías individuales y de los derechos sociales.

Porque también eso aprendimos de ustedes, levantar como bandera el pleno respeto a la legalidad, al Estado de Derecho. No porque otros partidos de izquierda no lo hubiesen reclamado, pero su tradición nacionalista no marxista les permitió reivindicar en toda su magnitud la revolución de 1910 y sus conquistas plasmadas en la Constitución de 1917, para hacer de ellas sus banderas. No en balde el logo que ustedes se dieron como identidad gráfica es un signo de la mexicanidad en movimiento. Porque efectivamente, si con la ley en la mano se oprime al pueblo, la gran contradicción de la burguesía es que esas mismas leyes reclaman su espíritu universal, por eso, cuando el pueblo las toma en sus manos se vuelven más subversivas que cualquier otra arma. Pero eso se aprende con el tiempo, en mi rectificación para pasar a la lucha pacífica, muchas experiencias y vivencias me hicieron reflexionar, la de ustedes fue una muy importante.

Otra aportación que ustedes hicieron fue la capacidad de sumar acciones para hacer crecer la presencia político partidaria de la izquierda: Haber acordado la creación del PMS es una de estas lecciones unitarias, y después, la decisión de Heberto de declinar su candidatura a favor de Cuauhtémoc Cárdenas fue una inteligente y humilde decisión que permitió hacer crecer la campaña de 1988, para que se convirtiera en lo que fue: un parteaguas histórico. Lástima que en 2006, cuando fue el momento para que Cuauhtémoc mostrara la misma inteligencia y humildad en relación a la candidatura de López Obrador, esto no haya sucedido, y se haya debilitado la posibilidad de un triunfo de la izquierda para acceder al poder presidencial. Otras posibilidades se construirán.

Y dentro de las aportaciones de lo que ustedes representan para la izquierda mexicana, una fundamental ha sido la comprensión de la lucha por la autonomía indígena inciada en 1994 con el surgimiento del EZLN que Heberto Castillo y Luis Villoro tan bien acompañaron, cada uno desde su trinchera.

Así pues, lo que está detrás de esta celebración, de este aniversario, son las aportaciones que ustedes han hecho a la izquierda mexicana: identidad en torno a los valores de la honestidad como ética política; en torno del amor a las ideas como instrumento de conocimiento para ser libres; el mismo que les permitió no sólo conocer, sino reconocer en la lucha por la autonomía indígena el semillero de un nuevo proyecto de nación. Identidad política también en torno a su experiencia de arquitectos de partidos que se construyen desde abajo; también en torno del reconocimiento de las viejas conquistas del pueblo que hizo la primera revolución social del siglo XX para reivindicarlas y actualizarlas de manera democrática como banderas de lucha pacífica y legal; por último pero seguramente no sólo de todo esto, una identidad hecha también de su vocación unitaria.

Y con toda esta valiosísima experiencia, ¿Qué para adelante? ¿Qué para adelante en un México que se nos desbarata entre las manos: con una tasa de crecimiento promedio anual que lo coloca en el sótano de los países de América Latina después de haber sido el milagro económico de la región; con un deterioro del salario mínimo real que acumula ya el 72.4% en relación a 1976. Aquí no se necesitó de dictaduras militares para imponer este sacrificio a la clase trabajadora, aquí no fueron necesarios gobiernos de facto, bastó que el gobierno, del PRI y después del PAN, es decir con todo y alternancia, y ahora otra vez del PRI, continuaran apoyándose en el pilar del corporativismo y en la ausencia de libertad y democracia sindicales, esto es en la ausencia de auténtica representatividad de las organizaciones de los trabajadores; también que continuaran apoyándose en el clientelismo político que pervierte la organización social de diferentes sectores y su condición de ciudadanos dignos, donde los derechos son convertidos en moneda de cambio electoral.

Es una tristeza, una gran tristeza que los partidos de izquierda sigan fortaleciendo esas perversas instituciones y de esa manera sigan frustrando la transición democrática para reducirla a simple alternancia de partidos en el poder; esos cambios, insuficientes aún, que tantos sacrificios han costado al pueblo. Y también es una tristeza, una gran tristeza ver sumido al país en la violencia producto de la delincuencia organizada, producto de la colusión de las autoridades con esa delincuencia, y producto también de la necesidad de los miles de excluídos del sistema económico que encuentran cobijo, no solo en la migración hacia EUA, sino también en el espacios de esta gran y rentable industria que es el narcotráfico y sus productos aledaños.

Por eso, cuarenta años después de haber fundado uno de los partidos de izquierda más importantes de México, y después de toda la experiencia acumulada, ustedes se preguntarán ¿Y qué para adelante?

Su invitada a esta importante celebración, se ha tomado la libertad de traerles una humilde propuesta: en homenaje a sus luchas y a las de tantos militantes de izquierda en este país que ofrendaron sus vidas y su libertad por un México justo y democrático, y por el rescate de este país que cada día nos es más ajeno; les propongo que pensemos, que discutamos, que reflexionemos sobre la formación de un nuevo partido. Pero no se sorprendan, no hablo de un partido tradicional, no de un partido más que se sume a la crisis nacional e internacional de representatividad de los viejos partidos.

Tuvimos la fortuna de llegar al siglo XXI, de las experiencias de lucha del siglo XX mucho hemos aprendido, no repitamos los mismos errores. No se trata de un partido más que se suma al obsoleto sistema de partidos, ese que viene de las entrañas del viejo régimen, sino de uno que se alimente de los grandes cambios sociales, de la mayor calidad y conciencia ciudadana, de la mayor y más ágil capacidad informativa y de análisis, de la expansión de las redes sociales, de las libertades de expresión y electorales conquistadas –porque no olvidemos, nuestras luchas no han sido en vano-; de la globalización como internacionalización de las luchas de los trabajadores, aun cuando les disfrazan de mil maneras su condición asalariados; también de la jurisdicción internacional de la justicia en la defensa de los derechos humanos; de las autonomías de los pueblos indios, que aunque no reconocidas continúan transformando el quehacer social y político.

Tienen ustedes muchos haberes y muchos saberes. No los echen a la borda. Piensen en un partido que no sea tocado por el dinero; de un partido que se escape a las redes mercantiles para tejer las redes de las voluntades y las acciones por la transformación nacional. De un partido que no espere la bendición del IFE para existir, y que tampoco dependa de los recursos públicos para su financiamiento, de un partido en que la política sea haga por el gusto de hacer política, y por la necesidad de resolver problemas concretos, por un partido que le regrese a la política su carácter de ser la esencia de la cual se alimenta el alma, como dijo, o inventé que dijo, Aristóteles. De un partido que sea Nuestro Partido.

Nuestro Partido tendría que ser la suma de voluntades de hombres y mujeres libres, que reproduzcan y alimenten su acción cotidiana mediante el desarrollo de su identidad política a través de la acción colectiva para resolver los diferentes problemas concretos que como sociedad enfrentamos. De un partido de carácter internacional, de un partido abierto a la militancia en otros partidos, abierto también al registro de candidaturas de sus militantes por otros partidos. Un partido sin burocracias, sin hipócritas comisiones de justicia, en donde la única sanción para el militante que no cumple con las tareas acordadas es la sanción moral del ostracismo, del aislamiento, de la marginación, de la no pertenencia.

Un partido vivo, cuyo programa se renueve y alimente cotidianamente a través de la discusión de los problemas concretos en las diversas latitudes geográficas y sociales del país, y que convoque a definiciones nacionales de cara a las coyunturas políticas que así lo ameriten. En suma, un partido que todos los días se construye desde abajo, porque en este país todos y cada uno de los días la gente está luchando; sólo falta que esa lucha la reconozca y se le reconozca como parte de una organización con identidad política propia.

Un partido sin registro legal que lucha por el cambio a través de acciones legales y pacíficas, es un partido con vocación de poder, del poder que no se enajena en aparatos partidarios o en puestos electorales, sino el que se construye y simultáneamente se ejerce desde abajo en acciones colectivas. Este poder es capaz de transformar instituciones y plasmar sus conquistas en ellas; pero a buen resguardo se coloca –aún trabajando a su interior-, de no ser devorado por las mismas, por una sencilla razón, su poder lo construye desde abajo.

Quizás valga la pena discutir esta idea, ¿no les parece? Para ustedes que tienen ya su red en internet será más fácil. Ustedes sabrán si le dan cobijo a esta idea en su rico, fértil y experimentado territorio. Muchas gracias por su experiencia, por sus aportaciones históricas a la izquierda mexicana. Gracias, y de nuevo ¡Muchas Felicidades!

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