sábado, noviembre 25, 2006

Business as usual

Milenio 23 noviembre 2006
Monterrey, Nuevo León, México.

BUSINESS AS USUAL

ENTRE PARES
GUILLERMO COLÍN


Ya acostumbrados al decreto del secretario general de Gobierno que entronizó como cosa normal la violencia regiomontana, por la que en promedio un levantado es ejecutado a la semana en los entretelones del narcotráfico, los ciudadanos atónitos observan a las autoridades impasibles en su caracterización que mejor les acomoda: business as usual.
Ya ni quien se acuerde en esas altas esferas de planes de emergencia y mucho menos de una política pública de combate al narco, el cual, por cierto, ya toca de manera amenazadora a las puertas de los primeros niveles de la administración pública, mientras por la salida trasera un número importante de efectivos policiacos deja sus bártulos y se despide de sus puestos, apremiado por sus familias a buscar otro modo de vida que no incluya perderla.
Business as usual, a diferencia del significado anglófono, algunas autoridades lo entienden de manera literal: “Los negocios son primero”, o la versión descastada del célebre apotegma guerrerense.
Así, el expediente Valle de Reyes ya cuenta con la bendición del gobernador González Parás, que repite el guión que sus asesores le han compuesto: oda a dos prestanombres, más un selecto círculo de avorazados del llamado “despacho divino” que lucraron con información privilegiada, y el consabido albazo del cabildo de Santa Catarina, para el cual la maniobra truculenta de la alcaldesa Irma Adriana Garza, de renunciar por anticipado, fue indispensable en la obra donde los regidores fueron llamados a escena con treinta minutos de anticipación y en tanta premura ni se acordaron de publicar en el Diario Oficial su atraco poco simulado, lo que dio el pretexto al alcalde panista entrante para encarecer su voto: “Vamos a estudiar, vamos a ver qué quiere el ciudadano; por lo pronto voy a detener la publicación”. Así, al hacer entrar en moratoria suspensiva el acuerdo, en lugar de cancelarlo a la luz de las impropiedades e irregularidades con las que se confeccionó, Dioniso Herrera en realidad abre la puja de la subasta a los intereses creados. Business as usual.
El asunto será manejar las cosas de manera que los ciudadanos queden pasmados, como lo hicieron con el proyecto Siglo XXI de apropiación particular de las márgenes del río Santa Catarina, y del que al concesionario y beneficiario del panismo felipista en la actualidad le resulta más barato pagar las ridículas multas por incumplimientos al convenio que invertir en los taludes y las ciclopistas comprometidas, las cuales se dejan a direcciones de obras públicas que solícitas se desviven y acomodan por llevarlas a cabo con dinero de los contribuyentes para comerse el pastel de los contratos resultantes.
Business as usual, entiéndase, implica que cada funcionario lleva la mayor parte del agua a su molino, y ni las exhibiciones de la prensa logran aminorar su apetito presupuestario, del que se sirven a manos llenas y no siempre de manera transparente. Ahí está Omar Cervantes, director de Comunicación Social del estado, para quien todavía no parecen haber transcurrido las pasadas elecciones. En ese entonces, en pretendido gesto cargado de respeto a los votantes para no perturbar los comicios en curso (ya los habían perturbado antes sus presuntos mapaches electrónicos), dijo que se reservaba (así opera el fuero de la impunidad autorecetada) la explicación pertinente sobre sedicente campaña de correos electrónicos, induciendo ilegalmente tendencias partidistas al público.
Nada trascendió del presunto delito electoral, pero sí acaba de saberse que su oficina ha pagado siete millones de pesos por manuales de protección civil que son en realidad textos pirateados de internet y los cuales una vez elaborados se vuelven a facturar. En este y otros contextos similares de despilfarro neto la discusión sobre austeridad presupuestaria en el Congreso sobre el gasto por ejercer del gobierno estatal se antoja: business as usual.

gcolin@mail.com

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