sábado, septiembre 22, 2007

Chespirito y el cártel de Cali

Milenio Diario, 21 septiembre 2007.
Por Sanjuana Martínez.
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El lavado de dinero o blanqueo de capitales es el procesamiento de ingresos delictivos a fin de encubrir su origen ilegal. Los gobiernos de todos los países están obligados a luchar contra este cáncer que afecta las finanzas mundiales, porque es la única manera de consolidar la estabilidad de sus instituciones y sistemas financieros. En la llamada colombianización de México podemos ver cómo la próspera industria del narcotráfico se traduce en inversiones que penetran los sectores comerciales y financieros con gran facilidad. Por ejemplo, el auge del sector de la construcción en vivienda es ostentoso y casualmente a casi nadie parece interesarle indagar el origen del dinero: los particulares se lavan las manos dándole la bienvenida a los billetes sin preguntar su procedencia y el Gobierno elude su responsabilidad de fiscalización y supervisión, al verse beneficiado directa o indirectamente.
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El lavado de dinero se genera en muy distintos niveles. Según el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) con sede en París, creado por el grupo de los siete países industrializados para coordinar el combate contra el blanqueo de capitales, la definición de esta acción ilícita se centra en el proceso de esconder o disfrazar la existencia, fuente ilegal, movimiento, destino o uso de bienes o fondos, producto del narcotráfico. Por tanto, la ceguera intencional es el equivalente a sabiendas en los tribunales de justicia de cualquier democracia moderna. Decir: “Yo no sabía de dónde venía el dinero” o “yo no pregunté”, no es eximente de responsabilidad penal, como tampoco lo es la ignorancia sobre este tipo de delito.
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El nombre del actor Roberto Gómez Bolaños Chespirito, creador de personajes emblemáticos para la niñez mexicana como El Chavo del Ocho o El Chapulín Colorado ha surgido en el libro El hijo del ajedrecista escrito por Fernando Rodríguez Mondragón, hijo del narcotraficante Gilberto Rodríguez Orejuela, ex jefe del cártel de Cali. Sostiene el vástago, que Chespirito participó en una fiesta infantil del narco colombiano, junto a sus compañeros de reparto La Chilindrina y El Profesor Jirafales. De inmediato, el actor mexicano declaró que no indagaba “la honorabilidad” de quienes lo contrataban. Eso dicen también comerciantes de automóviles, constructores, empresarios y políticos diversos. Chespirito va más allá: “Quiero aclarar que como artista, cuando he dado un espectáculo no solicito a todos los asistentes sus identificaciones y cartas de recomendación o de no antecedentes penales”.
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Rubén Aguirre, el famoso Profesor Jirafales, es más explícito y reconoce que actuaron “como en seis ocasiones” en Colombia, pero aclara: “A mí me decían: ‘Súbete al avión, ahora vamos a Chile’, yo ni siquiera tuve tratos, en todo caso los tuvo el representante nuestro”. María Antonieta de las Nieves, La Chilindrina, se suma: “Nosotros no teníamos conocimiento que se trataba de un capo. ¿Cómo vamos a tener conocimiento?, ni modo que nos lo digan ellos; en mi vida los había tratado”. No son los únicos, también actuaron para el capo otros artistas como Juan Gabriel, los salseros Oscar D’León, Ricarena y el Gran Combo de Puerto Rico, entre otros. Por supuesto, todos coinciden en señalar que ellos “no supieron”. Sin embargo, según la definición del GAFI, cada uno de ellos incurrió en un delito tipificado por la legislación internacional y penalizado por las leyes nacionales, aunque ineficazmente sancionado.
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Incluso la Red de Control de Crímenes Financieros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha hecho énfasis en que el argumento de “ceguera” es “intencional”. En México no existe un verdadero combate al crimen organizado, mucho menos la prevención y persecución del delito de lavado de dinero, pero el Gobierno debe cumplir con sus compromisos internacionales en esta materia y ajustar su legislación para actuar con eficacia. Es necesario acabar con la inoperancia de instrumentos jurídicos deficientes. El GAFI ha publicado 40 recomendaciones con el objetivo de que cada país aplique de manera universal mecanismos fiscalizadores para identificar las tendencias y nuevas técnicas del lavado de dinero, con especial interés en bancos e instituciones financieras. Pero es un trabajo de todos. Cada ciudadano tiene la responsabilidad de prevenir el blanqueo de capitales y no hacer la vista gorda cuando se trata de recibir dinero.
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Por eso, resulta paradigmático que un personaje público como Chespirito, considerado por algunos educadores y padres de familia como referente para sus hijos, justifique recibir dinero sin preguntar la procedencia de tales ingresos.El desconocimiento convenenciero puede salirnos caro. La sospecha es un elemento necesario al hacer negocios, de lo contrario, cualquiera se puede convertir en cómplice. La escritora italiana Loretta Napoleoni, autora del libro Yihad. Cómo se financia el terrorismo en la nueva economía, considera que todo aquel que participa en el blanqueo de capitales por pequeña que sea la transacción, hace negocios con “el terrorismo”. La economista y periodista propone atacar los paraísos fiscales y acabar con el narcotráfico, como requisitos para terminar con la ola internacional del terror.

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