sábado, septiembre 22, 2007

Promesas de campaña y seguro de desempleo

Milenio Diario, 20 septiembre 2007.
Por Javier Sepúlveda.
Las propuestas de apoyo a la seguridad social y a los grupos más vulnerables de este país tienen que emanar de personajes políticamente correctos; o traducido, tienen que ser bien vistos por quienes ostentan el poder político, pero sobre todo, el poder económico.
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El anuncio de que Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del Distrito Federal, promoverá un seguro de desempleo de mil 500 pesos mensuales para los habitantes de la capital , causó escozor entre los grupos reaccionarios que siempre se oponen a todo lo que implique gasto social.
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En teoría, con el Presidente del empleo en el poder, los jilgueros oficiales y oficiosos deberían decir que como en este país habrá plazas laborales de sobra, un seguro para el desempleo será un mero accesorio, un esquema de avanzada para quienes por alguna causa pierdan su trabajo, pero nada que sea oneroso para las finanzas públicas.
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Pero no es así. Los chillidos en contra de la propuesta de Marcelo Ebrard ya comenzaron, y son los mismos actores que silbaban en contra del apoyo para personas de la tercera edad que inventó Andrés Manuel López Obrador en la Ciudad de México, que luego le copió Natividad González Parás en Nuevo León, y finalmente implementó el presidente Felipe Calderón.
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Lo más interesante, aunque no extraño, es que las voces provienen de los representantes de los sectores que siempre presumen de generar empleos, pero son los primeros que protestan cuando se generan subsidios para apoyar a los más desprotegidos.
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Como el azadón, siempre esperan ser rescatados con créditos blandos del Gobierno, como ha ocurrido con los banqueros, con los inversionistas en vías de comunicación (ya van dos rescates carreteros) y con empresarios de todos los niveles.Valdría recordar cómo, en el sexenio de José López Portillo, algunos consorcios regiomontanos fueron salvados de la quiebra y el Gobierno entró al quite para amortizar sus deudas.
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Sin embargo, para estos grupos nunca dejó de ser un populista, y hasta su estatua fue desmontada y vendida como chatarra. Tal vez no haya sido un gran Presidente, pero los rescató de la quiebra por lo que significaban en empleos para el país, no por su prosapia.
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Ahora que las cifras de empleos no cuadran ni en el Primer Informe de Gobierno se vienen contra el político que ofrece un seguro contra el desempleo.
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El éxito del proyecto de Marcelo Ebrard dependerá del fracaso de la principal oferta electoral del presidente Felipe Calderón, quien fincó en el empleo su promesa más fuerte de campaña.
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Eso explica las voces que se han lanzado en su contra, pero que como propuesta de avanzada, ese seguro existe en los países del Primer Mundo al que aspiramos ser, comenzando por Estados Unidos.
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Hay dos personajes a los que seguramente les va y les viene haberse quedado sin empleo: Vicente Fox y Marta Sahagún, quienes aparecen, orondos, luciendo su opulencia, más que su tranquilo retiro del poder.
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Tal vez Luis Carlos Ugalde sí se inscriba en el programa de Ebrard, si es que todos quienes le deben favores se olvidan de él para siempre.

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