martes, septiembre 18, 2007

Militariza Calderón a sus hijos para el desfile.







Juguete nuevo · Helguera



La Jornada, lunes 17 septiembre 2007.


Jesús Aranda y Claudia Herrera
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La reaparición de las aeronaves militares en el cielo del valle de México, la demostración de fuerza en el plancha del Zócalo capitalino, con el despliegue de paracaidistas de elite; la presentación oficial de las Fuerzas de Apoyo Federal, creadas en la presente administración para combatir al crimen organizado, y la “desaparición” de los “contingentes históricos”, caracterizaron ayer el desfile conmemorativo del inicio de la guerra de Independencia.
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No se cometió delito alguno, afirma Garfias
Jesús Aranda Terrones

Código castrense

La pluralidad debe ser motivo de unión, no de encono, advierte Felipe Calderón
Claudia Herrera y Jesús Aranda
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Tras la disputa que provocó la realización de diversas ceremonias paralelas del Grito de Independencia, el presidente Felipe Calderón expresó que su deber es “sumar”, y en un claro mensaje a sus opositores advirtió que la pluralidad debe ser motivo de unión, mas no de encono ni de división.





Los pequeños portaron uniformes, gorras e inclusive insignias
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Reaparecen aeronaves y se presentan las Fuerzas de Apoyo Federal





La reaparición de las aeronaves militares en el cielo del valle de México, la demostración de fuerza en el plancha del Zócalo capitalino, con el despliegue de paracaidistas de elite; la presentación oficial de las Fuerzas de Apoyo Federal, creadas en la presente administración para combatir al crimen organizado, y la “desaparición” de los “contingentes históricos”, caracterizaron ayer el desfile conmemorativo del inicio de la guerra de Independencia.
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El presidente Felipe Calderón también imprimió un toque personal al acto, al presentar a sus pequeños hijos, Juan Pablo y Luis Felipe, vestidos con uniforme militar, con todo e insignias que asemejaban los grados de mayor y teniente coronel, respectivamente.
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Ataviados con gorra castrense (el mayor con dos estrellas y el menor con una), los pequeños imitaban a su padre cuando éste levantaba la mano a la altura de la cabeza para saludar desde el balcón central de Palacio Nacional a los contingentes de soldados y marinos. El titular del Ejecutivo federal estuvo acompañado por su esposa, Margarita Zavala; por el general secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván; por Mariano Francisco Saynez Mendoza, almirante secretario de Marina; el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Guillermo Ortiz Mayagoitia, y el presidente del Senado, Santiago Creel.
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A los niños Calderón les quedaba bien el traje; se lo hicieron a la medida en la Secretaría de la Defensa Nacional, comentó un militar, quien sin embargo reconoció que había sido un “exceso” que los pequeños portaran insignias. Aunque “sabemos –justificó– que el Presidente lo hizo por la alta estima que le tiene a las fuerzas armadas”.
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Además de los miembros del gabinete presidencial, diplomáticos e invitados especiales, estuvieron los hermanos de la esposa del Presidente, entre ellos Juan Ignacio e Hildebrando Zavala, este último acusado por Andrés Manuel López Obrador de haberse enriquecido con contratos gubernamentales cuando Calderón era secretario de Energía.
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Cuando arribó Felipe Calderón al Zócalo, miles de militares ya ocupaban la parte central de la plaza; acto seguido, subió a un vehículo Hummer y, acompañado por los titulares de Defensa y de Marina, pasó revista a soldados y marinos presentes.
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Tan pronto ocupó su lugar el Ejecutivo federal en el balcón central, hizo su aparición una escuadra de aviones supersónicos F/5, los cuales, al igual que el resto de las 68 aeronaves y helicópteros de la Fuerza Aérea y 12 más de la Armada de México, pasaron en formación hasta en tres ocasiones sobre el centro de la ciudad de México. Después del accidente aéreo de 1995, cuando cuatro aviones militares chocaron en el aire y se desplomaron por el rumbo de Cuajimalpa, con un saldo de seis muertos, las aeronaves sólo habían desfilado en 2001, el primer año del sexenio de Vicente Fox.
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En esta ocasión, por primera vez, las tropas especiales del Ejército hicieron una demostración en el corazón del país. De entrada, aparecieron 12 paracaidistas que saltaron desde un helicóptero a la plancha de la Plaza de la Constitución. Después, dos helicópteros Blackhawk Sikorsky artillados sobrevolaron a unos metros de altura y bajaron militares camuflados para llevar a cabo un simulacro de “infiltración de soga rápida”.
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Ambas maniobras fueron recibidas con aplausos por las personas que ocupaban las gradas o que permanecían de pie en espera de poder acercarse a la plancha, una vez que fueran retiradas las vallas de seguridad.
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El comandante de la columna del desfile, general de división Tomás Angeles Dauahare, estuvo acompañado por un vicealmirante de la Armada y un general de ala de la Fuerza Aérea, como muestra de la nueva relación de cooperación que hay entre las fuerzas armadas.
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Sin embargo, trascendió que en la demostración de las fuerzas especiales participaron únicamente elementos del Ejército y la Fuerza Aérea.
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El desfile formal se inició por tierra, mientras por aire pasaban continuamente aviones y helicópteros. Así, hicieron su presentación oficial los integrantes de las Fuerzas de Apoyo Federal, vestidos con un uniforme café y con sus vehículos pintados de igual color.
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Este agrupamiento fue creado oficialmente el 10 de mayo pasado y tiene como misión principal coadyuvar en el combate a la delincuencia organizada en “aquellos actos que atenten contra la seguridad nacional, y en la restauración del orden”. El grupo depende de la Sedena, pero actúa bajo las órdenes del Presidente y “a solicitud expresa, fundada y motivada de las autoridades civiles a quienes preste apoyo”.
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Siguieron las fuerzas especiales, las cuales, de acuerdo con el guión de la transmisión televisiva, han participado “de manera destacadísima y con una eficacia sorprendente” en las 21 operaciones que ha llevado el Ejército en contra de la delincuencia organizada en lo que va de este gobierno.
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Después de que pasaron los agrupamientos motorizados tocó el turno a los planteles de las escuelas militares y navales; también desfilaron vehículos Ural y fuerzas de la Armada de México.
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El desfile empezó poco después de las 10 de la mañana y terminó una hora 39 minutos después con el paso de 120 charros y sus cabalgaduras. Quedaron fuera los llamados “destacamentos históricos”, como los zacapoaxtlas y cuerudos de Michoacán. Participaron 18 mil 147 elementos en total, más 98 piezas de artillería, 557 vehículos, 55 caballos y 12 canes.





No se cometió delito alguno, afirma Garfias
Jesús Aranda Terrones
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En caso de que hubiera sido un adulto el que portara el uniforme militar, como lo hicieron los hijos del presidente Felipe Calderón durante el desfile, “entonces hablaríamos de un delito”, sostuvo el general de división retirado Luis Garfias Magaña.
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En cambio, consideró que el hecho de que los dos hijos menores del comandante supremo de las fuerzas armadas llevaran uniforme militar, e inclusive insignias que parecían ser de teniente coronel y de mayor, constituyen “una manifestación de solidaridad y de cariño del Presidente, que ha tratado de acercarse al Ejército”.
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Agregó: “Vemos niños en la calle con uniformes militares, de marineros o de policías, y no creo que haya nada malo en ello, y en el caso de los hijos del presidente Calderón pienso que él tuvo la intención de manifestar su solidaridad con las fuerzas armadas, las cuales lo han ayudado mucho en el combate al narcotráfico y en el auxilio a la población en caso de desastres naturales”.
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Rechazó que al vestir a sus hijos con uniforme castrense –parecido al que portan los integrantes del arma de artillería, que casualmente es a la que pertenece el secretario Guillermo Galván–, Calderón pretenda “legitimarse” como Presidente con el apoyo de las fuerzas armadas, porque fue el voto y la decisión soberana del tribunal electoral los que reconocieron su triunfo, sostuvo.
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Cuando Felipe Calderón sí incurrió en un error, explicó Garfias, fue cuando en un acto en Michoacán se puso una chamarra militar sobre su ropa de civil. La legislación castrense señala que no se pueden mezclar uniformes con otra ropa.



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