lunes, agosto 04, 2008

Reaparición de Marcos


Los zapatistas no buscan hegemonizar la rebeldía en México, expresa Marcos

■ Señala que ni él ni nadie es capaz de llegar al poder y transfomar todo hacia abajo

Hermann Bellinghausen (Enviado)

Ampliar la imagen Marcos, el viernes pasado en el caracol de La Garrucha

Marcos, el viernes pasado en el caracol de La Garrucha Foto: Indymedia Chiapas

San Cristóbal de las Casas, Chis., 3 de agosto. El zapatismo “no es el único rebelde, ni el mejor”, ni busca crear “un movimiento que hegemonice toda la rebeldía en México”, sostuvo el subcomandante Marcos la noche del viernes al recibir en el caracol de La Garrucha a la Caravana Nacional e Internacional de solidaridad que recorre las comunidades zapatistas.

Acompañado por el teniente coronel Moisés y los comandantes Isaías y Masho, se pronunció por alcanzar “un encuentro de rebeldías, un intercambio de aprendizajes y una relación más directa, no mediática sino real, entre organizaciones”.

Ante caravaneros procedentes de diversos países, particularmente europeos, el jefe militar rebelde subrayó que “el cuento de una izquierda institucional” que llega al poder “está perfectamente claro para los españoles, con José Luis Rodríguez Zapatero o Felipe González”, o para los franceses, con “el barón” François Mitterand.

“En México no. Sigue habiendo esa expectativa: que es posible que la izquierda que padecemos ahora, si llega al poder, va a gobernar sin dejar de ser de izquierda”. Prácticamente todos los países del mundo dan cuenta de lo contrario, recalcó. “De gente de izquierda, no necesariamente radical, que en el momento en que llega al poder deja de serlo. Varían la velocidad, la profundidad, pero indefectiblemente se transforman. Eso es ‘el efecto estómago’ del poder: o te digiere o te hace mierda.”

En México, ante el acercamiento de la izquierda al poder, surgió “este proceso de digestión y defecación” sobre ella. “Perdónenme si rompo algún corazón, pero el centro no está en el centro, está pegado a la derecha”.

Recordó que un grupo de intelectuales, artistas, líderes sociales pedía a los zapatistas volver la historia a 1984, “cuando pensábamos que si un grupo, o una persona, llega al poder, transforma todo hacia abajo. Que depositáramos la confianza, el futuro, nuestra vida y nuestro proceso a un iluminado, a una persona, junto con una banda de 40 ladrones que es la izquierda en México”.

Expuso: “No es que nos sea antipático el presidente legítimo, sino simple y sencillamente no creemos en ese proceso. No creemos que alguien, ni siquiera tan guapo como el subcomandante Marcos, sea capaz de hacer esa transformación”.

El rompecabezas del poder y la pieza que no encaja

El zapatismo es incómodo, agregó. “Como si en el rompecabezas del poder llegara una pieza que no encaja, y hay que deshacerse de ella. De los movimientos que hay en México, uno de ellos (no el único), el zapatismo no permite conformarse, rendirse, claudicar, venderse”, mientras que en los movimientos de arriba “ésa es la lógica”. El “corrimiento a la derecha” de la izquierda que participa en el poder “se oculta diciendo que el EZLN se radicalizó, pero nuestro planteamiento sigue siendo el mismo: no buscamos la toma del poder, pensamos que las cosas se construyen desde abajo.

“El poder es un club exclusivo. La ‘sociedad del poder’ tiene reglas, y sólo se puede acceder a ella si se cumplen. Cualquiera que busque la justicia, la libertad, la democracia, el respeto a la diferencia, no tiene posibilidad de acceder ahí, a menos que claudique de esas ideas.”

En su primera aparición en público en lo que va del año, el vocero rebelde comentó: “Se dice, no sin razón, que en los últimos dos años el subcomandante Marcos trabajó, con empeño y éxito, en destruir la imagen mediática que se había construido en torno a él”.

También hizo mención de los “intermediarios”, dispuestos a viajar “con los gastos pagados a recibir aplausos y alguno que otro favor”. Admitió que la aparición de los “coyotes de la solidaridad” ocultó la existencia “de otros abajos”. Con la Sexta declaración de la selva Lacandona vino “la ruptura con este sector, y la búsqueda, en México y en el mundo, de otros que fueran como nosotros, pero diferentes”.

Marcos señaló que además de la posición que sostienen los zapatistas frente al poder, hay una característica “esencial”: la renuncia a hegemonizar y homogenizar la sociedad. “No pretendemos un México zapatista, ni un mundo zapatista. No pretendemos que todos se hagan indígenas. Nosotros queremos un lugar, aquí, el nuestro, que nos dejen en paz, que no nos mande nadie. Eso es la libertad: que nosotros decidamos lo que queremos hacer.”

Tras ofrecer a sus visitantes un “rápido recorrido” por la historia de EZLN, iniciada hace 25 años en la selva Lacandona, les habló de la “herencia moral y ética de los que nos fundaron. Tenemos una deuda moral con nuestros compañeros. No con ustedes, no con los intelectuales que se alejaron, no con los artistas, ni los escritores, ni los líderes sociales que ahora son antizapatistas”.

La deuda es “con aquellos que murieron luchando”, concluyó. “Queremos que llegue el día en que podamos decirles a nuestros muertos tres cosas nada más: no nos rendimos, no nos vendimos, no claudicamos.”

Nota: También sería bueno decirle a nuestros vivos: no dejamos piedra sin levantar, todas las acciones posibles para la reivindicación de los pueblos fueron hechas, fomentamos la unidad y solidaridad no sólo con los visitadores, simpatizantes y adherentes del extranjero o con los pueblos de otras naciones en circunstancias similares sino con todos nuestros conciudadanos, apoyamos todas sus luchas aunque no redundaran en poder o prestigio para nosostros. Porque no sólo nuestras reivindicaciones son válidas, también lo son las pensiones de los trabajadores, su derecho a un empleo digno, a un salario justo, el respeto por los derechos de los ciudadanos, y tantos otros rubros que algunos catalogan como demandas pequeño burguesas (el derecho al respeto del voto, por favor!)


Porque el zapatismo ha sido receptor de mucha ayuda, apoyo, solidaridad, que la merecen sin duda los pueblos indígenas, zapatistas y no. Pero ¿se puede vivir siempre y sólo de la solidaridad? No queda claro qué se tenga que desprender del discurso de Marcos: si cualquier izquierda que accede al poder por vía electoral (supongo) deja de serlo, traiciona sus principios e ideales y se corre a la derecha, entonces la conclusión es (la explicitó Marcos en el 2006) mejor no participamos (y hasta hacemos campaña contra esa izquierda que cae en la ilusión del cambio desde arriba) y mejor que siga ganando la derecha (la que por cierto cada vez se corre más a la derecha, o no, Marcos?). ¿Hay miedo de que si gana aún cuando sea una izquierda moderada, limitada, se pierdan sectores de la disidencia? En serio, se prefiere a un dictador que a un moderado, aunque eso signifique la prolongación de la miseria más vil y despiadada y que los pobres de siempre sigan sufriendo? Está bien, de lo que se trata es de transformar el mundo, pero mientras lo logramos ¿que miles y miles se sigan muriendo por pobreza, por hambre, por enfermedades mínimas, por falta de servicios? mientras lo logramos, que miles y miles sigan siendo despojados de lo que legítimamente les corresponde? Bueno, lo rescatable es su humor (¡ni aún el guapo Marcos podría lograr la transformación desde arriba!!!) y su reconocimiento de que no son la única opción ni la mejor. Ah, y por supuesto que acepte que AMLO es el presidente legítimo y que no le es antipático. Vaya!

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