Rogelio Ramírez de la O 26 de noviembre de 2008, El Universal |
Si de algo sirvió la descolorida reunión del Grupo de los 20 en Washington el 15 de noviembre fue para demostrar que hoy cada país se debe cuidar a sí mismo y que la coordinación internacional para momentos tan delicados en realidad no existe. El comunicado final menciona que los países se comprometen a “rechazar el proteccionismo, no elevar nuevas barreras a la inversión o al comercio en bienes o en servicios, imponer nuevas restricciones a las exportaciones o tomar medidas para estimular las exportaciones que sean inconsistentes con la Organización Mundial de Comercio”. Y sin embargo, unos días después, el presidente Sarkozy, de Francia, afirmó que “quiere que este proceso de reubicación de plantas francesas (en el mundo) y de subcontratación internacional se detenga y a la vez apoyar a empresas estratégicas en peligro de ser adquiridas por extranjeros”. Habrá que preguntarse entonces para qué fueron los jefes de Estado de 20 países, incluido Felipe Calderón, a reunirse con George W. Bush y presentar sus propuestas sobre cómo resolver la crisis, si al final cada país acaba protegiendo sus propios intereses. La respuesta es que poco o nada entienden del cambio que el mundo está viviendo. Para remarcarles esto, nada más la ausencia del presidente electo, Barack Obama. El mensaje: primero atendamos cada uno nuestras propias crisis y luego nos coordinamos. Será inevitable que los países grandes recurran al proteccionismo abierto o disfrazado y por ello un error que se piense que la solución comienza en la cooperación internacional. Obama se tendrá que ocupar primero de contener la crisis financiera y luego de impulsar la economía de su país. Todos los asuntos internacionales los va a delegar, excepto el Medio Oriente y Rusia. La crisis seguirá avanzando mientras tanto. El próximo capítulo apunta hacia un recorte masivo de capacidad física de producción en el mundo, ante la falta de mercados. De ahí los despidos de decenas de miles de trabajadores no sólo de bancos, sino de empresas manufactureras. Esto fue así porque la base de consumo que hasta hace poco se podía denominar “global” en realidad se reducía al consumo de Estados Unidos, Inglaterra, Australia, Canadá y unos otros cuantos países. Los que sí dependían de las exportaciones, China, parte de Europa, Brasil, Rusia, India y México, entre otros, tendrán flujos de ventas mucho menores a lo que esperaban cuando hicieron sus inversiones. Las utilidades de sus empresas serán mucho menores, pero sus deudas en dólares seguirán siendo las mismas. Por lo tanto, van a entrar en falta de pagos con sus acreedores o pedirán ayuda a sus gobiernos. Si es esto último, todas las reservas del Banco de México no alcanzarán. Aparte del problema financiero que enfrentará México, habrá una competencia feroz por los reducidos mercados de exportación. De ahí que la depreciación del peso no va a tener un gran efecto en las exportaciones. Los países tendrán que revalorar sus mercados internos. Países que recientemente se veían como muy fuertes en realidad no los son. Por ejemplo, Rusia, que llegó a tener 600 mil millones de dólares de reservas, ahora está en 475 mil millones, habiendo perdido tan sólo en octubre 50 mil millones por fugas de capital. El mundo perdió en Estados Unidos al motor de su crecimiento. Lo que sigue es una caída en los valores de todas las empresas y un aumento del desempleo. México no parece aún tener ninguna estrategia coherente, y no es en la cooperación internacional donde la encontrará. rograo@gmail.com |
miércoles, noviembre 26, 2008
Cada país manejará su crisis
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario