miércoles, enero 20, 2010

De Proceso




Cipriana Jurado, vivir en peligro
 


Sara Lovera
MÉXICO, D.F., 14 de enero (apro).- El movimiento feminista a mediados del siglo XIX fue una larga apuesta, sin duda, para cambiar al mundo. Las iniciadoras de ese largo entramado, además de luchar por conseguir la igualdad entre hombres y mujeres, apoyaron el movimiento anti-esclavista, apoyaron los primeros movimientos pacifistas.
Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo promovieron en plena guerra (1914-1919) la primera conferencia internacional de Mujeres por la Paz, sabedoras de que el conflicto y la guerra sin fin, perjudicaba la convivencia humana. Probablemente hoy serian las abanderadas en denunciar cómo una guerra sin cuartel, entre hombres, afecta sobre todo a la población civil.


De esa estirpe vino a nuestro entorno contemporáneo Josefina Reyes, ultimada el 3 de enero de este año. Josefina figura ahora entre los 150 casos de abusos militares desde que se inició el operativo Chihuahua que se ha llevado, entre decenas de víctimas, a las y los defensores de derechos humanos en nuestro país.


Ahora está en peligro Cipriana Jurado Herrera, compañera de Josefina que ya percibe que ha quedado sola y que su colaboración con esa Josefina de todos los tiempos, en la elaboración de un informe sobre los crímenes en Ciudad Juárez, la señala como incómoda. Su vida en efecto peligra.


El Operativo Chihuahua, según todos los indicios, hechos y documentos rastreados por el trabajo de los periodistas que ahora también viven en peligro, ha significado toda clase de abusos a las personas, a los familiares de casa en casa, a los deudos dolientes.


La denuncia parece insuficiente. Apenas hace unos días el  Felipe Calderón ratificó su  decisión de continuar la guerra, es decir de mantener, a pesar de todas las críticas, su campaña de armas que nos hostiga y nos desalienta.


El domingo 10 de enero, de ocho reporteros en distintas partes del país, informan en una larga crónica publicada por La Jornada,  que dio cuenta de al menos 44 ejecuciones en un fin de semana, siete eran mujeres, además de una niña baleada. Un reporte alucinante por cotidiano. De esas 44 ejecuciones, 21 correspondieron a personas en Ciudad Juárez.


Ninguna cuenta, ninguna descripción, donde se hallan datos del crecimiento de la crueldad (mutilaciones, levantamientos o secuestros inesperados, ejecuciones frente a los ojos de criaturas y mujeres) puede ser justificada en esta hora.


Lo más grave es que la documentación referida por los diarios y revistas del país, por las investigaciones de Amnistía Internacional, por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas y por los expedientes de queja abiertos por la Comisión Nacional de los  Derechos Humanos, han dado la pauta a las declaraciones de  Judith Galarza Campos, quien dijo que se está conformando en el país un crimen de Estado, no sólo por los abusos de los militares sobre la población civil, sino porque se ha identificado a “militares vestidos de civil que son parte de un grupo paramilitar que el gobierno mexicano ha formado para sofocar cualquier foco rojo que pudiera genera inestabilidad social”.


Galarza Campos es vicepresidenta ejecutiva de la Federación Internacional de Familiares de Personas Desaparecidas (Fedefam), organismo con carácter de consultor en la ONU, de amplia experiencia en la identificación de abusos militares en regímenes fascistas en América Latina.


Es decir, las denuncias sistemáticamente difundidas en los tres años en que Calderón reside en Los Pinos, no solamente son producto de esa guerra “contra el crimen organizado”, sino que forman parte de una estrategia gubernamental  y/o de los grupos de poder, para acallar la protesta social y resolver las demandas de la población a sangre y fuego, sin el más mínimo recato.


Y en ese fango que empieza a aprisionarnos, las mujeres luchadoras por los derechos y la integridad de las y los otros, son víctimas tanto como los hombres. Es sencillamente inaceptable.


Cipriana y Josefina a través de las organizaciones civiles que fueron sorprendidas en 1993 por la cuenta del asesinato de mujeres, el feminicidio, son como aquélla Rosa Luxemburgo que advirtió lo que significaba desatar el engranaje del uso de la fuerza como única solución para los conflictos.


Rosa tuvo razón, la primera guerra mundial no logró resolver ningún problema. Dos décadas después, el nazismo y el guerrismo de Adolfo Hitler acabarían con toda una generación de hombres y mujeres judíos y de las diversas izquierdas y resistencias europeas, dejándonos una lección que los dueños del poder en México no aprendieron.


Es por la paz y la solución pacífica de los conflictos por lo que el feminismo, en los dos últimos siglos ha luchado denodadamente, porque en la simiente de la furia humana está la desigualdad y la discriminación.


En esta hora en que se levantan todas las voces contra esta equivocada política del desgobierno de Felipe Calderón, es insoportable el cinismo y el silencio de todas y todos los que lo rodean y es inaceptable la indiferencia frente a sucesos tan repetidos y documentados, en donde es claro que a la muerte por aborto –también confinada-, a la que sucede por la falta de políticas reales a más de 4 mil mujeres cada año, por los cánceres femeninos, a las que en la marginalidad mueren por el frío por falta de proteínas, se sumen aquéllas que o viven en sitios como Ciudad Juárez o levantan la voz para acabar con  la barbarie.


Nadie debería permanecer en el margen de ésta, nuestra situación.



Comentarios: saralovera@yahoo.com.mx












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