domingo, diciembre 17, 2006

Mal comienzo

Enrique del Val Blanco, Analista político y economista.
el Universal, 14 de diciembre de 2006

Al presentar su propuesta de Presupuesto de Egresos de la Federación para 2007 y publicar el decreto que establece las medidas de austeridad y disciplina del gasto en la administración federal, el inicio de este régimen no podía haber sido peor. Tuvieron el tiempo suficiente para analizar cuáles serían las consecuencias de presentar un proyecto tan recesivo en algunos aspectos y en otros tan generoso.

La primera impresión que ha dado este proyecto, sometido al análisis, discusión y aprobación de la Cámara de Diputados, es que se privilegia los aspectos represivos de un gobierno en demérito de los aspectos sociales, donde van incluidos la educación, la ciencia y tecnología, la cultura y también la atención a los pueblos indígenas.

Sin duda la violencia y la amenaza del narco es severa y hay que destinarle recursos pero nunca en detrimento de la atención a necesidades de los pobres, y los miembros del nuevo gobierno deben entender que son más de 50 millones de personas.
Llevamos ya varios días en los que los funcionarios gubernamentales han tratado de sacar adelante, con argumentos que caen por su propio peso, varias de las reducciones que tuvieron a bien realizar sobre el escritorio sin la menor consulta, ni siquiera a los secretarios responsables de cada tema.
Sin embargo, lo que más sorprende es que se empiece a tratar a los ciudadanos como menores de edad, planteando argumentos contradictorios. El mismo Presidente de la República mencionó que el presupuesto era inercial. En los hechos más que inercial es criminal en varios temas.
El secretario de Hacienda, al referirse al recorte que se pretende hacer a la UNAM, indicó que es producto del decreto de austeridad, lo cual quedó demostrado que no es así, como tampoco es en el caso del recorte al resto de las universidades públicas. El subsecretario de Egresos, ante los miembros de la comunidad científica y algunos rectores, argumentó la reducción con base en la baja del precio del petróleo. Ahora resulta que cuando el precio estaba por arriba no beneficiaba a la educación ni a la ciencia y tecnología; ahora que está abajo, pues tampoco. Durante esta semana el Ejecutivo ha tenido que reconocer "errores" y promete revisarlos.
Es pésimo presentar en el primer año un presupuesto y un decreto de austeridad donde se privilegia el salario de las Fuerzas Armadas y de los Ministerios Públicos y se castiga, entre otros, el salario de maestros, médicos y enfermeras. En los decretos de regímenes anteriores estos sectores también estaban protegidos contra reducciones; ahora, por lo visto importan muy poco.
Una vez más vemos que los compromisos en materia de deuda y del IPAB siguen siendo los irreductibles. Así nos encontramos con que para 2007 nuestro país, es decir sus trabajadores, tendrán que generar más de 250 mil millones de pesos sólo para pagar los intereses de la deuda, interna y externa. Anteriormente se han presentado propuestas sobre la necesidad de reducir tanta sangría y estar en condiciones de renegociar dichos pagos. Si nos quedáramos con 10% de ese pago, habría alrededor de 25 mil millones de pesos para distribuir entre los sectores que más necesitan, proponiendo a nuestros acreedores que sí pagaremos, pero a un mayor plazo.
En salud se privilegia en exceso al "Seguro Popular" en perjuicio del sistema sanitario público, con la tendencia de hacer participar en él al sector privado. Lo mismo ocurre en la educación, donde nuevamente aparece la propuesta de los vouchers, para que cada estudiante escoja la institución a la que quiera asistir. Esta propuesta parte del ejemplo de Estados Unidos, y ahora que vino a México el director de la OCDE también insistió en ella. Algo parecido pretenden en las carreteras al reducir en más de 30% la inversión en este sector. Parece ser un esfuerzo más en el camino de la privatización de los servicios públicos, propuesta que tanto gusta a los panistas y que ni tardos ni perezosos la están impulsando desde el inicio del actual régimen.
Por lo visto de lo que se trata es, no de hacer reducciones por situaciones especiales, sino de una embestida contra los servicios públicos que hasta ahora el Estado mantiene, con dificultad y pocos recursos. Se trata de demostrar, ahogándolos sin los recursos públicos, que en manos privadas las cosas se hacen mejor.
Lo que no toman en cuenta es que los mexicanos en su gran mayoría no estamos de acuerdo con estas propuestas y que lucharemos para que no se lleven a cabo. La mejor demostración de ello ha sido la respuesta no sólo de los universitarios sino de la sociedad entera, ante los pretendidos embates hacia la UNAM, reduciéndole el presupuesto en casi 900 millones de pesos; claro con algunas excepciones, como es el caso del señor Sergio Sarmiento que una vez más muestra su encono contra la educación superior pública.
Sus fuentes de información deberían darle toda la película, pues en el caso concreto de la UNAM la reducción presupuestal es la mencionada líneas arriba, y lo han reconocido los funcionarios de la SHCP.
Asimismo, sería conveniente que el señor Sarmiento supiera que la UNAM no sólo se encarga de la docencia para más de 295 mil estudiantes, sino de cerca de la mitad de la investigación científica que se hace en este país así como también de servicios nacionales como son la Biblioteca y la Hemeroteca, entre otros. Debería tener en cuenta estas consideraciones antes de escribir con tanto desconocimiento sobre esta institución.
Los rectores "no chillan ni hacen campañas anuales para obtener más fondos", como dice el señor Sarmiento, lo único que hacen es defender uno de los sectores básicos de la educación y que durante seis años ha sido golpeada por los presupuestos públicos panistas. Tal vez ignora que la UNAM genera 2 mil 500 millones de pesos por la venta de productos y servicios. Pocas empresas mexicanas llegan a esta cifra en ventas.
Se ha demostrado que la inversión en educación superior es una de las palancas que permite salir del subdesarrollo. El señor Sarmiento debería conocer lo que está ocurriendo en China y en la India, donde han entendido claramente que para permanecer en este mundo tan competido tienen que fortalecer su educación superior.
La discusión va a ser difícil, pero esperamos que en la Cámara de Diputados el resto de los partidos, cuyos miembros sí lo entienden según hemos visto en sus declaraciones, pongan un alto a estas pretensiones de privatizar lo público en aras del mercado.
Por si leyeron en El Norte el artículo de Sarmiento sobre las universidades públicas al que aquí se hace referencia. Para todos aquellos que no contamos con alguna columna en ningún periódico, igual deberíamos escribir a los diferentes editorialistas, para exponer nuestros argumentos, combatir los suyos y demostrar así que aquí en el norte, no todos somos azules.

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