Salarios

El Universal.

Ramón Cota Meza.

6 de febrero de 2007.

Hiperbólico, el gobernador del Banco de México advierte que un aumento salarial de emergencia, como lo demandan los sindicatos, regresaría la economía a 1982. La palabra "emergencia" de los demandantes también es exagerada. Más adecuado sería decir "aumento compensatorio" del aumento de precio de los artículos de consumo básico. Si tal medida disparará una carrera precios-salarios, dependerá del cálculo de su costo para las empresas, de las medidas fiscales compensatorias y de la habilidad negociadora del gobierno.
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La demanda sindical adquiere actualidad en el ambiente proinflacionario, pero su justificación está indicada hace por lo menos tres años, cuando inició el ciclo de expansión económica en curso. El arreglo de contención salarial se gestó en una época de severos ajustes para empresas y trabajadores. Así se llegó a la conclusión de que el salario no podía aumentar más que la tasa de inflación, y que cualquier aumento adicional sólo podría venir de mejoras en la productividad del trabajo.
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Es hora de preguntarnos honestamente cuánto ha aumentado este renglón en los últimos años. Para abreviar digamos que la productividad equivale al rendimiento de los trabajadores por tiempo de trabajo. Su medición es difícil y fácil de manipular, pues depende de los factores y niveles considerados. Para tener un cuadro aproximado del concepto hay que estimarlo por producto, por empresa, por sector, por país y luego cotejar todo esto, tarea que nos excede. Para el caso, asumamos que si la economía crece es probable que la productividad también.
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Factor determinante de la productividad es la tecnología. Si las empresas están asimilando la revolución tecnológica en curso -la más poderosa de la historia-, la productividad tiene que estar aumentando a grandes pasos. Este proceso de acumulación y asimilación tecnológica acelerada lleva cerca de 20 años. Piénsese en el avance de la comunicación, el intercambio de paquetes de información compleja, el control de procesos de producción, contabilidad, administración, organización y otras herramientas para imaginar la potencia creciente del trabajo.
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Extrañamente, la corriente económica oficial, adicta a la tecnología, no considera estos hechos. En vez de analizar la evolución de la productividad en el lugar de trabajo, se fuga hacia la república platónica de la educación. Empieza por asumir alegremente que la productividad no está creciendo y luego atribuye las causas: falta de capital humano, bajo nivel educativo, déficit institucional, rigidez de los contratos laborales y otras consignas que nada tienen que ver con el mundo del trabajo real, donde se aprende a producir.
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El aumento de la productividad también puede calarse en las exportaciones manufactureras. Los fabricantes de autos y autopartes prefieren la mano de obra mexicana a la de Estados Unidos porque rinde igual a precio mucho menor. La producción agrícola de las zonas irrigadas de México tiene rendimientos iguales a los de Estados Unidos, calidad superior y mejores precios con subsidios mucho menores. Las remesas anuales de los trabajadores mexicanos desde Estados Unidos superan con mucho a la inversión extranjera directa. Esto es productividad.
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La OCDE afirma que la productividad mexicana no equivale ni a la tercera parte de la de Estados Unidos. Lo cierto es que por lo menos en las actividades que pueden realizarse aquí y allá, la productividad mexicana es claramente superior. En este punto, sólo China y la India superan a México. China porque tiene una enorme disponibilidad de fuerza de trabajo y una dictadura totalitaria, cosas que no deseamos tener aquí; la India también tiene una fuerza de trabajo muy grande y bilingüe (por herencia colonial, algo que México dejó atrás hace muchos años).
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En suma, parece ser que la productividad laboral mexicana ha crecido en los últimos 20 años, sobre todo en los últimos tres, no por la inversión extranjera, sino por la inversión y el mercado domésticos. Los trabajadores parecen tener razón al demandar aumento salarial. Dar carpetazo a su demanda con dogmas que en vez de convencer irritan podría ser catastrófico. Ya veremos de qué está hecho el gobierno de Calderón, si está dispuesto a rebasar a la oposición por la izquierda.