lunes, febrero 12, 2007

Una falsa expectativa

El Universal.
Rosa Albina Garavito, 10 de febrero de 2007.
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El pleno del Consejo Nacional del PRD decidirá este fin de semana la posible postulación de Ana Rosa Payán como candidata de ese partido al gobierno de Yucatán. El hecho ha motivado el interés de la opinión pública en torno a si al final de esta discusión prevalecerán los principios que dictan que es una gran incongruencia que un partido de izquierda abandere como candidata a una congruente y destacada militante de la ultraderecha; o por el contrario triunfará el burdo pragmatismo electoral que define que es necesario hacerse de puestos de elección popular a toda costa.
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Sin embargo, esa es una falsa expectativa porque hace mucho, mucho tiempo que el partido mandó los principios al arcón de los recuerdos y se instaló en la lógica del cálculo electoral. Y si finalmente se decide que Ana Rosa no sea la candidata del PRD, seguramente no será porque prevalecieron los principios, sino porque esa candidatura se tornó en emblemática para la lucha por el poder entre los grupos de presión al interior del PRD.
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Son muchos los indicadores que permiten aseverar que en el pleno de este fin de semana la discusión no será entre principios o pragmatismo, sino que otra vez prevalecerá la pequeña y mezquina puja interna por el poder. Un indicador contundente e inmediato de que así será es que en el orden del día de esa asamblea no aparece el punto sobre la evaluación de la campaña electoral y los resultados de los pasados comicios del 2 de julio.
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Ocho meses después de esa derrota, la dirección nacional continúa considerando que un análisis autocrítico del desempeño del partido y de su candidato es inoportuno, "pues daría instrumentos de ataque al adversario". Cualquier semejanza con prácticas estalinistas es pura coincidencia. Ninguna modernidad o refundación partidaria puede florecer en complicidad con esos vicios. ¿Alguien conoce algún partido de izquierda en donde lo que menos importe sea confrontar las ideas con la realidad?
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Y si la dirección nacional está de acuerdo en continuar posponiendo ese análisis, es precisamente porque prefiere mantenerse en el cálculo inmediatista, aislado y electorero de cuántos espacios podrían sumar a sus respectivos grupos, antes que debatir de cara a la sociedad los errores cometidos en el pasado, la situación del país y el futuro del PRD.
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Si la candidatura de Ana Rosa Payán se abriera a la discusión en ese pleno, más allá de los pequeños pleitos internos, ¿cómo no traer a la reflexión el costo de que en la pasada campaña electoral se hayan postulado candidatos que fueron bastiones contra la lucha programática del PRD en temas como los electorales, o el Fobaproa? ¿Cómo no abrir el debate sobre la pérdida de identidad política de un partido que echa mano de candidaturas claramente identificadas con un proyecto distinto, sin que por lo menos hayan hecho un deslinde práctico con su pasado?
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Porque en lugar de ese necesario deslinde que tendría que pasar por una autocrítica pública de su trayectoria, todo ha quedado en el plano personal de los resentimientos políticos: "Tuve diferencias con el licenciado" (Salinas, Madrazo, no importa); "el licenciado me excluyó de su lista de candidatos, pero tengo amarrados muchos votos"; "fui orador a favor del desafuero de López Obrador pero hoy prometo un caudal de votos para el PRD en Veracruz". Mientras esos sean los argumentos para definir candidaturas, el país seguirá padeciendo la ausencia de un partido y un proyecto de izquierda. Sustituir esa carencia por maniqueísmos tampoco da buenos resultados.
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No es extraño que gracias a ese oportunismo para postular candidatos en el PRD (de ese oportunismo que nunca es oportuno), el PRI tenga menos presión para procesar sus conflictos internos, y mayor oportunidad para recomponerse. Si de lo que se trata es de camuflar y poner al día el proyecto de país inaugurado en 1982, ¿qué tanto importa que sea con candidatos de uno u otro partido?
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Refuncionalizar el viejo régimen político y el mismo proyecto económico pareciera que es el destino que los dirigentes del PRD han decidido para un partido que nació de un amplio movimiento democrático y popular. La novedad con la posible candidatura de Ana Rosa Payán es que de esos beneficios empezaría a gozar también el PAN.

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