sábado, julio 28, 2007

Fórum consumado

Milenio Diario, 28 julio 2007.
Guillermo Colín.
Con el Fórum ya revelado en su auténtica dimensión: la de negociazo inmobiliario, poco importa que el gobierno federal a través de Conaculta se deslinde de última hora y el banquero nuevoleonés Othón Ruiz -responsable del elusivo evento- difunda, como si nada importante declarara, que ya no hay tiempo para hacerle propaganda mundial al que a fin de cuentas vendrá a ser, según una persistente tradición que no merece Monterrey, un evento que se quedó tan corto de miras realizadas que difícilmente captará la atención internacional pregonada, misma que decían sus impulsores pondría a la ciudad a la altura de las grandes capitales del mundo.
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A Monterrey lo que le urge es una revolución cultural que la saque del estancamiento, en mucho inducido mediáticamente, que ubica a su colectividad enraizada en parámetros de desarrollo social que hace tiempo demuestran su desfase con la realidad. En incontables ocasiones se ha mencionado aquí el no tan oculto malestar social que corroe sus estructuras a menudo bipolares, entre una clase afluente, frívola y materialista y otra desclasada, que vocea el mito de la cultura del esfuerzo, la frugalidad, el ahorro, pero que a la vez es sacudida en cada vez más amplios sectores por tragedias difícilmente concebibles, inscritas en los anales del feminicidio, el parricidio, el fraude o el abuso de menores.
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Como cirugía cosmética que no logra cambios de fondo, las obras de ornato emprendidas al pairo del Fórum (pero que no han podido ocultar las irregularidades de sus licitaciones, o la especulación inmobiliaria para la que el evento desde Barcelona fue diseñado) van a ritmo tan lento que difícilmente se pronostica puedan siquiera ser terminadas a tiempo para la fecha de celebración del evento.
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Por lo que toca a su contenido, el Fórum sigue siendo también un misterio aún no develado a los simples mortales desde las alturas de funcionarios que da la impresión no acaban de tener ni medianamente estructurado un programa que ya debía ser conocido y difundido ampliamente.
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Y las paradojas excruciantes del evento siguen hasta sus últimas consecuencias: el que iba a ser el conciliábulo de los grandes temas mundiales, como la exclusión social por ejemplo, excluye precisamente desde su construcción a la clase cultural regiomontana. Ni con un solo lápiz participa Conarte, el ente oficial del estado para la cultura, en el diseño ni mucho menos en la toma de decisiones del Fórum.
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En el estado cuya propaganda política supone que se funda y desarrolla una Ciudad del Conocimiento, destaca en altísimo grado la desinformación de la población sobre los pormenores del Fórum y hasta sobre su naturaleza, lo que ya es el colmo.
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El trasfondo del asunto, más que cuestiones de corrupción, impericia o estulticia en los organizadores (como quiera presentes e impunes), radica en que el Fórum ya cumplió los objetivos para los que fue pensado y que se ubican en los linderos de la rapacidad de los constructores de las obras aledañas, en la rehabilitación de sectores urbanos decaídos, ex profeso y previamente acaparados en la tenencia de las propiedades por prominentes figuras de las cúpulas políticas y empresariales para recibir los beneficios de la plusvalía generada con dinero público, mismo que debía haber sido mejor empleado para obras más urgentes sin necesidad de la sombrilla de un Fórum que ha consumido dinerales sin que disminuya un ápice la opacidad en la administración de esos fondos.

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