martes, octubre 07, 2008

De Grupo Libertario Socialista


Crisis capitalista y descomposición social: México, un ejemplo de la situación internacional



Prendes la tele y entre anuncios de white secret y los spots del gobierno, las noticias: ejecuciones, secuestros, siniestros sangrientos, militarización y angustia parecen ser el único pan que el capitalismo ofrece últimamente. Y ante la tentativa de pensar que “todo tiempo pasado fue mejor”, es preciso analizar la “creciente oleada” de gansterización de la vida social no sólo en México, sino en el mundo entero, con miras a entender desde una posición de clase lo que está aconteciendo. En particular, los recientes hechos del pasado 15 de septiembre en la conmemoración del “Grito de Independencia” en Morelia, Michoacán donde dos explosiones de granada hirieron a más de 130 personas y mataron a 6 mujeres y 2 hombres, aparecen como la gota que derrama el vaso mediático de la “crisis nacional de la criminalidad” y no es gratuito que así sea, después de las varias escenas en televisión y periódicos donde descabezados, secuestrados, asesinados y ejecutados hacen las delicias de la nota roja, la única nota que vende, cuando no hay fútbol. A este efecto, resultan estremecedores los acontecimientos del 28 de agosto en Yucatán, con sus 12 decapitados; los del 11 de septiembre en el Estado de México, con sus 24 ejecutados; sin contar las múltiples coberturas a los casos de secuestrados entre las filas de la burguesía: el niño Martí, la chica Nelson Vargas, etc. Pero lo que casi nadie dice es lo que pasa en nuestros barrios, todos los días, donde los efectos de la descomposición social se sienten también y de manera no menos apabullante: secuestros express a cualquier transeúnte para cobrar unos cuantos cientos de pesos, interminables asaltos a microbuses para robar miserables cantidades en comparación con los negocios millonarios del narco, peleas callejeras de bandas, etc, etc, etc… Para nadie es secreto que “la criminalidad” está en todos lados. Pero ¿a qué responde?, ¿son expresiones de una malignidad fatal que corre en estos tiempos o tienen raíces materiales?, ¿son causas o consecuencias?, ¿cómo enfrentarlas?, ¿apelando a la fuerza bruta de los cuerpos represivos del Estado?, ¿uniéndonos todos en un “frente común contra la delincuencia”?

No podemos decir que los sucesos no espantan y no hacen sentirnos desamparados ante el sadismo de una sociedad tan descompuesta, sobre todo cuando escuchamos lo que pasa en el mundo entero: guerras interimperialistas como la de Georgia, donde un pueblo paga con su sangre las peleas entre bloques y potencias que a costa de lo que sea buscan consolidar su coto de poder y sus mercados; conflictos religiosos como en Oriente Medio, donde nuevamente el juego interimperialista de naciones pequeñas y grandes mistifica la diferencia y la enarbola como choque cultural que cubre intereses económico-políticos, asesinando a miles; pugnas étnicas como los sucesos que a diario ocurren en los “países centrales”, donde la xenofobia del “primer mundo” hacia cualquier “intruso”, como en el caso de los emigrados árabes en Francia el pasado año 2005, oculta la realidad de la quiebra capitalista en el mal llamado “tercer mundo”; bandas gangsteriles en Centroamérica, África, etcétera, donde los jóvenes no tienen otra manera de integrarse a la sociedad que delinquiendo, etc., etc., etc.. Sin embargo, es preciso denunciar los manejos mediáticos e ideológicos que la burguesía hace de estos hechos, en el caso concreto mexicano, donde el discurso de la “escalada de violencia” mete en el mismo saco a las pugnas interburguesas del narco, los actos del “crimen organizado” también burgués y a todas las expresiones de delincuencia a pequeña escala entre las capas proletarias y de otros sectores explotados, sin aclarar las causas de los fenómenos ni mucho menos su uso ideológico contra la clase obrera. Respecto a los sucesos de Morelia, podemos ver al menos dos escenarios, el de una pugna del narco, “escarmentando” a las autoridades políticas michoacanas que defienden a otro bando, o el de un acto de terrorismo de Estado, para al mismo tiempo que seguir desatando el terror entre la población y convencerla de la necesidad de la militarización y represión, crear una distracción que impida a la clase tomar cartas en el asunto contra los ataques de la burguesía a sus condiciones de vida y llamar a la “unidad nacional contra la delincuencia”; o más vil aún, montar un teatrillo donde Calderón encarcela a los malvados criminales y se legitima como el “súper presidente contra las fuerzas del mal”. (*)

Sea cual sea el caso y si miramos superficialmente a los sucesos “criminales” en el mundo entero, sólo perversidad y terror perpetuo aparecen como hechos de principio, sin explicación convincente, salvo que nos creamos los cuentos mistificadores de la burguesía que culpa a todos menos a su podrido orden social. Ante eso, ¿qué lectura debe hacer la clase obrera?

La escalada de criminalidad como expresión de la crisis capitalista, ó la gestión de la explotación siempre ha sido un negocio sucio

Si somos consecuentes con un punto de vista que busca esclarecer la realidad y tomar posición respecto a ella para trasformarla, debemos, por fuerza, obligarnos a dejar las apariencias y buscar lo esencial, lo histórico. ¿A qué responden estos hechos violentos?, ¿son novedosos o siempre han existido? En el contexto capitalista, la violencia siempre ha existido pues al ser éste un sistema de explotación, necesita perennemente de cuerpos policíacos y de una élite de criminales profesionales dedicados a reprimir y violentar a los explotados, para que éstos no respinguen. Por otro lado, las expresiones “criminales” entre las clases explotadas son una consecuencia social de su condición de clases dominadas ideológica, política y sobre todo económicamente y si bien estas circunstancias han estado presentes en toda la historia del capitalismo, se agravan aún más en la actualidad debido a un hecho crucial para el entendimiento del capitalismo hoy: la entrada de éste en su fase de decadencia, su condena histórica y la posibilidad de su destrucción.

La crisis capitalista agudiza las actitudes “criminales” en el seno de las clases explotadas, cada vez más precarias y más arrojadas a la lumpenización y a la desesperación; además y más importante aún, la crisis capitalista, que es económica y política, hace que en su afán de ganancia y ante la imposibilidad de impulsar la acumulación de capitales por vías “pacíficas”, “legales”, etc. se vea necesitada de nuevos mercados, de nuevos espacios de acumulación; éstos, desde hace varios años han sido la especulación y el crecimiento de la actividad financiera por un lado y por el otro la creación de nuevos negocios como los asociados al narcotráfico, el robo de autos, la trata de blancas, etcétera… es decir, la burguesía se ve arrojada a la criminalización de sus actividades económicas no por mal-dad ni por falta de escrúpulo, sino por una necesidad material: el capitalismo está en crisis mortal y cada vez es más difícil acumular capital mediante negocios “limpios”; hoy más que nunca están de moda los negocios sucios. Así pues, las pugnas del narco deben ser entendidas como un fenómeno anclado en la necesidad de ganancia, comandado principalmente por capos y políticos, es decir, miembros de la clase explotadora (y aquí no vamos a analizar el proceso productivo detrás del narco, es decir, la explotación campesina en los plantíos, etcétera). Y aunque tampoco podemos dejar de mirar el fenómeno del narco anclado en la vida de la clase explotada, es necesario distinguir entre las expresiones “criminales” de la clase explotada y las de la clase explotadora pues si bien ambas resultan efectos de la crisis capitalista, una es claramente más peligrosa para el orden político burgués que la otra. En esta fase del capitalismo, la burguesía se encuentra con mayores dificultades para gestionar su crisis económica y a la vez mantener el orden social no sólo entre explotados y explotadores, sino al interior mismo de la clase explotadora, que lucha intestinamente por mantener sus ganancias a costa de sus propios compañeros de clase; lo que no niega que en términos generales, la burguesía mantenga intereses de clase unitarios y que utilice estas pugnas a su interior para confundir y entorpecer el camino que la clase obrera tiene que recorrer antes de destruir el capitalismo.

La lucha de clases en el contexto actual

Nos encontramos en un momento en el que la crisis del capital empuja a la clase trabajadora a luchas por la defensa de sus condiciones de vida, luchas que llevan en germen la posibilidad de destrucción total del orden capitalista; pero por otro lado, la clase explotadora intenta por todos los medios, desviar estas luchas, tendiendo trampas como la defensa de PEMEX o la defensa de la unidad nacional frente al crimen. En este contexto, se hace vital desentrañar los intereses de clase ocultos en el discurso ideológico burgués respecto a una realidad concreta: cada día la sociedad se encuentra más y más descompuesta; y ser ciertos en el hecho de que sea cual sea el rumbo que en cada país toma la decadencia política y económica de la burguesía, los efectos de esta descomposición son siempre más trágicos e insoportables para el conjunto de las clases explotadas, quienes siempre se ven esquilmadas a manos de la burguesía de cuello blanco o de cuello negro; como queda claro en el caso de las explosiones del 15 de septiembre en Morelia, sea la que fuere la causa concreta, los platos rotos siempre los pagamos nosotros, traducidos a veces en muertes, otras en desempleo, precariedad, pobreza o incluso en la condena al hambre que millones de seres humanos sufren.

Ahora, la lectura de esta realidad debe hacerse tomando en cuenta que el aumento en la criminalización es un efecto de la quiebra histórica del capitalismo y que estos efectos son usados para engañar a la clase obrera y embarcarla en trampas que sólo impiden su toma de conciencia y acción revolucionarias. Así, la única manera de terminar con estos hechos criminales es acabar con el capitalismo y no dejarnos arrastrar por las mentiras de la burguesía que nunca podrá resolver los problemas que ella misma genera, sino mantener nuestra unidad de clase y luchar en nuestro terreno, autónoma, masiva y conscientemente en contra de este orden social que irremediablemente nos condena a todos a la barbarie y cuyos únicos enterradores somos nosotros, la clase trabajadora internacional armada de unidad y consciencia.

¡Por la actividad y la organización autónoma de los explotados frente a la barbarie capitalista!

Eleonora.

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(*)Este documento fue elaborado antes de que se realizaran las detenciones en Michoacán de los supuestos autores materiales del atentado del 15 de septiembre en la ciudad de Morelia, y por los detalles tan ambiguos y pobres que arroja la detención, todo parece indicar que efectivamente se trata de un montaje por parte del gobierno federal, que realizó, lo que parece ser a todas luces una farsa, ya sea porque todo estaba previamente montado para legitimar la imagen de Calderón ante la sociedad con la “heroica” detención de “peligrosos criminales” o porque ante el imprevisto suceso se reaccionó por parte del Estado dándole una rápida “solución” al problema cargándole la responsabilidad a los tres detenidos para dar de frente a la población una imagen de fuerza y de que el gobierno no está rebasado por “la delincuencia”.

Sea cual sea realmente la verdad, lo elemental es subrayar, como bien dice el documento, que la delincuencia y la inseguridad son inherentes a un sistema basado en la explotación y dominación de una clase sobre otra y para acabar con todos los efectos hay que acabar con la causa: el capitalismo. (Nota del GSL).

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