martes, junio 09, 2009

EL DEBATE DE LOS CIUDADANOS


Claudio Tapia, 15diario

Amartya Sen, pensador liberal hindú, para muchos sucesor de Isaiah Berlín y Karl Popper, ha dicho que si bien las urnas son el medio para alcanzar la democracia no son su fin: “si el voto público no se combina con la oportunidad de hablar, escuchar e influir en la toma de decisiones, la democracia alcanzada sólo será un concepto vacío de contenido”. (“Democracy and its Global Roots”, The New Republic, Oct, 2003).

El gobierno mediante discusión que Sen propone, conduce a pensar a la democracia no sólo como el proceso de elecciones libres mediante la emisión del voto, un medio, sino en el debate público abierto como la esencia, como la gloria, de la democracia.

A contrapelo de la amañada y reiterada propaganda del IFE, que reduce a la democracia al acto de votar (de perdida por el menos peor) el filosofo hindú, que sí sabe de lo que habla cuando se refiere a la gloria del debate, le apuesta a algo más que a la herramienta para lograr la representación en la que no se agota la idea de la democracia. Afirma que todo lo que se plantea de manera razonada y se discute con claridad públicamente, crea una especie de masa crítica que presiona al sistema político hacia el rumbo deseado por la comunidad. Se refiere, claro está, a la otra cara de la representación: la participación a través del debate.
Debemos cuidarnos de no caer en la simplona y falaz explicación de la democracia instrumental, en la que abstenerse de votar o anular el sufragio equivale a cancelar la única posibilidad de participar (negar el voto, nos dicen, es echar por tierra todo lo logrado, como si lo alcanzado no fuera justamente de lo que estamos hartos). Votar “es la única forma en que pueden participar directamente en la toma de decisiones públicas”, pontifica la Presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. “Suicidio político para el país”, grita, rasgando vestiduras, el senador Santiago Creel. (El Universal, 5- VI- 2009).

Más que preocuparnos por si la democracia crece o se estanca según votemos o dejemos de hacerlo (se la pasan diciendo que en la democracia se cobra a la hora de votar y, cuando llega el momento, nos dicen que así no se vale cobrar), debemos centrarnos en la creación de espacios abiertos, libres y neutros que generen la capacidad, el deseo, de participar plenamente en la conversación nacional, una forma más de participar en la democracia real.

Sin tradición de debate, sin cultura de participación, saturados por los monólogos de la propaganda política, algunos ciudadanos estamos aprendiendo ha conversar entre nos. Aunque estamos empezando, los balbuceos que conducen a un auténtico debate público nos estimulan para continuar construyendo la cultura de la discusión de los asuntos trascendentes de la vida en común.

Para debatir, la información que posee cada uno de los interesados es determinante, pero, igual de importante es el establecimiento de un espacio neutro en el que las personas pueden participar de forma libre y significativa.

La conversación democrática en la que los mejores argumentos, las ideas más convincentes, suscitan respuestas y acciones serias, relevantes para la vida en común, requiere, por supuesto, de la debida representación, pero ésta, por sí misma, no se logra sin la participación.

Lamentablemente, en nuestro país es todavía poca la ciudadanía informada dispuesta a deliberar. Víctimas del analfabetismo funcional, la acriticidad y manipuleo de los medios, y la carencia de espacios en que se ponga a prueba la validez de la información e impresiones con las que somos bombardeados todos los días, los cada vez menos apáticos ciudadanos, rompiendo el cerco de la radio y la televisión, encontramos nuevas formas y espacios de comunicación en la red.

Se empieza a cumplir lo que A. Gore advirtió (El Ataque Contra la Razón, Random House Mondadori, S.A. México, 2007). Una ciudadanía bien informada, sentenció, es imposible sin una ciudadanía bien conectada. La clave de la información, afirmó, ha pasado a ser la interconexión. Es posible, nos dijo, que Internet sea la esperanza para el establecimiento de una comunicación abierta donde pueda prosperar la conversación de la democracia. A diferencia de los otros medios electrónicos, en Internet apenas hay barreras a la participación individual. Impera en la red la meritocracia del pensamiento.

Y en efecto, resulta que nuestra incipiente democracia se está afianzando en la red. No se puede negar. Está claro. Vean si no, el debate público abierto, surgido de manera espontánea, por los preocupados electores que invitan a la anulación del voto como forma de protesta ante la nula representación de nuestros partidos políticos.

Ejemplos como: www.votaxpapanatas.org www.15diario.com www.sergioaguayo.com www.mexicovotonulo2009.blogspot.com www.yoanularemivoto.blogspot.com nos permiten afirmar que se ha abierto un intenso debate público a favor del voto, de la opción por la abstención y de la utilidad de su anulación, argumentado, informado y debidamente sustentado.

En esos espacios neutrales, hay que dejarlo muy claro, no se expone la verdad, nadie la tiene, en ellos se inicia, con ideas más o menos claras y con alto compromiso social, la búsqueda de verdades razonables para asumir, en libertad, la responsabilidad político-electoral. La red se ha convertido así, en plataforma de la razón que sustenta la vida democrática de la comunidad, cualquiera que sea la particular decisión.

Esos ejemplos son la muestra de que la conversación de los ciudadanos entre sí se está dando de manera nada despreciable, gracias a la existencia de espacios de comunicación como la red: neutros, abiertos y de fácil acceso.

El ciudadano ha empezado a conectarse para dialogar libremente, para dar sus argumentos más atractivos y hacer que prevalezcan los más convincentes aunque, lamentablemente, en esta conversación estén ausentes los que aspiran a representarlo.

Ni los partidos ni sus candidatos están presentes porque poco o nada les importa lo que puedan pensar los domesticados para votar.

Usan la red, claro que sí. Desde sus respectivos comités de campaña, hacen propaganda limpia o sucia, vacía y nada más. De dialogar, ni hablar. Están en la Internet sólo para vender y no para convencer. Ya preparan su publicidad para contrarrestar el llamado ético a no legitimar.

Incapaces de incorporarse a la conversación nacional, inhabilitados para representar aspiraciones, razones y convicciones de una comunidad que no conocen ni entienden porque no saben dialogar, los dirigentes de los partidos nos ofenden exigiendo que, aunque sea por el menos peor, hay que votar, para que no se pierda el sistema de representación que les permite parasitar.

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