viernes, septiembre 24, 2010

Discurso de la hermana Consuelo Morales al recibir el "Premio Nacional por la Igualdad y contra la Discriminación 2010"



Discurso de la hermana Consuelo Morales al recibir el "Premio Nacional por la Igualdad y contra la Discriminación 2010"

Distinguida Sra. Margarita Zavala, distinguido señor Ricardo Buccio, presidente de este Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, distinguidos invitados, damas y caballeros.


Me siento especialmente honrada por recibir este reconocimiento del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación. Me siento honrada, pero sé que la lucha por la no discriminación seguirá durante décadas, sé que mi pequeña parte en esta labor no está terminada aún y por eso acepto este premio no como un reconocimiento a un trabajo terminado, sino como un compromiso por seguir trabajando, y por hacerlo con más fuerza y con mayor entusiasmo.


Este no es un reconocimiento a mi persona, sino a todos los colaboradores que durante 17 años me han acompañado en Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos (CADHAC), la organización que dirijo en Monterrey, es a su nombre que lo recibo. Esto tiene que ser así, porque no es mi trabajo individual, sino el caminar conjunto, el que nos ha permitido mantener una pequeña voz que clama por la justicia y por la dignidad de todas y todos. Sin el constante apoyo de todas esas personas, sin sus cuestionamientos y sin su fuerza, CADHAC no existiría.


Quiero reconocer a todas mis hermanas de la Congregación de Nuestra Señora, Canónigas de San Agustín. Fue gracias a su importante apoyo que yo encontré la fuerza para iniciar este caminar por la justicia, y es gracias a su constante soporte moral, a su fuerza espiritual, a su apoyo económico y a su incondicional solidaridad que hemos podido continuar. En los momentos más difíciles, en los más riesgosos, mis hermanas han estado a nuestro lado, sufriendo con nosotros, orando con nosotros, caminando con nosotros.


Manifiesto especial reconocimiento a mi querida familia, pues fue en el seno familiar donde esta semilla por la justicia, nació y floreció. Nada fácil ha sido para ellos, respetar profundamente mis decisiones, cuando mi integridad física ha estado en riesgo. Es gracias no sólo a su incondicional cariño, sino también a su respaldo económico, que CADHAC en muchos momentos ha podido salir adelante.


CADHAC surgió de una preocupación sincera y en ese tiempo, inocente, por la situación de la dignidad humana en mi natal Nuevo León. Me temo que la situación a la que nos enfrentamos al abrir nuestras puertas era mucho más terrible de la que diagnosticamos inicialmente. Nuestro plan inicial era educar en derechos humanos, y aún seguimos haciéndolo, pero el profundo sentimiento de indignación provocado por la avalancha de casos que mes con mes recibíamos nos hizo lanzarnos a la defensa de los derechos humanos, que es un camino riesgoso y largo en el que se deben enfrentar muchos obstáculos, incluidos los propios prejuicios. La incesante fuerza de mis colaboradores me ha permitido mantenerme en este camino y me ha hecho encontrar que la diversidad no es un riesgo, sino que es un hermoso regalo que enriquece nuestra vida.


La lucha contra la discriminación está inscrita en la esencia misma del movimiento mundial por los derechos humanos. No podemos imaginar una sociedad que sea a la vez justa y discriminatoria, ningún sistema que prive a algunos ciudadanos de sus derechos fundamentales es defendible. Los derechos humanos, aunque están revestidos de una carga política enorme y a pesar de que suelen usarse en un contexto sumamente técnico, son, en esencia, un mecanismo para lograr una vida digna para toda la familia humana, ese ideal es alcanzable sólo a través de la aceptación de las diferencias, a través del reconocimiento profundo de que esas diferencias no son sólo tolerables, sino que son necesarias y deben ser, siempre, bienvenidas.


La dignidad humana es afectada profundamente cuando una persona es víctima de discriminación. La discriminación es una violación especialmente relevante de los derechos humanos, porque no sólo genera un sentimiento de injusticia, sino que provoca una sensación de inadecuación de la persona. A la persona discriminada no sólo se le está diciendo “no tienes derecho a tal cosa”, se le está diciendo “no tienes derecho por ser quien eres”, la diferencia es relevante, porque no sólo se le vuelve sujeto de una injusticia, sino que se pretende volverla responsable de la misma. No debemos permitir que esta dinámica continúe, no debemos permitir que nuestros hermanos y hermanas se sientan insatisfechos consigo mismos por no cumplir algún estereotipo determinado.


En nuestro país, la discriminación es una realidad hiriente que no ha sido enfrentada mediante una política de Estado integral y coherente. La creación del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación fue un paso firme en la dirección correcta, porque mediante este acto, el Estado mexicano aceptó que la discriminación es una realidad y que algo, debe hacerse. Sin embargo, los avances no son sencillos, recientemente, el ejecutivo federal impugnó, sin éxito, la reforma antidiscriminatoria que permite en el Distrito Federal los matrimonios entre personas del mismo sexo. Aunque la Suprema Corte de Justicia de la Nación sostuvo la constitucionalidad de la reforma, preocupa profundamente que la presidencia de la República la haya percibido como un ataque a la sociedad.

Debe preocuparnos que en México se siga pensando que el reconocimiento de los derechos de un grupo minoritario supone un ataque a la mayoría. Esta noción no toma en cuenta que la diversidad ya existe, las políticas públicas antidiscriminatorias no generan las diferencias, sino que las reconocen sin prejuicios para lograr que cada ciudadano se desarrolle. Debe quedarnos claro, la diversidad no se irá porque la sigamos ignorando, la diversidad, ¡qué bueno!, estará presente siempre, y nuestra labor es respetarla, promoverla y abrazarla.


Ante esta realidad, la sociedad civil debe seguir manteniendo un frente creativo y pacífico para promover el respeto irrestricto de la dignidad de todos y cada uno de los miembros de nuestra sociedad. Es necesario que la comunidad misma mantenga su activa participación en el desarrollo, implementación y vigilancia de las políticas públicas para prevenir y sancionar la discriminación. Mi compromiso de vida es ese, seguir buscando espacios para promover un respeto auténtico a la dignidad humana en todas sus manifestaciones.


Reitero mi más profundo agradecimiento por este reconocimiento que recibo a nombre de todas y todos mis colaboradores, estén seguros que el recibirlo nos impulsará a seguir trabajando y que oficiará como un preciado recordatorio de que nuestra labor es servir a nuestras hermanas y hermanos, para que ellas y ellos, por sí mismos, encuentren sus propios caminos de dignidad y de libertad.


Muchas gracias




Nota de la Resistencia Civil Pacífica en N.L.


La parte del texto del discurso de Consuelo que hemos subrayado motivó una contestación de Margarita Zavala, quien se vio en la necesidad de defender a su marido:


a veces en las diferencias en términos de figuras jurídicas puede uno no estar de acuerdo, pero sí quiero decirle que conozco perfectamente al Presidente, con quien estoy casada y veo todos los días, nos formamos igual, y quiero decirle que él es un hombre que no discrimina a nadie. según se lee en La Jornada, del 9 de septiembre.


Como podemos ver, defensa tan anodina como quien la esgrime y a quien pretende proteger.




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