21 de octubre de 2010
Por David Cilia Olmos
Margarita López Pérez nació 35 días antes que yo. Cuando yo entré a la secundaria ella ya tenía varios años trabajando en el campo. Cuando yo entre a la preparatoria ella ya llevaba años haciendo las labores propias de una mujer indígena.
Mientras tomo las fotografías de la mano hinchada de la mamá de Jordán Ramírez, quién se lastimo al escapar el 14 de septiembre del cerco de sangre y balas que contra San Juan Copala establecieron los paramilitares al mando de Toño Pájaro, Heriberto Pasos, Ulises Ruiz, ella, Margarita me mira y levanta su mano izquierda.
–A mí también tómalo la foto –me dice en lengua Triqui que alcanzo a comprender. Me acerco hasta ella y apunto con la cámara hacia su rostro, ella inclina su cabeza hacia su seno derecho y con la mano oculta su rostro.
–A mí también tómala la foto –había entendido yo, pero ahora se cubre el rostro. Del ovillo rojo que se ha convertido su cuerpo sólo sobresale la mano izquierda.
–El choque, mi choque, es bastante intenso cuando miro su antebrazo izquierdo. En mi mente viene una imagen de una muñeca armable que alguien había armado mal.
Ya no apunto la cámara a su cara, ya entendí. Ella se descubre con dificultad la muñeca, se va quitando poco a poco la venda que le cubre su herida.
No es necesario que yo les describa de que estoy hablando, les anexo la fotografía. Estoy sorprendido. La hermana de Teresa Ramiréz Sánchez, Agustina, me explica:
“Se cayó en septiembre, cuando escapó del cerco de Copala, era noche cerrada, no se veía nada, por eso pudieron escapar, pero ella se cayó, estuvo dos días oculta en el monte.”
–¿Ya recibió atención médica? –pregunto sin poder jalar momentáneamente aire para respirar, por que un nudo me obstruye la garganta.
Pregunta estúpida. A veces me pasa. A veces no termino de entender que una cosa es lo que creo yo que es este país y otra cosa es lo que verdaderamente es, al menos en la zona Triqui de San Juan Copala.
Con una delicadeza que yo agradezco Agustina me dice:
–No.
Margarita suelta unas lágrimas y dice en lengua Triqui-Universal “me duele”. El mover el brazo, el quitar la venda, aún con toda la lentitud que lo ha hecho, le ha arreciado el dolor. Mira su mano y de plano suelta el llanto.
Yo calculo que la mujer tiene como 70 u 80 años. Pregunto:
–¿Cómo se llama?
–Margarita López Pérez.
–¿Qué le pasó?
–Se cayó al salir de Copala y ahora no puede trabajar, no puede conseguir para comer.
–¿Y le están dando alguna medicina, algo para el dolor?
–Solo con alcohol se le quita el dolor.
Me reprimo y me digo “No. No una segunda pregunta estúpida”.
Con la mirada perdida entre el ataúd de Teresa Ramírez Sánchez y su propia mano, Margarita llora despacito todo lo que tiene que llorar. Yo veo la credencial de elector queme acercan y veo que nació 35 días antes que yo.
Vean la foto que anexo.
Esto es México, a 300 kilómetros del ropero y del refrigerador.
Tlaxiaco Oaxaca, Zona Triqui Alta, 19 de octubre del 2010.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario