Para qué elecciones en el SME?
Manuel Fuentes. Presidente de la ANAD
No a pocos sorprendió la copiosa votación del proceso de elección en el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) para reconocer la elección de sus dirigentes. Seguramente, entre ellos al titular de la Secretaría del Trabajo (ST) que conjuntamente con los anteriores secretarios de Gobernación ha procurado alentar una división durante casi 14 meses de conflicto.
Más allá de las cifras, resultó impresionante contemplar como millares de sindicalistas, entre ellos más de 11 mil 500 jubilados, hacían largas filas para depositar su voto en una gran urna transparente. Algunos tardaron entre tres y cuatro horas formados para recibir trece papeletas y en una mampara expresar su voto.
Unos en sillas de ruedas, otros en muletas o caminando con dificultad llegaban al viejo edificio de Antonio Caso 45. Pude estar presente en este proceso como observador oficial y mientras veía las largas filas de electricistas, una pregunta me hacía: ¿por qué votaban, si existía una sola planilla?. Muchos me respondían que era al sindicato lo que venían a defender, a dar muestras de unidad sindical ante la sociedad y a demandar que el gobierno federal no se entrometiera más en la vida interna de los sindicatos.
Al final participaron 27 mil 86 electricistas, lo que representó un 71.42% de un padrón conformado por 37 mil 923 personas. Martín Esparza recibió una votación de 26 mil 364 votos, lo que representó un 97.37% que da una legitimidad incuestionable.
Ahora a la Secretaría del Trabajo no le queda más remedio que reconocer a la dirección electa por los electricistas, pero permea la duda razonable de que siga fomentando, desde diversas oficinas gubernamentales, la confrontación de un conflicto que se prolonga sin límite a partir de ese cuestionado decreto presidencial del 11 de octubre de 2009 que dispuso la extinción de Luz y Fuerza del Centro.
Esa controvertida facultad discrecional del gobierno federal para reconocer o desconocer dirigentes sindicales u organizaciones sindicales a través de la llamada toma de nota, fue el punto de inicio de una intervención sin reparo para facilitar el golpe al SME.
El gobierno panista sabe muy bien que estos dos últimos años pueden ser cruciales y la prolongación de este conflicto contra los trabajadores electricistas, se les puede revertir, si no se busca una alternativa negociada, antes del proceso electoral de fin de sexenio que está en puerta.
Por ello las negociaciones con las secretarías de Gobernación y del Trabajo, para destensar al menos temporalmente parte del conflicto, excluyeron a los trabajadores liquidados, dando un reconocimiento únicamente a quienes mantienen su demanda de reinstalación y a los jubilados como lo reconoce el estatuto sindical. No les hicieron un favor; todo está dentro de la norma legal.
La gran urna transparente, el voto secreto, la vigilancia y observancia ciudadana fueron los símbolos de este proceso, que desgraciadamente en nuestro país se expresa en pocos sindicatos por el control gubernamental y empresarial para evitar su existencia.
Este proceso representa un síntoma importante de que la etapa que sigue debe ser con unidad sindical e inserción con la sociedad. Ya no deben existir más luchas con objetivos gremialistas que únicamente aíslan a los trabajadores y vuelve arribistas a sus organizaciones.
La sociedad espera una solución que también le beneficie; el incremento desproporcionado de la energía eléctrica y la incapacidad de la Profeco para atender estos reclamos, a raíz de la extinción de LyFC, debe ser también resuelta de manera favorable.
Sigue habiendo muchos casos en que el costo de la energía eléctrica se ha quintuplicado en perjuicio de personas de escasos recursos. No es posible que las empresas que se han contratado sean quienes reciban los beneficios de esta crisis.
Se espera que el gobierno federal e integrantes del Congreso de la Unión acuerden conformar una nueva empresa que beneficie los intereses de la sociedad y de una vez por todas estabilice la atención eficiente y barata de la energía eléctrica, fundamental para el desarrollo del país.
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