La bandera roja con la hoz y el martillo cubrió su féretro
Destierro y persecución, el precio que pagó por apoyar a estudiantes
Sábado 22 de enero de 2011, p. 13
Destacado participante en el movimiento estudiantil del 68, profesor y siquiatra reconocido, pero sobre todo luchador social que a pesar de la presión, el destierro y la persecución política, siempre defendió sus principios, ayer falleció en esta ciudad el doctor Fausto Trejo Fuentes.
Sus restos fueron velados anoche en su domicilio de la colonia Del Valle, por sus familiares, sus compañeros sobrevivientes a la masacre de la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, sus amigos comunistas y por sus alumnos, a los que dedicó buena parte de su existencia.
Sobre su féretro se colocó una bandera roja, con la hoz y el martillo y la inscripción: Hasta la victoria siempre, camarada Fausto Trejo
. También, de acuerdo con su última voluntad, se colocaron junto al féretro dos cuadros: una pintura a lápiz del Che Guevara –que le regaló el escritor Mario Benedetti– y la otra, la de su Cristo Guerrillero, relató su hija María Elena Trejo.
Fue amigo del Che Guevara y de Fidel Castro, a quienes ayudó cuando estuvieron en México para organizar la expedición a Cuba.
La mayor parte de los integrantes del Comité 68 estuvieron presentes. Raúl Álvarez Garín lo recordó como el brillante profesor
que impulsó en la década de los 60 la reforma educativa y tuvo una fuerte influencia entre los estudiantes, a los que conmovía con sus apasionados discursos y su alegría por la vida.
“Él tenía una presencia directa en el movimiento de masas, pronunció algunos de los discursos más relevantes durante el movimiento del 68. Encarcelado por el régimen de Gustavo Díaz Ordaz, durante una de las audiencias públicas dentro del proceso que se le seguía, se atrevió a pedir que se guardara un minuto de silencio en memoria de las víctimas de la matanza de Tlatelolco.
El juez Ferrer MacGregor estalló en cólera, nos echó a la policía encima y ordenó que nos desalojaran
, narró Álvarez Garín.
Jesús Martín del Campo, también rememoró anoche aquellos años y dijo que el doctor Trejo será recordado con gran respeto y admiración. Está en nuestra mente y corazón, porque en 1968 fue uno de los maestros que se la jugó con la juventud y arriesgó su vida, su profesión y su libertad
, junto con Heberto Castillo y Eli de Gortari.
A menudo señaló que la mayor enseñanza que recibió se la dieron los estudiantes. Por ello nunca se desligó de la docencia. Despúes de salir de Lecumberri, y en los años 70, Trejo estuvo desterrado en Uruguay y luego, con el apoyo de Salvador Allende, vivió una temporada en Chile. Cuando volvió a México no pudo regresar a las aulas, porque desaparecieron
todos sus papeles, hasta su acta de nacimiento, explica su hija María Elena.
Resalta que pese al acoso que sufrió por parte del gobierno federal, a la tortura a manos del entonces jefe policiaco Arturo Durazo, a las acusaciones de ser guerrillero, Trejo siguió participando en movimientos sociales y practicó su profesión de siquiatra y sicoanalista, siempre con sentido humanista. Siguió en la lucha, junto con muchos de los que están aquí
, señala María Elena y ve hacia donde están Ignacia Rodríguez, la Nacha, Raúl Vega, Oralia García, junto con Álvarez Garín y Luis Sosa.
Su ex alumno, Juan Ramón de la Fuente, ya como rector de la UNAM, ayudó a Trejo a regresar a su labor de catedrático; a la par impulsó la creación del Comité 68, para exigir desde ahí el castigo a Luis Echeverría y los demás responsables de la matanza de Tlatelolco.
En agosto de 2009 Trejo sufrió un infarto cerebral. Aun así, el 2 de octubre de 2010 fue al Zócalo. Desde el Hotel Majestic, él, que quiso cambiar el mundo, vio a una multitud dispuesta a seguir en la batalla
y aunque estaba ya muy decaído, eso lo reanimó, detalla José Jacques Medina.
Al doctor Trejo le sobreviven su esposa María Luis Guererro y sus cuatro hijos. Hoy a las siete de la noche sus restos serán cremados. Según su última voluntad, la mitad de sus cenizas se esparcirán en el río Tula –cercano a la casa de su infancia– y la otra mitad en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, el próximo 2 de octubre. Tenía 85 años.
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