¿Cómo te quedó el ojo, Calderón? Y la cena fue velorio
1. noviembre, 2012
Álvaro Cepeda Neri * Conjeturas
Los patrones de la Confederación Patronal de la República
Mexicana y del Consejo Empresarial alzaron sus copas de champán (en
pronunciación de Poiré: champagne) para festejar la
contrarreforma laboral de Felipe, dejando fuera que los sindicatos
rindan cuentas de las cuotas, sean elegidos por voto secreto y
transparenten los contratos colectivos. Sólo importaban las medidas
contra los trabajadores, ya que “líderes” y patrones se entienden
conforme a las leyes no escritas de corrupción y complicidad. La
contrarreforma llegó a la Cámara de Senadores donde panistas y partidos
de izquierda se pusieron de acuerdo. Pero los del Partido Revolucionario
Institucional (PRI) aprobaron las modificaciones contra el sindicalismo
tradicional. Y la iniciativa regresó a la Cámara de Diputados.
Priístas, verdes (del Partido Verde Ecologista de México) y panalistas
(del Partido Nueva Alianza), que aquí son mayoría, decidieron que entre
el ir y venir había perdido su calidad “preferente” y se turnaría a
comisiones para discutir las modificaciones que hicieran los senadores.
No se iba a la “congeladora”, pero sí a la nevera.
Los senadores panistas habían organizado una cena para festejar su
aprobación. María Luisa Calderón, que no pudo ser gobernadora de
Michoacán; Cordero, el que no pudo ser candidato presidencial y el
ineficaz presidente del Partido Acción Nacional (de ilustre apellido y
parentesco) festinaban su “victoria”; llegó Calderón y con él brindaron
más; y al grito de “¡ya nos fregamos (chingamos) a Peña y al
PRI!”, se pusieron a tal grado beodos que si los agarra el alcoholímetro
se irían 72 horas a chirona. Con la “cruda” encima, que se enteran de
la derrota. Y que los priístas, en jugada maestra para impedir el atraco
contra los trabajadores y ver cómo concilian con sus sindicatos, la
reservaban para discusión sin prisas esperando la propuesta de Peña.
El panismo a favor de Calderón quería llevarse los aplausos
patronales. Y en esa cruda –realidad– los de la “última” cena lanzaron
insultos (para lo cual María Luisa se pinta sola) a Peña, a los
diputados del PRI, verdes ecologistas y panalistas. Lozano Alarcón, que
fue priísta y ahora furibundo calderonista y ultraderechista, vomitaba
la cena, se le saltaron más los ojos y con su léxico de cantina,
despotricó ajos y cebollas. Los 10 de mayo (en alusión a las
madres) retumbaron en Los Pinos; el festejo se convirtió “en velorio” y
llevaron a enterrar la contrarreforma “entre cuatro zopilotes y un ratón
de sacristán”. El funeral sí llevó el sello de “preferente” en el panteón
de las perversidades calderonistas, que no contaron con la astucia de
los priístas que así se ganaron a los trabajadores y los sindicatos ya
no se alborotaron.
¿Cómo le quedó el ojo a Calderón? Con tremendo moretón, pues el peso completo del PRI lo mandó a la lona
para la cuenta de 10 y fuera. Calderón lleva más de tres meses
queriendo hacer lo que no hizo en seis años (salvo su sangrienta guerra)
para robarle espacio a Peña, que por ser apenas electo permanece en la banca.
Pero ya salieron con lo de “dice Peña –y el PRI– que siempre no”. Así
que el 1 de diciembre, cuando tome posesión el mexiquense enraizado en
el grupo Atlacomulco, veremos con qué reforma o contrarreforma laboral
sale. La moneda está en el aire. Para entonces, Calderón ya se fugó.
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