Si los capitalistas, los burgueses, los potentados, “los de arriba”.
Decidieran destruir, acabar y desaparecer a: “Los de abajo”, al pueblo, a los trabajadores, a los obreros y campesinos,
Entonces:
¿Quiénes les construirían sus casas, residencias y mansiones?
¿Quiénes fabricarían sus automóviles, sus aviones, su ropa y sus vestidos?
¿Quiénes cuidarían de sus hijos, de sus jardines y demás propiedades?
¿Quiénes atenderían sus comercios y sus minas?
¿Quiénes cultivarían sus campos?
¿Quiénes pondrían a funcionar sus fábricas y demás empresas?
En conclusión:
Si “los de arriba” fueran racionales, por tanto que reciben, cuidarían a “los de abajo”, les brindarían una vida de cierta comodidad y de cuidados.
Entonces: ¿Por qué tanto desprecio, por qué tanto dolor, tanta muerte y represión, por qué esos raquíticos salarios, por qué tanto descuido y falta de atención a su salud, alimentación, educación, vivienda, seguridad social en general, por qué esa inmoral y descarada acumulación de riqueza por un lado y esa miseria espantosa por el otro?
LA VERDADERA CONCLUSIÓN ES QUE: los poderosos, ricos y potentados, “los de arriba” no desean destruir ni desaparecer al resto de los seres humanos (tal vez sólo a algunos para que sirvan de ejemplo a quienes quieran romper el estado de cosas), sino solamente someterlos, mantenerlos como sus sirvientes, obedientes y sumisos, domesticados y enajenados, en fin, adecuadamente explotados.
Para lograr lo anterior, nada de derechos humanos, nada de democracia, nada de compartir el poder o cosas semejantes, nada de organizaciones sindicales, sociales o políticas libres e independientes, nada de verdadera cultura ni instrumentos que la faciliten (educación y medios de información), nada de ideas nuevas que transformen la mente de quienes se desea mantener callados, sumisos y dóciles.
Y si ponemos patas arriba la situación que aquí se describe, “los de abajo” se podrían dar cuenta de que ellos sí que no necesitan a “los de arriba”, que podrían vivir y organizarse de manera independiente, construyendo otras formas de vida y de organización social más igualitarias, más equitativas, más justas, más dignas, más humanas.
Ya es hora de empezar, juntos, a trabajar y construir esta otra forma de vida.
Y por cierto, ¿Qué o quién les brinda el derecho a “los de arriba”, a esa infinita minoría, a apropiarse y disfrutar de todo lo existente? ¿Y por qué “los de abajo”, esa inmensa mayoría, lo permite?
Ya basta, ¿No?
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