Hipócritas, sencillamente hipócritas…
Por: Ricardo Rocha
Sí, como dijera el bolero de rompe y rasga, no hay mejor definición para todos los que se oponen a los matrimonios y adopciones por parte de homosexuales.
Hace siglos que no se daba una muestra de hipocresía tan grande, de toda la ultraderecha y de la jerarquía eclesiástica.
Desde ambos frentes se ha lanzado una aviesa andanada de falsedades que provocarían carcajadas si no se tratase de asuntos tan delicados: que los homosexuales no entran al cielo; que el matrimonio es sólo para el hombre y la mujer; que los niños adoptados por parejas del mismo sexo están condenados a una homosexualidad automática; y que todos estos alegatos no tienen nada de religiosos y son sólo legales. Sí, como no.
El colmo es que alguien tuvo a mal convencer a Felipe Calderón de que se envolviera en la bandera albo amarilla del Vaticano y se arrojara al vacío del suicidio político. La orden fulminante a la PGR para que se asuma como abogada parroquial así lo prueba. El procurador que toleró los feminicidios en Juárez e insensible a la masacre de los niños de Hermosillo, se lanza ahora al prejuicio condenatorio dizque en nombre de la infancia. Y lo hace con idénticos argumentos que los usados por una Iglesia que protege a sus curas pederastas, quienes con sus violaciones han destrozado la vida de miles de pequeños y sus familias.
Yerran por partida doble. En estos momentos la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos no prohíbe que un homosexual o lesbiana adopte un niño o niña. Lo que hace la ley aprobada en la Asamblea Legislativa del DF es darle al adoptado un respaldo mayor con una potestad dual, con ambos cónyuges responsabilizá
En los ámbitos social y moral los argumentos también son incontrovertibles. Día a día se están publicando estudios de prestigiosos expertos que aseguran que no hay evidencia alguna de que niños criados por padres del mismo género tengan alguna desventaja frente a niños de padres heterosexuales o por esa condición orienten su sexualidad. Por el contrario, son muy raros los casos de abusos o violencia contra niños adoptados en hogares homosexuales. En cambio es bien sabida la creciente frecuencia de abusos y maltratos sobre todo de padres heterosexuales contra madres e hijos; y eso sí que marca para siempre el desarrollo psicológico de niños y adolescentes.
Lo único bueno de todo este debate es que se necesitan ocho de once votos en la Corte para dar marcha atrás a este avance en la Ciudad de México. Así que esperamos un nuevo y esta vez muy merecido fracaso del gobierno federal.
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