sábado, abril 17, 2010

La Jornada, 17 abril 2010


Si las elecciones fueran mañana

Abraham Nuncio


Si las elecciones fueran mañana, Rafael Rangel Sostmann, ahora rector del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), sería un candidato de peso y con posibilidades de triunfo.


Los politólogos adeptos a la creación de escenarios suelen emplear el término Si las elecciones fueran mañana para imaginar los resultados de una elección a partir de los datos que les proporcionan las tendencias en la intención del voto. Se trata de un instrumento de simulación que algunas veces resulta constatado por la realidad y otras veces no. En este artículo no pretendo algo semejante, sino sólo valerme de lo que me sugiere ese tipo de instrumento para compartir algunas ideas con los lectores, según lo que la realidad me permite percibir. El tema es el de la figura del candidato independiente / candidato ciudadano. Mi punto de partida es el discurso del rector del ITESM en la reunión interna a la que él convocó el pasado 11 de abril (Pronunciamiento y propuestas del Tecnológico de Monterrey para mejorar la seguridad en México), acto que fue la culminación de la brevísima marcha Movimiento por el cambio.

Antes de referirme al discurso como tal, me asomaré un poco al contexto en que se produce. Su percutor fue la muerte de dos estudiantes del ITESM a manos de efectivos del Ejército Mexicano, hasta donde la información periodística y la de las propias autoridades de aquella institución han permitido ver (a falta de la versión oficial). La respuesta del ITESM fue tardía. No obstante, la convocatoria a la marcha y al acto sobre la participación ciudadana y la política pública de seguridad, así como sus consecuencias y las iniciativas del rector del ITESM, le han permitido a éste dar al grave deterioro de su imagen lo que la gleba llama una vuelta de tortilla. Rangel Sostmann protagoniza ya un movimiento (por el cambio) político que tiene por primer perímetro de acción el de las universidades privadas y públicas. Para efectos de un escenario numinoso, Juan Ramón de la Fuente, presidente de la Asociación Internacional de Universidades, a quien se considera en ciertos círculos como un candidato potencial a la Presidencia, tendría ya a su virtual opositor en la modalidad de ex rectores.

El propio Rangel Sostmann precisó en su discurso que las propuestas y el pronunciamiento habían sido elaborados en la Escuela de Graduados en Administración Pública y Política Pública del ITESM. Me pregunto si Otto Granados Roldán –secretario de Comunicación Social de la Presidencia con Salinas de Gortari, más tarde gobernador de Aguascalientes y ahora director del Instituto en Política Pública de esa institución– intervino de alguna manera en la elaboración del discurso (Pronunciamiento) que deseo comentar. Lo que a todos queda claro es su condición de político neoliberal que confía, como los dueños del ITESM, en una segunda edición de reformas para abrir más aún la economía del país

Estuvo presente José Antonio Fernández, presidente de FEMSA, flamante socio de Heineken y consejero de Enseñanza e Investigación Superior, la asociación civil dueña del ITESM. Los demás consejeros no hicieron acto de presencia. El de Rangel Sostmann parece, en más de un aspecto –su aliento, ciertas frases–, un remake de aquel discurso de Luis Donaldo Colosio. No por nada el periodista Julio Scherer García le preguntó si se lo había dado a leer previamente a Salinas. No, fue su respuesta. En este caso me pregunto si el rector le dio a leer el suyo, antes de pronunciarlo, al consejo de directores del ITESM, en su mayoría empresarios. Voy al discurso en ese que me parece su meollo político. Como Colosio, el panorama aparece sombrío y lo traduce a juicios morales:

Hoy nos encontramos ante una sociedad en que, lamentablemente, se promueven y viven valores muy distintos a los anteriores: consideramos el éxito individual como única meta en la vida, queremos lograr nuestros objetivos con el mínimo esfuerzo, tenemos los hábitos del dispendio y del consumismo, buscamos la riqueza como único fin, vemos la educación como vehículo para satisfacer exclusivamente necesidades personales, como lograr mayores ingresos monetarios. Nos hemos vuelto ciegos, sordos e indiferentes ante la pobreza, la injusticia, la falta de oportunidades, la desigualdad y el desempleo, y vemos todas estas anomalías como algo natural y normal en nuestra sociedad: nos hemos puesto un velo en los ojos.

En ese panorama ve la corrupción promovida por el ciudadano común (el soborno al policía), el alumno (que copia o plagia), los empresarios que se valen de ella para lograr contratos o ventas a efecto de aumentar sus ganancias o reducir sus pérdidas. Fustiga a los padres de familia, que se desinteresan de sus hijos; a los funcionarios públicos inmersos sólo en su carrera o en el debate partidario; a los medios de información que manipulan en vez de informar y formar opinión; a las propias universidades que se han esforzado menos en formar ciudadanos que asuman su responsabilidad social y política para cambiar este país, que en encauzarlos hacia una alta empleabilidad (sic) con fines monetarios y de éxito profesional. Y se refiere a su gremio: Los profesores y directivos debemos enseñar a nuestros alumnos con el ejemplo, y eso es algo que olvidamos frecuentemente.

Enfatiza el propósito fundamental de su mensaje: Si queremos una sociedad equitativa, solidaria, justa y con paz social, tenemos que cambiar esta forma de actuar en lo particular, en lo social, en lo empresarial, en lo político, en lo educativo y en lo gubernamental. Pronuncia uno de sus remates, que es insoslayable: Recuperemos la cultura del esfuerzo y el amor al trabajo, y lanza un infaltable Viva México.

En la medida que se han desmonetizado los partidos, y con ellos sus posibles futuros candidatos, un candidato moral, surgido desde la academia y con un prestigio apenas ensombrecido por su actitud ante la muerte de los dos estudiantes, les vendría como anillo al dedo a los empresarios regiomontanos. Finalmente, las palabras, palabras son.

Antes, dicho grupo empresarial vio frustradas sus intenciones de ver a un político del todo identificado con él en la silla presidencial. Harán, a no dudarlo, un intento más. En el rector disponen de un hombre que los representaría, a pesar de su discurso, como el mejor ex empleado suyo que hayan podido tener.

La figura de Rangel Sostmann es para mí la que mejor embona, aunque él mismo no lo quiera, con la del candidato independiente o candidato ciudadano con una aparente gran autonomía. Esa independencia y esa autonomía son, para mí, semejantes a la que tienen instituciones como la Federación de Sindicatos Independientes o la UAG.




Inminente triunfo clerical

Diego Valadés


La Cámara de Diputados está próxima a aprobar una iniciativa de apariencia liberal pero de inevitables efectos confesionales. Utilizando un lenguaje equívoco y aprovechando el descuido de algunos dirigentes políticos, el alto clero mexicano, y tal vez el representante diplomático del Vaticano, están por infligirnos un revés histórico.


No es la primera ocasión. Hay dos graves antecedentes recientes. Uno, el más conspicuo, consiste en la serie de 18 reformas constitucionales en otros tantos estados de la República, merced a las cuales han conseguido elevar la sanción para el aborto, en algunos casos haciéndola equivalente a la de homicidio calificado. Con excepción del caso de Chihuahua, las otras 17 reformas se produjeron con llamativa velocidad entre octubre de 2008 y noviembre de 2009.

El otro antecedente ha sido menos visible. Se trata de la Ley General de Salud. En enero de 2009 entraron en vigor reformas a esta ley. Conforme a los artículos 166 bis 1 y 166 bis 3, por primera vez en nuestra historia republicana el Estado mexicano está obligado a proporcionar servicios espirituales a los pacientes que lo soliciten, en los nosocomios de la Secretaría de Salud, del IMSS y del ISSSTE. No parece lejano el momento en el que, con fundamento en esas disposiciones, en los centros hospitalarios de jurisdicción federal se llevarán a cabo ritos litúrgicos cotidianos. Hay indicios de que estas actividades se han pospuesto para no comprometer los objetivos ocultos que se persiguen con la reforma próxima a ser debatida en el Congreso respecto del artículo 24.

Desde hace décadas el alto clero mexicano aspira a que en todas las escuelas públicas del país se imparta enseñanza religiosa, y en tiempos más recientes también se ha interesado por disponer de medios electrónicos de difusión. Está cerca de lograr ambos propósitos. El mecanismo que se prevé es ingenioso, porque la curia dispone de buenos abogados. Es seguro que muchos legisladores están de buena fe y no han advertido que están siendo utilizados.

El actual artículo 24 constitucional dice así:

Todo hombre es libre para profesar la creencia religiosa que más le agrade y para practicar las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley.

La reforma propuesta y a punto de ser aprobada decía lo siguiente:

Toda persona tiene derecho a la libertad de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de tener o de adoptar, o no tener ni adoptar, la religión o las creencias de su elección, así como la libertad de manifestar su religión o sus creencias, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, mediante el culto, la celebración de ritos, las prácticas, la difusión y la enseñanza.

En una versión posterior suprimieron la referencia a la difusión, al advertir que con ella harían ostensibles en exceso sus verdaderos objetivos.

El concepto de libertad de conciencia es polisémico y ofrece muchos riesgos en el momento de su interpretación jurisdiccional; pero este es un tema que abordaré en otra ocasión. Por ahora, admitamos que el texto parece postular los principios del Estado secular en la primera parte del enunciado. Lo que se hizo fue poner el caramelo al principio y el veneno al final, de manera que éste pasara inadvertido. Al aludir a la manifestación colectiva de las religiones, quedan incluidas las corporaciones eclesiásticas. Estas corporaciones tendrían derecho a manifestarse “…tanto en público como en privado, mediante… (la difusión y) la enseñanza”.

Con esa redacción se lograría eludir lo dispuesto por los artículos 27 y 3º, sin tener que modificarlos. La fracción II del artículo 27 constitucional establece:

Las asociaciones religiosas que se constituyan en los términos del artículo 130 y su ley reglamentaria tendrán capacidad para adquirir, poseer o administrar, exclusivamente, los bienes que sean indispensables para su objeto, con los requisitos y limitaciones que establezca la ley reglamentaria.

Al determinarse por el nuevo texto del artículo 24 que las iglesias tienen derecho a realizar manifestaciones públicas, ya no sería indispensable agregar la expresión de difusión, que haría muy identificables sus propósitos y que incluso resultaría pleonástica porque la difusión es una consecuencia de la manifestación pública. A partir de que se apruebe esta redacción ya no se podrá considerar que la propiedad o posesión de todo tipo de medios de difusión sea contraria a lo dispuesto por la fracción II del artículo 27, porque serán instrumentos indispensables para su objeto.

Por lo que respecta al artículo 3º, la Constitución establece la laicidad de la educación que el Estado imparta, lo que no es igual a la educación que se imparta en los establecimientos del Estado. En otras palabras, el personal dependiente del Estado y los programas oficiales de enseñanza no pueden incluir temas religiosos, pero una vez reformado el artículo 24 en los términos propuestos, la enseñanza religiosa en los planteles escolares se podrá llevar a cabo de manera extracurricular y por parte de ministros de cultos que no tendrán una relación laboral con el Estado.

Así, sin reformar los artículos 3º, 27 y 130, se le estaría dando la vuelta al proceso de secularidad que comenzó en 1857. Como abogado no puedo menos que reconocer que se trata de una verdadera filigrana jurídica para implantar en México una nueva modalidad de confesionalidad. Como ciudadano, me deploro el nivel de connivencia al que se está llegando entre algunos dirigentes políticos mexicanos y un Estado extranjero que, desde el siglo XIX, no ceja en su empeño por destruir nuestro sistema constitucional. Hasta ahora no lo ha conseguido, pero ya le falta poco, porque ha sido persistente y convincente; antes sólo tenía aliados entre los conservadores y hoy los tiene en todos los partidos.

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