martes, mayo 10, 2011

EL LENGUAJE DE LA GUERRA Y DE LA PAZ


Reflexión de Raúl Ramírez,
fundador del Centro Ciudadano de derechos humanos de Baja California..



EL LENGUAJE DE LA GUERRA Y DE LA PAZ

Por Raúl Ramírez Baena*

Si los delincuentes están afuera haciendo lo que están haciendo

es porque adentro están podridas las instituciones y los partidos políticos,

hasta el Gobierno Federal pasando por los Poderes de la Unión…

Javier Sicilia, poeta

Mientras las víctimas de la guerra de Felipe Calderón sean gente del pueblo (daños colaterales) inermes, desinformadas y temerosas; agentes del Estado, miembros de la élite en el poder (Isabel Miranda de Wallace, Alejandro Martí o Diego Fernández de Ceballos) o de la delincuencia, el control de daños está en manos del gobierno. No pasa nada. Usted conoce las consecuencias del “si no pueden, renuncien”: Nada.

Pero cuando el crimen y los desaciertos oficiales tocan a un humanista ilustrado, sensible y comprometido con las causas de la justicia y la paz con dignidad, como Javier Sicilia, cuyo hijo fue victima de esta guerra, y provoca en aquel un activismo inusitado, entonces sucede lo que está pasando: el gobierno pierde el control de la situación ante la acción de un solo hombre, que no tiene compromisos con nadie, no tiene intereses económicos ni aspiraciones políticas. Habla con sencillez el lenguaje de la verdad, y eso es letal para un sistema político corrupto.

“La palabra” del poeta es un idioma que desconocen los políticos y empresarios en el poder. Y ahora también, los militares. El sencillo pero contundente mensaje de Sicilia da en el blanco y encuentra eco en una sociedad lastimada, hastiada y ofendida.

Existe un amplio sector social que ha sido sensible al mensaje de Sicilia y comienza a convencerse de que es necesario frenar el proceso de militarización que arriesga la institucionalidad, la democracia y la paz. Con ello, se logra un sano equilibrio ante aquellos sectores de la población que, creyendo aún en las bondades del mensaje oficial –fuertemente difundido por los medios electrónicos y comunicadores e intelectuales afines- aún apoyan la intervención militar como solución a la inseguridad y el crimen.

Ante el clamor social y las Recomendaciones sobre el retiro de las fuerzas armadas en tareas de Seguridad Pública, Felipe Calderón se muestra descontrolado, sordo e intolerante, reaccionando más como un gobernante autoritario que como Estadista. En su mensaje del 5 de mayo afirma: “… hay quienes, de buena o mala fe, quisieran ver a nuestras tropas retroceder, a las instituciones bajar la guardia, y darles simple y llanamente el paso a esas gavillas de criminales. Hoy les digo que eso no puede y no va a ocurrir. Porque tenemos la razón, porque tenemos la ley y porque tenemos la fuerza, vamos a ganar” (resaltados nuestros).

Y en su monólogo obsesivo aprovechando todos los foros, esta vez en el Día del Niño, ante un nutrido grupo de infantes les habló no crea usted que de los derechos de la niñez o del mundo del juego y la fantasía infantil, sino del narcotráfico, que su gobierno no cejará en el combate contra las drogas y que seguirá limpiando las calles de “malos” hasta acabar con todos. Que su presidente se ha “fajado” ante los narcos. ¡A las niñas y niños les dijo eso! ¿Quién promueve entonces la Cultura de la Violencia?

Mal hacen gobernadores, alcaldes, legisladores y los líderes de su partido, el PAN, en retroalimentar y aplaudir a Felipe todas sus obsesiones en torno al combate a la inseguridad y a la delincuencia que tanto daño han hecho al país. Y lo que es peor, hay gobernantes que en sus respectivas jurisdicciones dicen y hacen lo mismo que él.

Es imposible hoy que autoridades civiles y castrenses sancionen con todo rigor legal a policías y militares que cometen violaciones graves a los derechos humanos. Hay una impunidad total. No conocemos un solo caso en que se castigue a autoridades por delitos de lesa humanidad (ejecución extrajudicial, desaparición forzada y tortura), que allanan y catean a diario domicilios sin orden judicial, que detienen a personas arbitrariamente, etc., en aras de “ganar” la guerra a la delincuencia organizada.

Algo muy positivo está logrando Javier Sicilia: Está refrescando el lenguaje y la acción Política, que ya le hacía falta al país, y con ello, la respuesta popular. Refrenda la agenda de los sectores progresistas y del campo de los derechos humanos en materia de Seguridad Pública, y con ello mete en un problema a los otros partidos y candidatos para el 2012, sobre todo al puntero, Enrique Peña Nieto, quien ahora tendrá que recomponer sus propuestas y su discurso en torno a la Seguridad.

Es posible que los candidatos del PRI y del PAN sufran para deslindarse de los intereses norteamericanos –que son quienes financian y diseñan las políticas y estrategias de Seguridad y de Justicia en México- y de las maniobras electoreras de Televisa y Cía., porque ahora las cosas ya no van a funcionar igual que antes. La simulación y la demagogia de siempre pueden ser contraproducentes.

De la misma manera, muy difícil va a ser que los priístas y panistas ofrezcan meter en cintura a las fuerzas armadas y prometan el retiro gradual a los cuarteles, a riesgo de provocar la reacción de los Estados Unidos, de los empresarios y del mando militar. En ello va la propia Presidencia. Pero contradictoriamente, el retiro militar va a ser una fuerte demanda social. Ignorar esto también puede costar la Presidencia.

Respecto al comunicado de la Segob del domingo 8 de mayo al término de la marcha por la Paz con Justicia y Dignidad en la Cd. de México, donde afirma que “los efectivos militares, navales y de la Policía Federal no generan violencia”, categóricamente le respondemos que si, sí generan violencia, y mucha, como consta en múltiples casos documentados por violaciones graves a los derechos humanos en los que, a pesar de las denuncias penales y quejas ante la CNDH, que se sepa, no se ha investigado ni castigado a ningún elemento militar y policial, incluidos agentes de las Policías Estatales Preventivas. A las pruebas nos remitimos…



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