miércoles, marzo 18, 2009

Calderón ninguneado

Alvaro delgado

MÉXICO, D.F., 16 de marzo (apro).- Ocurrió en el despacho del secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, en uno de sus más recientes encuentros, caracterizados –todos– por la clandestinidad y que sólo se filtran por un cálculo político.


Un grupo de empresarios se reunió con Gómez Mont para charlar sobre el país, y uno de ellos, Dionisio Garza Medina, presidente y director general del emblemático Grupo Alfa de Monterrey, Nuevo León, después de hacer un reclamo por la exclusión del empresariado en los planes de recuperación económica del gobierno de Felipe Calderón, le hizo un recordatorio al funcionario:

– De no haber sido por nosotros en las elecciones de 2006, usted no estaría hoy sentado ahí."En la mesa se hizo el silencio total. Ninguno de los pares quería dejar la impresión de que Garza Medina hablaba por ellos, y menos que era su vocero", describe Joaquín López-Dóriga, quien reveló la reunión en su columna "En Privado", de Milenio diario, el martes 10."El secretario de Gobernación lo miró, pero evitó el choque. Pudo haberle contestado que sí, como le advirtió, que si López Obrador hubiera ganado la Presidencia en 2006, efectivamente él, Gómez Mont, no estaría sentado en aquella mesa, pero ellos tampoco."Más allá de la justificación que hace López-Dóriga de la falta de gallardía de Gómez Mont por callarse la boca ante el recordatorio, y a la amenaza de venganza que el propio columnista sugiere por haber dejado pasar lo que fue visto como una insolencia – "pero la anotó. ¡Vaya si la anotó!" –, la imagen descrita sólo ratifica el desdén y hasta el desprecio que concita el gobierno que encabeza Calderón.

Garza Medina le recordó a Calderón, a través de Gómez Mont, no sólo a quién debe su imposición en la Presidencia de la República –y su propia condición ilegítima–, sino el enojo general que existe por la manifiesta incompetencia del gobierno, que no concita apoyo ni siquiera de todo su partido.Dentro de México, aun con el respaldo de las dos principales televisoras y el grueso de los medios –comprado por supuesto con presupuesto público–, el gobierno federal no goza de confianza y un signo inequívoco es la devaluación de más de 50% del peso frente al dólar, cuya explicación no es otra que la falta de credibilidad en un grupo de funcionarios tan ineptos como arrogantes.

Por eso los llamados a la unidad que Calderón ha hecho desde que asumió el cargo caen en el vacío. Nadie quiere respaldar un gobierno que lleva al país a ninguna parte.

Pero el menosprecio también se manifiesta en el ámbito internacional, como se acreditó con la feria de insolencias en que se convirtió la visita de Estado del presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, quien exhibió a Calderón en dos vías.

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