jueves, noviembre 18, 2010

Convoca a boicot contra tiendas Coppel



El boicot es un arma que han utilizado los sindicalistas en E.U. y la sociedad civil en otras partes del mundo. Algunos de nosotros seguimos sosteniendo el boicot a las firmas y marcas que sostuvieron la guerra sucia del 2006 y apoyaron al pretendidamente manos limpias de Calderón: no compramos en Walmart, no tomamos productos de Coca Cola ni de Bimbo, ni Sabritas, Jumex, Kimberly Clark y muchos más. Nunca hemos comprado en Coppel ni lo haremos. A veces batallas para encontrar productos sustitutos, quizá no hemos logrado mucho más que comer y vivir más sano y sentirnos satisfechos de no contribuir con estas marcas, pero eso, ya es mucho.
RCP en NL


Convoca a boicot contra tiendas Coppel

Estoy indignada contra Enrique Coppel y su hermano Agustín, responsables de las muertes de Mariana, Carmen, Verónica, Claudia, Perla y Rosa Imelda, que trabajaban en su tienda en Culiacán, Sinaloa. Pero no sólo contra ellos.

Ya sabemos que a los grandes empresarios, (salvo raras excepciones) no les importa que los hombres pobres mueran en las minas, que los niños de familias de escasos recursos fallezcan en las guarderías; no les gusta gastar en medidas de seguridad, no creen que la vida de esos seres humanos valgan la pena.

Ya sabemos que el mal gobierno no mete nunca a un rico a la cárcel, son de la misma clase, comparten bodas y transas, son socios de corruptelas.

Eso ya lo sabemos. Ahora estoy indignada con quienes siguen comprando a esos señores Coppel, para hacer cada vez más ricos a los que dejan encerradas a sus trabajadoras durante toda la noche para que hagan inventario, sin ninguna salida de emergencia –no vaya a ser que se roben algo de su mercancía, dicen–, total sólo se arriesga la vida de un grupo de empleadas de 2 mil 500 pesos mensuales.

Pero a nosotros, a los que acudimos a esos almacenes, ¿tampoco nos importa? ¿No vamos a hacer nada los consumidores?

Propongo un boicot a escala nacional, nadie, absolutamente nadie a quien le duela un poco la terrible y absurda muerte de estas mujeres debe volver a poner un pie en las tiendas Coppel.

En otro países, gobiernos y burguesía se comportan por miedo a una ciudadanía que castiga a los explotadores y asesinos, ya nos toca a nosotras empezar a actuar, ¿o todavía no?

Margarita Isabel.

Correo ilustrado. La Jornada




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