Ambos asuntos son muestras de las políticas privatizadoras del Estado mexicano que sigue las prácticas neoliberales (bajo estilos priístas o panistas, da igual) donde todo es mercancía: el agua, el aire, la tierra, los recursos fósiles, y como tal debe ser sujeto de oferta y demanda; por supuesto el mercado asegura que los económicamente poderosos se lleven la tajada del león. El afán privatizador se esconde tras los términos de progreso, eficiencia, desarrollo; y se extiende a montañas, bosques, barrancas, ríos, etc., esto es, a recursos y reservas naturales de todo tipo, donde quiera que haya algo susceptible de ser adquirido y vendido con ganancia. Los casos en el estado, en el país y en el mundo abundan y no se detendrá este afán depredador ni de motu propio ni por las buenas. El único modo de pararlo es mediante la denuncia, la protesta y la lucha popular, la organización de la población y su participación masiva y comprometida. De tantos, un ejemplo: en el estado de Morelos, habitantes de diversos pueblos han visto agredido su entrono y violados sus derechos sobre aguas y tierras; han padecido el crecimiento de las ciudades que han invadido sus tierras y las han contaminado; pero han resistido y han ido desarrollando una lucha cada vez más organizada. Acuden en número de miles con sus reclamos ante las autoridades; se han opuesto a los proyectos de construcción de desarrollos inmobiliarios o de basureros en sus laderas cerrando los caminos e impidiendo la entrada de maquinaria enfrentándose con los “cuerpos del orden” y cuando el gobernador les ha expresado que el cierre de calles es ilegal porque perjudica a terceros, ellos responden que “hay primeros y segundos que tienen más derechos”.
Mientras tanto, ¿qué pasa en Nuevo León ante casos similares como la defensa del Parque Nacional Cumbres de Monterrey,
Hay apatía generalizada, despolitización y falta de conciencia ciudadana. Vivimos en una sociedad domesticada, en donde aún la población consciente, informada, con claridad sobre los fenómenos, sus causas y consecuencias, no se atreve a participar. Algunos lo hacen de manera mínima, otros -desde sus nichos- se conforman con su propia conciencia, o con una plática de café. Lo cierto es que la indiferencia o el conformismo prevalecen en el acontecer diario. Desgraciadamente la falta de participación deja huecos que se llenan mal (el PAN “encabezando” la lucha por la expropiación del cañón de Ballesteros de cara a las elecciones del 2009 en lugar de una masiva participación ciudadana que no se cuelgue medalla alguna ni cobre factura posterior) y otros huecos que no se llenan de ningún modo y cuyo vacío puede ser traducido como incapacidad o debilidad (en la lucha por la defensa del petróleo es notoria la ausencia de una vigorosa ciudadanía libre y decidida).
Llama la atención que en ambos asuntos sí haya una figura presente, curiosamente (?) en lados que uno asume como contradictorios: el senador Fernando Elizondo aparece proponiendo la expropiación de la tierra en donde se quiere desarrollar el proyecto Valle de Reyes con el fin de conservarlo como reserva. ¡Un panista hablando de expropiación de particulares a favor del Estado! ¿Será porque se trata del Estado de Nuevo León del que quiere ser gobernador? ¿Lo propone hacer con dineros públicos? ¿El precio al que pretenderán expropiar será de acuerdo al valor catastral o al comercial o al que los dueños esperaban realizar con su negocio? ¿Por qué premiar a los depredadores? ¿Les querrán pagar precios equivalentes a los que les ofrecieron a los pobladores de Atenco de $5 el metro cuadrado? ¿Si los dueños no aceptaran, meterán a cuerpos armados para someterlos? Eso por un lado, por otro, el mismo Elizondo se ha hecho presente en la red, mandando y pidiendo difundir un documento “para desmentir las mentiras” (sic) con preguntas y respuestas sobre Pemex, preguntas que a él o al círculo calderonista se les ocurre que sean las que se hagan y respondan. Por supuesto el contenido de dicho documento reafirma la posición del gobierno federal en su iniciativa petrolera la cual goza desde siempre de la abundancia de elogios y apoyos en transmisiones por radio, televisión y medios impresos.
En este escenario adverso la resistencia continúa y el movimiento en defensa del petróleo ha tenido que tocar puertas; y no es en sentido figurado. Literal y puntualmente se ha estado tocando puertas para dar a los habitantes de esta ciudad una visión distinta de la que todos los días y a todas horas reciben a través de los medios. La tarea no es fácil y sería ingenuo esperar resultados a corto plazo: por mucho tiempo a la gente se le enseñó, se le entrenó para que aceptara las decisiones de un Estado paternalista y al mismo tiempo autoritario, por lo que muchos aún no se estrenan como ciudadanos que ejercen sus derechos. Igual se encuentra gente entusiasta que otra de poca fe acerca de lo que se puede lograr ante el hecho de que el gobierno y las empresas finalmente hacen lo que quieren, y la prueba más palpable son Gas Natural y los Bancos. Pero no hay lugar para el desánimo: la aceptación, alienta y la apatía, acicatea. Ciertamente hacen falta más brazos, más voces, más apoyos, pero eso no se puede inventar: hay lo que hay. Los que pudiendo no se animan a participar de manera activa tendrán sus razones. Ojalá pronto se convenzan que la democracia tiene que sembrarse en todas las estaciones y con todas las herramientas. Nunca será demasiado lo que se haga ante la desmovilización, desinformación, despolitización de la población. Mientras tanto, en las brigadas se aprende a realizar una tarea diferente, bastante de a pie, cansada pero enriquecedora. Algo bueno saldrá de este esfuerzo.
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