10 Dic. 08
Para divertir a la multitud, un "showman" poblano hizo que se encueraran, por dinero, un puñado de niños indígenas. Actuó auspiciado por el Presidente Municipal priista de Hueytlalpan. Puebla se une a la celebración, este diciembre 10, del 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Sinopsis
En Hueytlalpan, Puebla, hubo un jaripeo, y con la protección del Presidente Municipal priista, Juan Martín Barrientos, el sonidero y maestro de ceremonias convocó a un concurso a un grupo de niños de entre 6 y 12 años. Por cada prenda que se quitaban recibían 50 pesos. Se encueraron con el alborozo de la multitud. La Diputada local perredista Irma Ramos Galindo denunció lo que había sucedido, y la acusaron de mentirosa y borracha. Con o sin aliento alcohólico, el hecho está confirmado. ¿Por qué sigue violándose la dignidad de nuestros niños?
La burla, esencia mexicana
Los mexicanos juguetean y muestran afecto haciendo mofa de los demás, en especial del más débil. Cuando un grupo de mexicanos llega al mar o a la alberca, su diversión comienza aventándole agua a los ojos a quienes chapotean al lado; así se prepara el ambiente para aventar al agua, por la fuerza, a quienes se descuidan. Una veta en el arte de poner apodos es realzar el defecto físico. En el barrio donde crecí, un muchacho utilizaba pañales de trapos por su incontinencia urinaria, y fue bautizado como "El Mión"; apodo que cargaba, justo es decirlo, con entereza y resignación.
No importa ahora cuándo y cómo empezó la tradición. Ahí sigue, firme, inamovible, enhiesta, porque quienes forjan los valores nacionales del México nuevo, las televisoras, vapulean constantemente la dignidad de quienes buscan el premio material, o los 15 segundos de fama asociados a "salir en la tele". No debe sorprender, por tanto, el alborozo de la multitud poblana que hasta cooperó para el show del sonidero.
El ejemplo de los superiores
Cuando la tempestad de indignación remolinaba por el caso de Lydia Cacho, y el México consciente exigía castigo para Mario Marín, Felipe Calderón se apersonó en el mismo Hueytlalpan. Era el 9 de enero del 2007, alboreaba su zarandeado gobierno, y fue recibido por Mario Marín, con quien intercambió elogios y se tomó la foto y se trataron, dicen las crónicas del momento, con gran deferencia. Calderón prometió lo acostumbrado cuando un-señor-Presidente-visita-pueblo-de-pobres. Y la Federación dejó en paz al poblano para corresponder, se dice, a los favores priistas recibidos.
Meses después, la Suprema Corte tomó la decisión de exonerar total y plenamente a Mario Marín quien, desde entonces, gobierna sin sobresaltos. Satisfecho de sus logros, se acaba de dar el gustazo de aceptar, humilde, que su cara aparezca en un mural al lado del general Ignacio Zaragoza, y si el pintor y artista Felipe Castellanos Centurión le encuentra el modo -y lo encontrará-, la esposa del góber también estará en el mural.
El pecado de la omisión
Debe reconocerse la valentía, y el estómago, de Felipe Calderón y de algunos ministros de la Suprema Corte, quienes defendieron en público y sin ascos a Mario Marín. Igualmente importantes son aquellos que, con su silencio, hacen posible el reino de la impunidad en este mundo. Resulta lógico que el PRI guarde silencio; uno esperaría más de la lúcida Beatriz Paredes y de un partido que se dice moderno.
Un misterio mexicano son los criterios empleados por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos para seleccionar los asuntos que le merecen atención. En algunos momentos, su titular, el doctor José Luis Soberanes, se transforma en Zeus del Ajusco y relampaguea y fulmina a los malos. En otros casos, se transforma en patriarca bonachón que observa, impasible y distante, el clamor de las víctimas indefensas. Por alguna razón, hasta las 13 horas del martes 9 de diciembre -hora de cierre de este texto-, los niños poblanos no se habían merecido ni un triste boletín de la CNDH. Tampoco se conocen protestas de los padres de los infantes ridiculizados.
La rutinización del abuso
Por acción u omisión, el abuso a los niños pobres de Hueytlalpan ya entró en el remolino de la "normalización". El hecho adquirió notoriedad por una Diputada local perredista, Irma Ramos Galindo, quien ya hizo las denuncias formales ante instituciones locales, algunas de las cuales abrevan en la corte de Mario Marín. Dado el escaso peso que tiene la izquierda en aquel estado, y la fuerza del PRI, se ve difícil que prospere alguna acción contra el gobernante municipal de Hueytlalpan (Puebla mantiene a 41 diputados; el PRD tiene dos, el PRI 26 y el PAN ocho). Este lunes 8, la mayoría priista en el Congreso poblano blindó al munícipe de Hueytlalpan.
La Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla ya recibió una queja y ya envió visitador a Hueytlalpan. El caso permitirá saber de qué está hecha la flamante presidenta: Marcia Maritza Bullen Navarro fue elegida presidenta de la comisión, apenas en julio pasado, por el Congreso local. Hay dudas sobre su autonomía frente al PRI. Un indicio: el día en que fue electa, las "diputadas del PRI, Janet González Tostado, y de Convergencia, Carolina O'Farril Tapia, organizaron algunas porras para vitorear[la]". Es impropio descalificarla por el júbilo de quienes votaron a su favor; si Marcia Maritza demuestra que su compromiso está con la dignidad de los niños maltratados le dedicaré, desde este mismo espacio, una porra en prosa.
Este diciembre 10 es el 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Reflexionemos sobre los retos lanzados por el "showman" poblano a los niños pobres de Hueytlalpan: "¿Quieres ganarte 50 pesos más? ¡Quítate el pantalón! ¿Quieres ganarte 50 pesos más? ¡Quítate el calzón!". Toda una filosofía de vida.
Con información de Crónica, La Jornada, El Universal, Reforma, Proceso y Todopuebla.com Correo electrónico: saguayo@colmex.mx
Sinopsis
En Hueytlalpan, Puebla, hubo un jaripeo, y con la protección del Presidente Municipal priista, Juan Martín Barrientos, el sonidero y maestro de ceremonias convocó a un concurso a un grupo de niños de entre 6 y 12 años. Por cada prenda que se quitaban recibían 50 pesos. Se encueraron con el alborozo de la multitud. La Diputada local perredista Irma Ramos Galindo denunció lo que había sucedido, y la acusaron de mentirosa y borracha. Con o sin aliento alcohólico, el hecho está confirmado. ¿Por qué sigue violándose la dignidad de nuestros niños?
La burla, esencia mexicana
Los mexicanos juguetean y muestran afecto haciendo mofa de los demás, en especial del más débil. Cuando un grupo de mexicanos llega al mar o a la alberca, su diversión comienza aventándole agua a los ojos a quienes chapotean al lado; así se prepara el ambiente para aventar al agua, por la fuerza, a quienes se descuidan. Una veta en el arte de poner apodos es realzar el defecto físico. En el barrio donde crecí, un muchacho utilizaba pañales de trapos por su incontinencia urinaria, y fue bautizado como "El Mión"; apodo que cargaba, justo es decirlo, con entereza y resignación.
No importa ahora cuándo y cómo empezó la tradición. Ahí sigue, firme, inamovible, enhiesta, porque quienes forjan los valores nacionales del México nuevo, las televisoras, vapulean constantemente la dignidad de quienes buscan el premio material, o los 15 segundos de fama asociados a "salir en la tele". No debe sorprender, por tanto, el alborozo de la multitud poblana que hasta cooperó para el show del sonidero.
El ejemplo de los superiores
Cuando la tempestad de indignación remolinaba por el caso de Lydia Cacho, y el México consciente exigía castigo para Mario Marín, Felipe Calderón se apersonó en el mismo Hueytlalpan. Era el 9 de enero del 2007, alboreaba su zarandeado gobierno, y fue recibido por Mario Marín, con quien intercambió elogios y se tomó la foto y se trataron, dicen las crónicas del momento, con gran deferencia. Calderón prometió lo acostumbrado cuando un-señor-Presidente-visita-pueblo-de-pobres. Y la Federación dejó en paz al poblano para corresponder, se dice, a los favores priistas recibidos.
Meses después, la Suprema Corte tomó la decisión de exonerar total y plenamente a Mario Marín quien, desde entonces, gobierna sin sobresaltos. Satisfecho de sus logros, se acaba de dar el gustazo de aceptar, humilde, que su cara aparezca en un mural al lado del general Ignacio Zaragoza, y si el pintor y artista Felipe Castellanos Centurión le encuentra el modo -y lo encontrará-, la esposa del góber también estará en el mural.
El pecado de la omisión
Debe reconocerse la valentía, y el estómago, de Felipe Calderón y de algunos ministros de la Suprema Corte, quienes defendieron en público y sin ascos a Mario Marín. Igualmente importantes son aquellos que, con su silencio, hacen posible el reino de la impunidad en este mundo. Resulta lógico que el PRI guarde silencio; uno esperaría más de la lúcida Beatriz Paredes y de un partido que se dice moderno.
Un misterio mexicano son los criterios empleados por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos para seleccionar los asuntos que le merecen atención. En algunos momentos, su titular, el doctor José Luis Soberanes, se transforma en Zeus del Ajusco y relampaguea y fulmina a los malos. En otros casos, se transforma en patriarca bonachón que observa, impasible y distante, el clamor de las víctimas indefensas. Por alguna razón, hasta las 13 horas del martes 9 de diciembre -hora de cierre de este texto-, los niños poblanos no se habían merecido ni un triste boletín de la CNDH. Tampoco se conocen protestas de los padres de los infantes ridiculizados.
La rutinización del abuso
Por acción u omisión, el abuso a los niños pobres de Hueytlalpan ya entró en el remolino de la "normalización". El hecho adquirió notoriedad por una Diputada local perredista, Irma Ramos Galindo, quien ya hizo las denuncias formales ante instituciones locales, algunas de las cuales abrevan en la corte de Mario Marín. Dado el escaso peso que tiene la izquierda en aquel estado, y la fuerza del PRI, se ve difícil que prospere alguna acción contra el gobernante municipal de Hueytlalpan (Puebla mantiene a 41 diputados; el PRD tiene dos, el PRI 26 y el PAN ocho). Este lunes 8, la mayoría priista en el Congreso poblano blindó al munícipe de Hueytlalpan.
La Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla ya recibió una queja y ya envió visitador a Hueytlalpan. El caso permitirá saber de qué está hecha la flamante presidenta: Marcia Maritza Bullen Navarro fue elegida presidenta de la comisión, apenas en julio pasado, por el Congreso local. Hay dudas sobre su autonomía frente al PRI. Un indicio: el día en que fue electa, las "diputadas del PRI, Janet González Tostado, y de Convergencia, Carolina O'Farril Tapia, organizaron algunas porras para vitorear[la]". Es impropio descalificarla por el júbilo de quienes votaron a su favor; si Marcia Maritza demuestra que su compromiso está con la dignidad de los niños maltratados le dedicaré, desde este mismo espacio, una porra en prosa.
Este diciembre 10 es el 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Reflexionemos sobre los retos lanzados por el "showman" poblano a los niños pobres de Hueytlalpan: "¿Quieres ganarte 50 pesos más? ¡Quítate el pantalón! ¿Quieres ganarte 50 pesos más? ¡Quítate el calzón!". Toda una filosofía de vida.
Con información de Crónica, La Jornada, El Universal, Reforma, Proceso y Todopuebla.com Correo electrónico: saguayo@colmex.mx
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