miércoles, julio 27, 2011

Ciudadanos” frente a la reforma política



Ciudadanos” frente a la reforma política


Daniel Salazar M.


Monterrey.- Con singular urgencia, grupos de activistas –-“no gubernamentales”-- se han empeñado en apurar la aprobación de una nueva reforma política que permita al país resurgir de sus atrasos. Una “mascarilla de oxígeno” se dice, que contemple entre otras, las candidaturas independientes y la reelección legislativa, de presidentes municipales, etcétera.

Cuantas ilusiones juntas. Lo cierto es que estos y otros ofrecimientos, los han venido haciendo tanto el gobierno federal como los propios partidos políticos con registro, por lo que estas y otras promesas se encuentran en circulación desde hace años, desde que se implantó la usurpación como nueva forma de gobierno.

Del gobierno y sus partidos puede entenderse tal espectáculo, pero el hecho de que la “izquierda ciudadana” se pierda en estas distracciones es de llamar la atención. La era del neoliberalismo que abrió en México un largo proceso contrarrevolucionario para abatir conquistas, se acompaña también de “reformas menores” que lejos de ser un respiro para la población, representan una amenaza real y constante. Como ejemplos claros de esto, padecemos los cambios a la Constitución para afectar el ejido, la educación pública y la salud; la privatización de los dominios de la nación; la llamada ley del ISSSTE, la Ley Televisa, la Ley indígena, la “reforma petrolera y energética” con su golpe al SME, etc., en fin, una serie de medidas capitalistas que trajeron retrocesos para la vida política, social y laboral de los mexicanos.

En estas circunstancias concretas --más de resistencia nuestra que de iniciativa-- no podemos llegar a imaginar siquiera, por no decir desatinar, que estemos en posibilidades de sacar adelante –en tanto se gobierna con mano derecha de hierro- una “Reforma Política Ciudadana” de alcances democráticos.

Habiendo examinado a los legisladores y valorado su desempeño durante los últimos años preguntaría con respeto a estos “ciudadanos”: ¿Cuántos legisladores creen ustedes son los aliados de hoy como para poder sacar adelante la pretendida reforma? ¿O es que acaso creen que fuera del parlamento existe en el país un poderoso movimiento de masas lo suficientemente fuerte como para imponer a los legisladores un proyecto “ciudadano” de reforma política distinto al de la derecha? Las respuestas a esto son más que evidentes, a menos de que se esté contemplando la posibilidad de que el PAN y el PRI mayoritarios converjan con los puntos de vista “ciudadanos”.

No sólo está abierto en México --como ya lo señalé-- un largo período contrarrevolucionario y/o de contrarreformas, sino que en el mismo paquete de la “reforma política” que se impulsa, se encuentran también la llamada “reforma laboral” y la de “seguridad” con las que se cerraría el sexenio de la reacción calderonista, poniendo una bota militar en el cuello de los trabajadores asalariados.

Por esto es que no puede entenderse cómo es que estos “ciudadanos” no distingan que estas iniciativas son en realidad verdaderas contrarreformas enemigas de los propios ciudadanos. ¿Acaso creen que en el permitir la reelección inmediata de diputados y senadores --exigidos desde hace años por Washington para contar con un cuerpo legislativo permanente y confiable— se encuentre el interés de nuestro pueblo mexicano cuando ni siquiera soporta a estos funcionarios por un solo período?

¿Qué tendrían de progresistas las candidaturas independientes en un régimen electoral como el nuestro donde predomina el dinero, el fraude y la impunidad de los medios? ¿Acaso esta medida propiciaría la llegada de “sorprendentes” candidaturas obreras, campesinas o “ciudadanas” con grandes posibilidades de éxito?

Hay que decirlo claramente: no son los ciudadanos sino grupos de empresarios los que ven en las candidaturas independientes una salida ante la crisis de los partidos, convertidos en instrumentos con los que se mantiene el poder del Estado y eso que llaman “democracia”. ¿Acaso no se ha escuchado lo que ya Luis Javier Garrido nos resuena en su editorial sobre el asunto del “ciudadano” Jorge G. Castañeda que intentó ser en 2006 candidato independiente a la Presidencia de la República con el financiamiento millonario del magnate estadunidense George Soros?

Estamos en presencias, pues, de una contrarreforma política del PAN, PRI y otros partidos, que es apoyada ahora por el movimiento de Sicilia y por “ciudadanos” que, lejos de abrir vías para la real participación, la restringen fortaleciendo el régimen oligárquico, con pleno conocimiento o no de ello. Ya ni que decir del otro obstáculo que han perdido de vista estos “ciudadanos” y que tiene que ver con los tiempos políticos necesarios y mecanismos legales para la modificación de leyes y reglamentos que lleven a cabo esta reforma y la implementen.

Para qué entonces seguir confundiendo. Es necesario mejor, abrir antes una discusión de cara al pueblo sobre la reforma política y otras tantas que requiera el país, con nuestras propias fuerzas –efectivamente- y toda vez que las reformas reinantes no pudieron abrir el tan canturreado camino de la “transición democrática” y sí uno hacia nuevas formas de autoritarismo.
Frente a su desilusión por los partidos políticos, es comprensible que estos “ciudadanos” que hoy plantean la reforma política y que ayer llamaron al abstencionismo, anulación del voto y/o al voto en blanco, hoy refrenden su desilusión con otro error aún más grave, que es el de creer que, por una vía electorera llena de reformas, se pueda derrotar la política de derecha, a los partidos institucionalizados y a la oligarquía imperantes. En resumen, un cambio de país con visión electorera.

Un verdadero movimiento ciudadano, independiente y progresista, debe pugnar por una reforma política democrática que provenga de abajo, con la discusión del pueblo y sus sectores de masas, desde los sindicatos, barrios y comunidades; con obreros y campesinos. Que la impulse más allá de los establos parlamentarios en que se encuentra hasta dar el salto hacia nuevas estructuras de representación popular.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo. Me parece inentendiblemente apresurada la exigencia ¡ya! de la Reforma política cuando hay otros temas de mucho mayor urgencia. Sobre los riesgos de aprobar en los términos en que viene la Reforma ya habían escrito John Ackerman y Luis Garrido en La Jornada, y ayer también lo hace Laura Itzell, que dice:

"Existen diversos mecanismos de la democracia participativa que pueden fortalecer y transparentar al sistema político. El plebiscito, el referéndum, el presupuesto participativo y la revocación de mandato son algunos de esos mecanismos. Todos ellos están ausentes de la reforma política que se discute hoy. Se argumenta que las candidaturas ciudadanas permitirían que cualquier ciudadano pueda ejercer su derecho a ser votado, sin tener que pasar por el monopolio de los partidos. Suena bien. Pero existen varios problemas en relación a estas candidaturas que no pueden ser ignorados, como la fiscalización de gastos de campaña y la representación en organismos electorales. Además, aprobar las candidaturas independientes sin una reforma profunda a la Ley de Medios, por ejemplo, permitiría que únicamente aquellos ciudadanos con cuantiosos recursos económicos y vínculos de alto nivel pudieran aspirar a ser candidatos con posibilidades de triunfo....

http://www.elgrafico.mx/columnas/90875.html

Igual podríamos cuestionar que sea un "mandato ciudadano" la exigencia de la Reforma cuando no ha sido resultado de mesas de trabajo o discusión, foros nacionales, etc. ¿Cuándo una demanda pasa a ser "demanda ciudadana"? cuando la enarbolan ¿cuántos ciudadanos o grupos y u organizaciones?