Gasolina al alza

Periódico El Norte.
Luis Eduardo Villarreal Ríos.

28 Sep. 07.

Tal vez el Presidente Calderón se sienta satisfecho del anuncio que en cadena nacional dirigió a todas y todos los mexicanos el miércoles: "El alza de precio a las gasolinas no entrará en vigor sino hasta 2008".

Después de puntualizar que su Gobierno no está de acuerdo con dichos aumentos, exhortó a todos los actores sociales a tomar medidas de respaldo y a no utilizar esta coyuntura para servir a sus propios intereses.

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Pero, ¿qué encierra el incremento al precio de las gasolinas, aunque éste haya sido diferido hasta el año entrante? Fundamentalmente, una contradicción en el modelo de desarrollo: mayor inequidad social y devastación ambiental.

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México necesita crecer. Tal crecimiento se basa en un diferencial progresivo entre los aumentos de precios y salarios, lo cual genera empobrecimiento en términos reales, amén de un agotamiento en los ecosistemas.

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Conste que en el daño ecológico que citaré aquí, se incluye la catástrofe natural que implica el modo de operación de la compañía extractora de petróleo, la cual siempre altera los entornos donde se instala.

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Hace algún tiempo que el equilibrio entre crecimiento y conservación del ambiente se rompió a favor del crecimiento. El consumo ya supera en un 25 por ciento la capacidad de regeneración del planeta.

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Sabemos también que por querer expandir el modelo de bienestar de los países desarrollados, la capacidad autorreguladora de la Tierra está fallando. De aquí el calentamiento global y los cambios climáticos en los que estamos inmersos.

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El planeta, a pesar de los escépticos, aumenta su temperatura para encontrar un nuevo equilibrio. Comienza -y ya lo vemos- la subida del nivel de los océanos, afectando a más de la mitad de la humanidad que vive en sus costas.

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En medio de esta ansiedad surge la propuesta del etanol, el cual es un alcohol compuesto de carbono, hidrógeno y oxígeno que resulta de la fermentación de azúcar o de almidón convertido en azúcar, extraídos ambos de la biomasa.

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Aún con lo que significa producir combustibles no del petróleo, sino de la agricultura, el horizonte no es nada promisorio para el medio rural de México, donde el maíz constituye el principal medio de subsistencia.

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Estamos hablando de autosuficiencia alimenticia, rubro en el cual somos deficitarios, y de la prioridad que tiene la producción agrícola para consumo humano sobre la generación de combustible.

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Desde otra óptica, más que un problema de estricto orden técnico, el alza al precio de las gasolinas podría asumirse como un asunto de justicia social, evitando la medida y cubriendo los apremios financieros de modo distinto.

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¿Cómo? Reduciendo los privilegios económicos de la alta burocracia. ¿Qué pasaría si los magistrados, diputados, senadores, funcionarios de alto nivel, ex presidentes comprimieran sus salarios y sus múltiples prestaciones?

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La respuesta es obvia: además de no poner en peligro su patrimonio, ayudarían significativamente a evitar el alza en la partida energética, coadyuvando a detener el posterior torrente inflacionario.

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Pero de esto y de la cuestión ambiental el Presidente nada dijo el miércoles. Se cree en Los Pinos que con referencias filosóficas, como las de días pasados, y postergando la crisis unos meses se hace justicia a los que menos tienen.

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Entre tanto, el alza especulativa en los productos básicos es ya un hecho, a lo que habrá que sumar la tradicional cuesta de enero. Una vez más: serán los excluidos de siempre quienes asuman el costo social del ajuste.