No hay que aceptar nuestra ignorancia en materia de petróleo. Mucho menos cuando todo está en Internet, sabiéndolo buscar. Nos han querido hacer creer que el asunto del petróleo es un saber críptico inaccesible para el común de los mortales. La verdad es que no tiene tanta ciencia. No se necesita ser ingeniero petrolero ni descifrar la estructura química del chapopote para discernir cuál es la situación geopolítica, económica y de mercado de nuestro petróleo y cuál la lealtad de las empresas mexicanas que en cuanto tienen éxito lo primero que hacen sus dueños es venderlas al extranjero (los bancos, el tequila, la miel de abeja para hot cakes, los hoteles.)
Basta interrogar la red para enterarse de que por lo menos siete de las grandes compañías de petróleos en el mundo son de propiedad abrumadoramente estatal, como Pemex: la Saudi Aramco, de Arabia Saudita; la Gazprom, de Rusia; la CNPC, de China; la NIOC, de Irán; la PDVSA, de Venezuela; la Petrobras, de Brasil, y la Petronas, de Malasia, que controlan casi un tercio de la producción mundial de gas y petróleo y más de un tercio de las reservas de ambos hidrocarburos. ¿Por qué será que no se han privatizado?
Otros temas que tienen que ver con la privatización son el de Félix Fulgencio Palavicini, el fundador de El Universal, que trabajaba como espía para la compañía petrolera inglesa El Águila durante el Congreso Constituyente de Querétero en 1917 y que logró sabotear una primera versión del artículo 27 (hay un estudio del historiador Eduardo Clavé).
También el caso del italiano Enrico Mattei, director del ENI (el Pemex italiano), que en los años 50 se opuso a los dictados de las siete hermanas anglosajonas (entre ellas Chevron-Texaco, British Petroleum, Exxon-Mobil y Shell), al que en 1962 mandaron matar. Inexplicablemente el avión de Mattei se estrelló antes de aterrizar en el aeropuerto Linate de Milán.
Federico Campbell
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