Publicado el 17 de Septiembre de 2008
Por Amy Goodman
La crisis financiera en la que se encuentra sumido Estados Unidos
produjo que algunos de los bancos y compañías aseguradoras más
importantes suplicaran al gobierno que realice un enorme desembolso
de dinero para sacarlos de la crisis. Las industrias banquera,
financiera, de inversiones y aseguradora, durante mucho tiempo
acérrimos enemigos de los impuestos, ahora necesitan dinero de los
contribuyentes de la clase trabajadora para mantenerse a flote. Los
contribuyentes deberían estar al mando, entonces. En lugar de ello,
los ricos, los reguladores y aquellos a los que los reguladores no
han sido capaces de regular toman decisiones a puertas cerradas,
decisiones que pesarán sobre la población durante décadas.
El martes, la Reserva Federal y el Departamento del Tesoro de Estados
Unidos acordaron una costosa operación de rescate financiero de
85.000 millones de dólares para salvar a la gigante de los seguros
AIG. Este acontecimiento ocurre justo después de la repentina
bancarrota de Lehman Brothers, el banco de inversión de 158 años de
antigüedad; la angustiosa venta de Merrill Lynch a Bank of America;
el rescate financiero de Fannie Mae y Freddie Mac; la quiebra del
banco minorista IndyMac; y la compra de Bear Stearns por parte de
JPMorgan Chase, que cuenta con garantía del gobierno federal. Con
103.000 empleados y más de 1 billón de dólares de activo, AIG fue
considerada "demasiado grande para dejarla quebrar". Según los
reguladores, una quiebra sin control podría provocar una
inestabilidad financiera global. Los contribuyentes estadounidenses
ahora son dueños de casi el 80% de AIG, así que, en teoría, la venta
controlada de AIG permitirá a esos contribuyentes recuperar su dinero.
No es tan sencillo.
La crisis financiera posiblemente se profundizará. Más bancos e
instituciones financieras podrían quebrar. Millones de personas
compraron sus viviendas con las turbias hipotecas de alto riesgo y ya
han perdido sus casas o las perderán pronto. Las financieras
incluyeron estas hipotecas en complejos "bonos hipotecarios" y otros
planes de inversión derivados. Los inversores se lanzaron a comprar
salvajemente estos derivados con más y más dinero prestado.
Nomi Prins ha estado al frente del grupo de analistas europeos de
Bear Stearns, y también trabajó para Lehman Brothers. "AIG no operaba
solamente como una empresa de seguros," me dijo. "Funcionaba como un
banco de inversiones especulativas, de inversiones de alto riesgo,
igual que Bear Stearns, igual que Lehman Brothers, así como también
funcionará Bank of America/Merrill Lynch. Así que tenemos una
situación en la que el gobierno de Estados Unidos asume el riesgo de
unos instrumentos financieros que apenas comienza a entender."
Nomi continuó: "Se trata de tomar deuda en exceso, de abusar del
apalancamiento y pedir dinero prestado para ir por más riesgo y
volver a pedir más dinero, una y otra vez, de 25 a 30 veces el monto
de capital propio. ... Tenían que necesariamente darle respaldo a los
préstamos que estaban tomando ... No había transparencia para la
Reserva Federal, para la Comisión de Valores, para el Departamento
del Tesoro o para cualquiera que se hubiera tomado la molestia de
analizar la catástrofe que se estaba gestando, de modo que cuando
alguna de las piezas cayera, ya fueran las hipotecas de alto riesgo o
los créditos con garantías combinadas, todo estaría bajo una montaña
gigantesca de préstamos entrelazados de manera incestuosa, y eso es
lo que está derrumbando a todo el sistema bancario."
Como estos especuladores de alto vuelo están perdiendo todo el dinero
de sus bancos, le toca al contribuyente acudir en su rescate. Michael
Hudson, profesor de economía de la Universidad de Missouri, Kansas
City y asesor en temas económicos del representante Dennis Kucinich,
opina que un uso más sensato del dinero sería "salvar a estos 4
millones de propietarios del incumplimiento del pago de sus hipotecas
y de ser expulsados de sus hogares. A como están las cosas ahora, los
van a expulsar de las casas. Esas casas van a quedar vacías. Las
ciudades van a perder impuestos a la propiedad y van a verse
obligadas a recortar los gastos locales y reducir la infraestructura
local. Se está sacrificando la economía en pos de pagarle a los
especuladores.
Nota: Ayer vimos cómo se atoró el acuerdo en el Congreso y cómo hay protestas de los ciudadanos que no están dispuestos a que la crisis recaiga sobre sus hombros y no sobre los de quienes son los responsables. No, si FOBAPROAS no tan fácil como en México, con el concurso del PRIAN y los dueños del país, o de sus voluntades.
1 comentario:
Esa es la verdad, los que tratan por todos los medios de evadir los impuestos ahora quieren recurrir a esos fondos para paliar una situacion que ellos mismos crearon con su afan desmedido por ganar mas dinero, y los que pagaremos somos los mismos de siempre.
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