martes, enero 13, 2009

Judíos y gentiles

Jaime Richart
Todos somos de un territorio y tenemos un pasaporte por haber nacido en él o por haber nacido de madre nacida en él; es decir te­nemos una nacionalidad por ius soli o por ius sanguinis: las demás formas de adquirirla son adoptivas. Así, somos alemanes, fran­ceses, italianos, mexicanos o belgas. Los judíos no. Los judíos pue­den ser alemanes o franceses o maoríes, pero por encima de todo son ju­díos. Ese título trasciende cualquier otro atributo. Y todo por­que pertenecen al "pueblo elegido". Los demás somos gentiles.

¿Pueblo "elegido"? Y esto, ¿por qué?, ¿por quién?, ¿para qué? ¿Se tiene en pie ya esta patraña?¿No quedamos en que Dios es una fantasía, que pu­eda haber elegido a una raza, etnia o pueblo al­guien que no existe? De todos modos, si hay quien lo cree, ade­lante. Pero los demás que no creemos ni en la historia sa­grada ni en mensa­jes del cielo, tampoco hemos de amparar seme­jante impos­tura, como no secundamos la de cristia­nos, islamistas o testigos de je­hová.

En estos tiempos el mundo entero juicoso y tocado de dignidad natural -me refiero al común no al ins­titucional- soporta mal o re­chaza toda clase de privilegios y distin­ciones. El otro, el académico, el asociado al poder es el que crea mitos o los po­tencia, pero siem­pre a título personal; las distin­ciones colectivas, porque el sistema está contra todo lo que huela a socialización o colecti­vismo, las re­pudia o las hace a regañadientes. Pues bien, en estas condi­ciones, los quebraderos de cabeza que da un pueblo supues­ta­mente "ele­gido" por alguien que no existe, es el mayor de los ab­sur­dos si no fuera porque siempre está en medio de la tragedia que o soporta o in­flinge. Yo creo que en Israel hay de todo menos judíos: los verda­deros judíos siguen repartidos por el globo. En Israel sólo hay sica­rios del imperio y aliados, comandados a distancia por el lobby, la mafia o la secta judía yanqui, y por judíos que se han salido de ma­dre en aquel Estado hecho con jirones usurpados al palestino.

De todos modos allí están desde 1948. Mientras, los gitanos (por hablar de una etnia también muy maltratada por la historia) no sólo no tienen un territorio en exclusiva, es que no tienen siquiera donde caerse muertos. ¿Habrá mayor agravio comparativo e injusticia que la civili­zación occidental trate de tan des­igual modo a unos y a otros? ¿No sufrieron ambas etnias o razas o como quiera llamarse a gentes de la misma específica cultura, el mismo castigo, el mismo Holocausto en definitiva aunque de lo único que se habla es de uno solo?

¿No es hora ya de ir abandonando todo prejuicio y toda reverencia en torno al "hecho judío", máxime cuando quienes lo escenifican ahora matan salva­jemente en Gaza a población civil pese a tener en sus armas la precisión que desean?

El establishment de Occidente, que pasa todo por el cedazo cientí­fico sin hacer concesiones, debi­era barrer de un escobazo tantas consideraciones hacia un grupo humano que por unas u otras razo­nes está empeñado en ser el ver­dadero y único protagonista de la Historia. Callar o permitir que ahora sean ellos los perseguidores implacables con medios absolutamente desproporcionados respecto a las armas que les atacan, es una absoluta aberra­ción. Hay que desmiti­ficar cuanto antes el pasado bíblico de hebreos, de israelitas y de sionis­tas, frente a los gen­tiles, y ha de atenerse Occidente sin dilación sólo al presente trágico que generan. Y ello sin que los que así opinamos, tengamos que ser por ello calificados de nazis o de antise­mitas
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