domingo, agosto 19, 2007

Refundacion de la Republica

Ricardo Andrade Jardí, Por Esto, 19 agosto 2007


El proceso electoral, culminó con el mega fraude del 2 de julio del 2006, y la derecha se dio a conocer por el uso de una fuerza virulenta y desmedida en su propósito por desacreditar a sus adversarios y de paso sembrar el odio entre los mexicanos, con el único afán de gestar las condiciones de violencia que justifiquen, para los usureros y especuladores empresariales, la militarización del país y la represión contra un pueblo agredido hasta los limites de su resiliencia.

Algunos, los que viven el confort de su silencio y sus complicidades, afirman que no hay pruebas del fraude pese a existir innumerables "inconsistencias", virtud de la lingüística neoliberal.

Inconsistencias que son la presunción del fraude en cualquier modelo de la democracia occidental.
Acostumbrados a una demagogia que es la envidia de la creación dramática del teatro del absurdo nos hemos convertido en una ciudadanía enajenada y manipulada por la peor telebasura del planeta.

Desde la caja idiota se rebuznan las líneas de pensamiento unificado bajo el que millones de ciudadanos depositan su confianza y se abandonan a los excesos y placeres virtuales de una realidad inalcanzable pero siempre añorada.
Esa fue la apuesta de la padilla oligárquica, que se reparte los recursos del país, mientras nos ofrecen las escasas sobras de sus saqueos: plantar el odio y el miedo que ayude a fomentar políticas de opresión y represión, frente a lo que ya se anunciaba con el enorme movimiento ciudadano que se aglutinó alrededor de la figura, polémica, de AMLO, la derecha mexicana se sintió amenazada.

AMLO despertó la esperanza de una nueva conciencia ciudadana que por última vez se permitió creer que el camino de la "Democracia Corporation S.A." y sus controladas reglas, podía fincar las condiciones que nos permitieran caminar nuevamente hacia el espíritu republicano que los tecnócratas del salinismo se encargaron de abandonar, dando paso a una nueva era de administradores mediocres al servicio de los peores intereses del neocolonialismo.

Las cosas se salieron del control oligárquico. Su soberbia y su ceguera no prestó atención a las nuevas necesidades de la sociedad y las instituciones, antes republicanas, fueron cooptadas por los tecnócratas, para beneficio propio, al tiempo que se despertaba una conciencia ciudadana que encontró, en algunos casos, eco en la figura de AMLO y en otros en movimientos sociales alternativos como La Otra Campaña, a pesar de Marcos.

Una oculta pero constante guerra represiva de baja y mediana intensidad pretendió agredir a diversos movimientos sociales y ciudadanos que ante la agresión han aprendido a fortalecerse y a buscar alianzas con otras micropolíticas de resistencia, que han dado origen en nuestra historia moderna al movimiento ciudadano más grande de nuestra contemporaneidad.

Todo lo han intentado, los medios de la telecracia y los intelectuales a modo, para desacreditar, o de plano por ignorar, este fenómeno social. Pero el hecho es que, mientras en el usurpador estado fecalista se desmorona entre la materia fecal de las "instituciones de la democracia" corrompidas por el cinismo, la ignorancia y la impunidad, el movimiento ciudadano ha sabido organizarse hábilmente logrando una amplia red de contrainformación que ha logrado llegar a grandes sectores de la población, sumando voluntades hacia la refundación de una nueva República.

Al parecer, y contra los pronósticos anunciados por la telecracia, la cúpula perredista ha entendido que la única fuerza real de ese partido emana de una voluntad ciudadana que no encuentra una representatividad con ese desideologizado organismo político, sino en algunos de sus integrantes y particularmente en AMLO; de ahí que en su Congreso Nacional se votara a favor de la única posición que millones de ciudadanos estamos dispuestos a reconocer: Fecal es un usurpador y por lo tanto un "presidente" ilegitimo. Y partiendo de esa base, no queda más que la necesaria tarea de refundarnos como Nación para impulsar una nueva realidad que expulse de nuestros imaginarios la cobija que sostiene al desgobierno de facto. Para expulsar, pues, la impunidad de nuestras cotidianidades y trabajar por un México con justicia y libertad.

Es la última oportunidad de impulsar la lucha pacifica por un México republicano, justo, libre, digno y democrático, lejos, muy lejos, del México de la usurpación fecasalinista.

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