martes, mayo 27, 2008

Fernando Larrazabal

PLAZA PÚBLICA
El Norte.
Miguel Ángel Granados Chapa
27 May. 08

Además de infringir las nuevas disposiciones electorales con propaganda personal, el Diputado local por Nuevo León lleva a cuestas el fracaso de la megabiblioteca, cuya construcción estuvo llena de irregularidades

El nombre del ingeniero Fernando Larrazabal Bretón ha vuelto a sonar más allá de Nuevo León. El Instituto Federal Electoral inició la semana pasada el procedimiento para sancionar a representantes y funcionarios que infringen la norma incorporada al artículo 134 de la Constitución, que prohíbe hacer propaganda personalizada con recursos públicos. Larrazabal, diputado local por el décimo distrito, mantiene un espectacular en el municipio de Escobedo que cae en la hipótesis de ese nuevo texto constitucional. Es obvia su intención de hacer presentes sus aspiraciones a la Gubernatura del Estado, que se renueva el año próximo, previa consecución de la candidatura panista.

Hace exactamente dos años, en circunstancias por entero diferentes, el nombre de Larrazabal Bretón sonaba como uno de los autores de un glamoroso éxito de la administración foxista. El 16 de mayo de 2006 era inaugurada la Biblioteca José Vasconcelos, un magno proyecto en que el Ejecutivo había mostrado especialísimo interés, desde que lo esbozó como la edificación de una biblioteca nacional, ignorante de que ya había una en funciones desde el Siglo XIX, colocada bajo la responsabilidad de la Universidad Nacional desde 1929 y alojada en un grandioso edificio del Centro Cultural Universitario.

Larrazabal Bretón era hasta marzo director general del Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas (CAPFCE), responsable de la contratación de más de 40 empresas que realizaron la colosal obra, ubicada a la vera de la estación ferroviaria de Buenavista, en la Ciudad de México. El 14 de abril del año anterior, Larrazabal había alardeado de que la obra, lloviera, tronara o relampagueara, estaría lista en marzo de 2006. Cuando fue inaugurada en mayo, con retraso de dos meses, no estaba lista para funcionar, a pesar de lo cual abrió sus puertas el 1o. de junio. Se trataba de que Fox la inaugurara antes de las elecciones, para mostrar a los votantes su interés por la infraestructura cultural y por la cultura en general.

Pronto el servicio de la biblioteca fue restringido, cuando aparecieron multitud de defectos en la construcción y el equipamiento. Toda vez que la realización de obras que aliviaran esos problemas reñía con el servicio y ponía en riesgo a usuarios y trabajadores, la biblioteca cerró sus puertas el 18 de marzo del año pasado, y desde entonces permanece fuera de servicio. Ignacio Padilla, el escritor que fuera designado para dirigirla en la actual administración, prefirió renunciar a su cargo cuando se percató de las dimensiones del desastre que significó ese fallido proyecto faraónico.

Como director del CAPFCE, Larrazabal Bretón apareció como responsable de las deficiencias e irregularidades que caracterizaron la obra, cuyo elevado costo final ha obligado a indagaciones de la Auditoría Superior de la Federación y a la presentación de una denuncia promovida ante el Ministerio Público federal por un grupo de legisladores. De una apreciación inicial de 900 millones de pesos, se pasó después a un cálculo de mil 300 millones, que fue superado en más del 50 por ciento, hasta sumar más de dos mil millones de pesos. Para realizar la obra y proveerla de servicios, el CAPFCE firmó contratos con 40 empresas, un buen número de las cuales incumplieron las tareas que les fueron asignadas y por las cuales obtuvieron el pago debido. La obra se realizó, en el mejor de los casos, en medio de un gran desorden, limítrofe con el caos. Lo evidencia el hecho de que de 19 contratos revisados por la Auditoría Superior de la Federación 12 fueron suscritos con posterioridad a la inauguración de la biblioteca. También lo muestra la circunstancia de que las instalaciones no fueron nunca entregadas formalmente por el CAPFCE a Conaculta. Fue tal la irresponsabilidad con que se realizó ese proyecto, que se pasó por alto la proximidad del manto freático a la superficie. En vez de los 20 metros que suele haber entre ambos puntos para evitar la filtración de la humedad, en el sitio escogido para la edificación la distancia es de sólo cinco metros, lo que obligó a obras que paliaran esa inmediatez aunque no evitaron sus efectos perniciosos por completo. El proyecto de Alberto Kalach fue empobrecido en la construcción pues su idea de un "arca rodeada de jardines" se quedó en el modesto esbozo de un área jardinada para mantener, la cual no se estableció presupuesto alguno.

El gran fracaso de la megabiblioteca, con su cauda de implicaciones de fraude, no supuso freno alguno a la carrera de Larrazabal, que no ha sido imputado formalmente por los manejos de esta obra. Al contrario, su previsión de dar tareas en el CAPFCE a miembros del Consejo Estatal del PAN en Nuevo León -como lo denunció la propia presidenta del comité correspondiente, Rebeca Clouthier- le permitió volver a su tierra y hacerse candidato a diputado y, luego de elegido, presidente del Congreso. En su afán de ser candidato a Gobernador, desde esa posición ha infringido la norma por la cual es uno de los 21 representantes y funcionarios que serán sujetos a un procedimiento sancionatorio por el IFE.

Nacido el 11 de agosto de 1962, ingeniero civil por el Tec de Monterrey, Larrazabal Bretón fue Alcalde de San Nicolás de los Garza a los 46 años de edad. Al cabo de su gestión Fox lo nombró, por razones que sólo ambos conocen, director del CAPFCE. Quizá son las mismas razones por las que no se le fincaron responsabilidades.

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