viernes, diciembre 26, 2008

El año que se va


Luis Eduardo Villarreal Ríos, El Norte
26 Dic. 08


Eso que llamamos "fin de año" es en realidad materia inagotable de reflexión. Reflexionemos, pues, este 2008 que termina, no con el afán de cosechar todas sus historias, sino sólo aquellas más visibles o estrepitosas.

Durante los primeros minutos del año comienza una lucha frontal en contra del TLCAN. Grupos sociales de México y Estados Unidos se erigieron en muro humano en uno de los puentes internacionales de Ciudad Juárez.

Los símbolos de resistencia, ajenos al relumbrón noticioso, demuestran que algo se puede hacer contra el analfabetismo moral de la clase política, que firma tratados en contra de la soberanía alimentaria del país.

Hacer el campo rentable parece una proeza histórica; entre tanto, nada se hace con el paternalismo institucional, principal generador de la pobreza. La vieja dialéctica del siervo y el amo reeditada bajo el cielo mexicano.

En el estado de Arizona, también el primer día de enero, entró en vigor una nueva ley antiinmigrante que obliga a los patrones a verificar si sus empleados están autorizados para trabajar de manera legal.

Se trata de tapar las fisuras que las murallas de tabique y acero no logran sellar. ¿Podrá esto con el mayor de los incentivos para la migración: crecimiento y empleo a la baja en México? Soy pesimista al respecto.

Hacia el fin del primer trimestre se desata el rumor de que, en 2010, firmas de Estados Unidos podrían extraer crudo en nuestro país. Con esto renace el debate en torno a la viabilidad de Pemex y la privatización de sectores estratégicos.

Ubicar el origen del quebranto petrolero no requiere mucha ciencia: la racionalidad operativa de la compañía no es asegurar la autosuficiencia energética, sino cubrir el gasto corriente del gobierno en turno.

La escasez y el carácter no renovable del recurso hacen necesario que el Estado mantenga el control directo de sus reservas y su tasa de explotación. Así pues: "No a la privatización, sí a la despetrolización del presupuesto".

¿Qué decir de la inseguridad social? Una certeza gravita en la mente de la ciudadanía: en la práctica, al crimen organizado no podrá sometérsele por la mera captura de sus capos o la simple fuerza de las armas.

¿Por qué? Simplemente porque no se trata de una guerra convencional, donde los contendientes son perfectamente localizables y pueden detectar la relación de fuerza con respecto a su adversario.

La victoria habrá de ser psicológica, es decir, uno de los participantes habrá de disuadir al otro de su lucha; en tal caso, el convencido será vencido. Pero ¿cómo podría incidir la participación ciudadana en este punto?

Dos eventos marcaron los últimos meses de 2008: la elección en Estados Unidos de un presidente no anglosajón, sino afroamericano, y la crisis financiera mundial, cuyo epicentro se localizó en los mercados financieros de Wall Street.

Es Barack Obama quien desde el poder habrá de reaccionar ante los hechos. Lo primero será reconocer que el desplome no fue del capitalismo, sino del argumento de la alta utilidad de los mercados a cambio de asignaciones eficientes de capital.

Entender también que la política siempre debe preceder a la economía, confiriéndole a ésta orientación, regulando sus operaciones; de otro modo, se desencadena la voracidad y sobrevienen los desfalcos tipo Bernard L. Madoff.

Terminamos 2008 a la espera de un año mejor; todo parece indicar que de la paciencia haremos virtud. Viene un año cargado de tinta electoral y es previsible que el conflicto social llegue a cotas nunca antes alcanzadas. Ojalá me equivoque.


levrios@yahoo.com.mx

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