Víctor Flores Olea
PorEsto! 26 febrero
La lección más profunda de la crisis actual es la del perpetuo papel que juega el Estado en la economía. Durante décadas escuchamos que el Estado debía quedar al margen y que no era un "jugador" más en el desempeño económico de las naciones, por eso debía privatizarse y entregar la dirección del desarrollo a los particulares, que a través del mercado se "autorregularía" sin falla y que por gracia de Dios, y de "la mano invisible", acertaría siempre en sus decisiones buscando la prosperidad. El fundamentalismo del mercado, en otras palabras.
En la actual catástrofe no sólo se ha revelado la mentira de esas afirmaciones, sino se ha hecho evidente la decisión del Estado de implantar el neoliberalismo, y de cubrir la delincuencia que anida en el fondo de un sistema en que sólo cuenta ganar y ganar, y ganar más. Cada vez se sabe mejor que Estados Unidos es la "patria clásica" de tal descomposición.
No se inventa el hilo negro, pero la novedad es que el gobierno de Estados Unidos lo asume ahora como su línea oficial. Primero, localizando el origen de la crisis en decisiones anteriores (con especial mención al gobierno Bush) que sólo buscaban "enriquecer a los más ricos", y que condujeron ineludiblemente al actual desastre; y además porque el Estado es la única instancia hoy con supuestas capacidades para superar la crisis.
Para Barack Obama el Estado regresa al escenario como salvador de esta crisis promovida por quienes "trasladaban la riqueza a los ricos en lugar de invertirla en el futuro".
En su discurso del miércoles pasado Obama se propuso convencer al pueblo estadounidense de que su rescate no es para los banqueros y los ejecutivos, sino para el bien común, en un ambiente de creciente ira y preocupación por todo el país. La ira y la preocupación, para hablar en términos locales, es que el rescate del sistema financiero de Estados Unidos no se convierta en algo parecido a nuestro Fobaproa, es decir, en el exclusivo beneficio de los delincuentes de "cuello blanco" y otra vez a costa de la gente, del ciudadano de a pie. El Estado a favor de un "mercado libre" libre también de atracos e ilegalidades. Pero ¿esto es posible?
Dijo Obama: "Hemos vivido en una era donde se privilegiaban las ganancias de corto plazo sobre la prosperidad de largo plazo; donde fracasamos en ver más allá del próximo pago, el próximo trimestre, o la próxima elección. El día de enfrentar las cuentas ha llegado". Aseguró a los ciudadanos que sus ahorros y seguros están a salvo, pero que el crédito tiene que arrancar de nuevo..., enfatizando que el gobierno obligará a los bancos beneficiados a rendir cuentas, y que el gobierno intervendrá directamente en los bancos principales para asegurar que sean instituciones que "sirvan a nuestra gente y a nuestra economía".
Entre las decisiones de Bush que orillaron a la crisis: la disminución de los impuestos a los más ricos suponiendo que se favorecería la inversión productiva, el tremendo gasto en la guerra de Irak, el aumento de los precios del petróleo, la conversión del sistema financiero en un "casino" en el que se obtuvieron inmensas ganancias con muy bajos impuestos (y muy altos para quienes trabajaban duro), los fraudes contables como el de Enron que se multiplicaron desorbitadamente permitiendo a los directivos maquillar las cifras de las empresas, inflar su valor y autodesignarse acciones como premios. Todo esto sin vigilancia ni regulación oficial de ninguna especie.
Pero el plan de rescate de Obama apenas sería un primer paso para resucitar la economía en el corto plazo, que deberá seguir con inversiones a largo plazo que crearán nuevas industrias, nuevos empleos y una capacidad renovada para competir globalmente. Sin olvidar las áreas fundamentales para "nuestra economía" como son la energía, la salud y la educación, dijo el Presidente.
A pesar de las dudas profundas que hay entre la ciudadanía, resulta notable que Obama aún goza del 75 por ciento de una opinión favorable, y sobre su gobierno de un índice de aprobación del 63 por ciento.
La salvación del mercado y del capitalismo: se ha definido perfectamente el objetivo de las maniobras para superar la crisis en lo inmediato. Aunque ese salvamento pudiera contener durante algún tiempo algunos aspectos de control que habían desaparecido, pero no por supuesto un cambio sistémico de sustancia.
Tal vez no podía ser de otro modo. Para cambiar el sistema se requiere en primer lugar, obviamente, una conciencia organizada que batalle por ese cambio, y tal cosa no está en el actual horizonte de realidades.
Por mi parte, sigo pensando que los movimientos sociales que han surgido en todo el mundo, en alianza con las clases sociales más necesitadas, y en primer lugar con la clase obrera que será la más golpeada por esta crisis, en una perspectiva al menos de mediano plazo, tienen la mayor posibilidad de, en efecto, ir haciendo realidad ese "otro mundo posible" que se busca.
No se inventa el hilo negro, pero la novedad es que el gobierno de Estados Unidos lo asume ahora como su línea oficial. Primero, localizando el origen de la crisis en decisiones anteriores (con especial mención al gobierno Bush) que sólo buscaban "enriquecer a los más ricos", y que condujeron ineludiblemente al actual desastre; y además porque el Estado es la única instancia hoy con supuestas capacidades para superar la crisis.
Para Barack Obama el Estado regresa al escenario como salvador de esta crisis promovida por quienes "trasladaban la riqueza a los ricos en lugar de invertirla en el futuro".
En su discurso del miércoles pasado Obama se propuso convencer al pueblo estadounidense de que su rescate no es para los banqueros y los ejecutivos, sino para el bien común, en un ambiente de creciente ira y preocupación por todo el país. La ira y la preocupación, para hablar en términos locales, es que el rescate del sistema financiero de Estados Unidos no se convierta en algo parecido a nuestro Fobaproa, es decir, en el exclusivo beneficio de los delincuentes de "cuello blanco" y otra vez a costa de la gente, del ciudadano de a pie. El Estado a favor de un "mercado libre" libre también de atracos e ilegalidades. Pero ¿esto es posible?
Dijo Obama: "Hemos vivido en una era donde se privilegiaban las ganancias de corto plazo sobre la prosperidad de largo plazo; donde fracasamos en ver más allá del próximo pago, el próximo trimestre, o la próxima elección. El día de enfrentar las cuentas ha llegado". Aseguró a los ciudadanos que sus ahorros y seguros están a salvo, pero que el crédito tiene que arrancar de nuevo..., enfatizando que el gobierno obligará a los bancos beneficiados a rendir cuentas, y que el gobierno intervendrá directamente en los bancos principales para asegurar que sean instituciones que "sirvan a nuestra gente y a nuestra economía".
Entre las decisiones de Bush que orillaron a la crisis: la disminución de los impuestos a los más ricos suponiendo que se favorecería la inversión productiva, el tremendo gasto en la guerra de Irak, el aumento de los precios del petróleo, la conversión del sistema financiero en un "casino" en el que se obtuvieron inmensas ganancias con muy bajos impuestos (y muy altos para quienes trabajaban duro), los fraudes contables como el de Enron que se multiplicaron desorbitadamente permitiendo a los directivos maquillar las cifras de las empresas, inflar su valor y autodesignarse acciones como premios. Todo esto sin vigilancia ni regulación oficial de ninguna especie.
Pero el plan de rescate de Obama apenas sería un primer paso para resucitar la economía en el corto plazo, que deberá seguir con inversiones a largo plazo que crearán nuevas industrias, nuevos empleos y una capacidad renovada para competir globalmente. Sin olvidar las áreas fundamentales para "nuestra economía" como son la energía, la salud y la educación, dijo el Presidente.
A pesar de las dudas profundas que hay entre la ciudadanía, resulta notable que Obama aún goza del 75 por ciento de una opinión favorable, y sobre su gobierno de un índice de aprobación del 63 por ciento.
La salvación del mercado y del capitalismo: se ha definido perfectamente el objetivo de las maniobras para superar la crisis en lo inmediato. Aunque ese salvamento pudiera contener durante algún tiempo algunos aspectos de control que habían desaparecido, pero no por supuesto un cambio sistémico de sustancia.
Tal vez no podía ser de otro modo. Para cambiar el sistema se requiere en primer lugar, obviamente, una conciencia organizada que batalle por ese cambio, y tal cosa no está en el actual horizonte de realidades.
Por mi parte, sigo pensando que los movimientos sociales que han surgido en todo el mundo, en alianza con las clases sociales más necesitadas, y en primer lugar con la clase obrera que será la más golpeada por esta crisis, en una perspectiva al menos de mediano plazo, tienen la mayor posibilidad de, en efecto, ir haciendo realidad ese "otro mundo posible" que se busca.
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