domingo, noviembre 26, 2006

Tesis sobre Gobernación (o el sueño con el robot ideal para ejercer la violencia en la próxima dictadura)

El Norte, 25 noviembre 2006
Monterrey, Nuevo León, México.

Tesis sobre Gobernación

Jaime Sánchez Susarrey

1. Bajo el viejo régimen priista, el Secretario de Gobernación era el hombre fuerte del Gabinete. Ejercía las tareas de control político, disponía de información privilegiada y en ausencia del Presidente funcionaba como la cabeza del Gobierno. Su trabajo no tenía mayor complicación. El sistema concentraba en el Presidente la jefatura del Estado, del Gobierno y del partido hegemónico. No había contrapesos efectivos. El Secretario de Gobernación era al brazo ejecutor de ese poder vertical.
2. El panorama cambió con el fortalecimiento de las oposiciones. El PAN y la izquierda empezaron a canalizar inconformidades sociales y políticas. Aunque en apariencia se trataba de grupos minoritarios, había que abrirles espacios para institucionalizarlos. Las reformas electorales se volvieron indispensables. De manera natural, la tarea recayó en la Secretaría de Gobernación. Sin embargo, la apertura se negoció desde una posición de fuerza. La reforma de 1977 de Reyes Heroles es el ejemplo perfecto. El Secretario de Gobernación conservó así las viejas atribuciones (el control político y la seguridad nacional) y se responsabilizó además de la relación con las oposiciones.
3. En 1994 se produjo un nuevo giro. Las reformas electorales de 1989 y 1993 fueron el antecedente. El régimen transitaba hacia un sistema democrático. Sin embargo, no imperaba el consenso. El PRD se mantenía al margen de las negociaciones y no avalaba ninguno de los cambios. El pacto de largo aliento era entre el Gobierno de la República y Acción Nacional. La irrupción del EZLN en enero del 94 rompió el esquema. Por una parte, mostró las fallas de la Secretaría de Gobernación y, por la otra, impuso una nueva agenda. La renuncia de Patrocinio González Garrido y el nombramiento de Jorge Carpizo fueron las dos caras de la misma moneda. Lo prioritario fue entonces garantizar un mínimo entendimiento con todas las oposiciones y sacar adelante la elección presidencial.
4. Ernesto Zedillo y Vicente Fox siguieron esa misma lógica. El primero hizo de la reforma electoral de 1997 su objetivo fundamental. La Secretaría de Gobernación asumió la encomienda. Había que alcanzar el consenso a toda costa. Las tareas de control político y de seguridad nacional pasaron a segundo plano. Entre otras cosas, porque las tensiones entre el PRI y el Presidente eran muy fuertes. Pero no sólo eso. La victoria de Cárdenas en el 97, que dejaba a la Policía capitalina bajo el mando del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, y la necesidad de contar con una policía moderna y efectiva se tradujo en la creación de la Policía Federal Preventiva. Después nació la Secretaría de Seguridad Pública.
5. Fox llevó esa lógica aun más lejos. Sacó el Centro de Investigación de Seguridad Nacional de la Secretaría de Gobernación y creó la figura del Consejero de Seguridad Nacional. De esa forma se amputaron de manera definitiva las funciones de control político que tenía el Secretario de Gobernación. Santiago Creel fue uno de los principales impulsores de esa transformación. La gobernabilidad democrática, pensaba él, debía circunscribirse a la relación con las oposiciones. En el fondo su intención era no "mancharse las manos". A partir de entonces, el Secretario de Gobernación se convirtió en un par entre pares. Los efectos fueron desastrosos. En lugar de contar con una coordinación y dirección, el Gabinete de seguridad se convirtió en una arena de enfrentamiento entre sus integrantes (notablemente entre el Procurador General de la República, Macedo de la Concha, y el Secretario de Seguridad Pública, Gertz Manero).
6. La idea que Creel le vendió a Fox no era consistente, pero sí iba en una dirección. A la larga, el Secretario de Gobernación debería convertirse en una suerte de primer ministro, o de jefe de Gabinete, y las funciones de control político recaerían en una especie de ministro del interior. Nada de eso ocurrió. La seguridad nacional quedó en tierra de nadie. Los aparatos de seguridad del Estado se volvieron más ineficientes. El crimen organizado y los movimientos sociales y políticos radicales, que operaban violando la ley, encontraron un campo fértil y abierto. La quiebra del nuevo modelo no puede ser más evidente. Las estadísticas no mienten. El balance es completamente negativo para el actual Gobierno.
7. Suponer que se puede avanzar en la dirección trazada por Fox y Creel es absurdo. No hay condiciones para crear la figura de un primer ministro. Pero tampoco es posible dejar las cosas como están. Es indispensable operar una reforma que reintegre las funciones de inteligencia y seguridad a la Secretaría de Gobernación. Los pasos que deben darse son muy concretos: a) reintegrar el CISEN a la Segob; b) fusionar las policías federales en una sola corporación; c) poner la PFP bajo el mando del Secretario de Gobernación; d) hacer que éste asuma las funciones de coordinación y dirección del Gabinete de seguridad.
8. Las prioridades de la Segob están determinadas por el contexto político y social: la delincuencia organizada (particularmente los cárteles de la droga) son un desafío cada vez más grande para la seguridad nacional. Las tensiones y los conflictos políticos, como lo ejemplifica el caso de Oaxaca, obligan a un manejo combinado y efectivo de: I) labores de inteligencia; II) uso de la fuerza pública; III) persecución y detención de quienes violan la ley; IV) negociación política.
9. En México no se puede garantizar la gobernabilidad sin recobrar el monopolio y la capacidad de usar la fuerza pública. Es una prioridad de Estado. De ahí la importancia del perfil del hombre que ocupará este puesto, a saber: 1) debe entender su función y sus prioridades; 2) no debe ser un personaje políticamente correcto ni que padezca el síndrome del 68; 3) debe cumplir su función por encima de sus ambiciones personales; 4) debe servir como un elemento de protección al Presidente asumiendo la responsabilidad de las decisiones más difíciles y conflictivas; 5) su lealtad al Presidente debe ser a prueba de balas y, por último, 6) debe saberse y asumirse como alguien prescindible. ¿Existe semejante personaje? Ya lo veremos.
COMENTARIO:
El Subtítulo entre paréntesis es nuestro: (Sueño con el robot ideal para ejercer la violencia en la próxima dictadura).

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